Libros y Testimonios
Diario El Mercurio, Sábado 11 de octubre de 2014
Señor Director:
Suele ocurrir con frecuencia el hecho de encontrarme con libros escritos por chilenos, cuyo tema y estilo me resultan excepcionales y hasta insólitos, los que en la mayor parte de los casos pasan inadvertidos. Es el caso del maravilloso libro "La selva fría y sagrada, poética de La Araucanía", de Miguel Laborde; "El gran mito de Kartos, origen geolingüístico del poder", del antropólogo y médico Claudio Sepúlveda (1.800 páginas); "De cómo el hombre limitó la razón y perdió la libertad", raíces teológicas de la civilización utilitaria anglosajona, del filósofo Renato Espoz.
El último libro de este tipo excepcional que cayó en mis manos, titulado "Sin paréntesis", es un texto autobiográfico y testimonial de la psicóloga Carla Vidal Pollarolo. Mujer de mucho talento y energía, quien en medio de una exitosa carrera profesional descubrió que tenía un cáncer pancreático con ramificaciones.
El shock inicial movilizó en ella todas sus energías para luchar contra la enfermedad, prometiendo a sus hijos que no moriría. Pero entre las personas a quien recurrió para esto había un terapeuta norteamericano (Tom Heckel), quien al conocerla le dijo que su alma estaba muy cansada de luchar, y que si enfrentaba su cáncer como una lucha, se iba a cansar más aún. Le aconsejó darle a la batalla médica un nuevo carácter, concentrándose sobre todo en el deseo de vivir.
No se puede leer este libro sin un nudo en la garganta, pero también, sin un sentimiento de fortaleza que nos invade, pues Carla Vidal, al fijar su mente y su corazón en el impulso hacia la vida, cambió toda la economía psíquica de su ser, dejando de hacer lo que antes había hecho y comenzando a tomar conciencia de tantos compromisos exigidos por el modo de vivir actual que alienan y empobrecen nuestra existencia como habitantes del mundo.
El suspenso en que quedó su vida fue la oportunidad que la vida misma le dio para despertar en su alma todo lo que el hombre de hoy inhibe para adaptarse al sistema. Se puede decir que ella "gustó" de la vida con una intensidad que hasta entonces le era desconocida. Le diagnosticaron pocos meses de vida, pero ella por su amor a la vida y a los seres humanos vivió cinco años y medio más.
Resumiendo lo ocurrido en ese lapso, se puede decir que fue la fuerza del amor la que convirtió el ciclo de su enfermedad mortal en verdadera vida. Testimonios como este no deben pasar inadvertidos (Editorial Catalonia, 113 páginas).
Gastón Soublette
Suele ocurrir con frecuencia el hecho de encontrarme con libros escritos por chilenos, cuyo tema y estilo me resultan excepcionales y hasta insólitos, los que en la mayor parte de los casos pasan inadvertidos. Es el caso del maravilloso libro "La selva fría y sagrada, poética de La Araucanía", de Miguel Laborde; "El gran mito de Kartos, origen geolingüístico del poder", del antropólogo y médico Claudio Sepúlveda (1.800 páginas); "De cómo el hombre limitó la razón y perdió la libertad", raíces teológicas de la civilización utilitaria anglosajona, del filósofo Renato Espoz.
El último libro de este tipo excepcional que cayó en mis manos, titulado "Sin paréntesis", es un texto autobiográfico y testimonial de la psicóloga Carla Vidal Pollarolo. Mujer de mucho talento y energía, quien en medio de una exitosa carrera profesional descubrió que tenía un cáncer pancreático con ramificaciones.
El shock inicial movilizó en ella todas sus energías para luchar contra la enfermedad, prometiendo a sus hijos que no moriría. Pero entre las personas a quien recurrió para esto había un terapeuta norteamericano (Tom Heckel), quien al conocerla le dijo que su alma estaba muy cansada de luchar, y que si enfrentaba su cáncer como una lucha, se iba a cansar más aún. Le aconsejó darle a la batalla médica un nuevo carácter, concentrándose sobre todo en el deseo de vivir.
No se puede leer este libro sin un nudo en la garganta, pero también, sin un sentimiento de fortaleza que nos invade, pues Carla Vidal, al fijar su mente y su corazón en el impulso hacia la vida, cambió toda la economía psíquica de su ser, dejando de hacer lo que antes había hecho y comenzando a tomar conciencia de tantos compromisos exigidos por el modo de vivir actual que alienan y empobrecen nuestra existencia como habitantes del mundo.
El suspenso en que quedó su vida fue la oportunidad que la vida misma le dio para despertar en su alma todo lo que el hombre de hoy inhibe para adaptarse al sistema. Se puede decir que ella "gustó" de la vida con una intensidad que hasta entonces le era desconocida. Le diagnosticaron pocos meses de vida, pero ella por su amor a la vida y a los seres humanos vivió cinco años y medio más.
Resumiendo lo ocurrido en ese lapso, se puede decir que fue la fuerza del amor la que convirtió el ciclo de su enfermedad mortal en verdadera vida. Testimonios como este no deben pasar inadvertidos (Editorial Catalonia, 113 páginas).
Gastón Soublette
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