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Objetivos energéticos, grandes beneficios económicos


por Bjorn Lomborg
Diario La Tercera, viernes 10 de octubre de 2014

Alimentos nutritivos, 
agua potable y asistencia sanitaria básica 
para todos pueden ser objetivos de alta prioridad 
obvios para la comunidad internacional, 
pero no debemos ignorar la energía. 

La energía confiable y asequible 
es tan vital para las economías 
en desarrollo y emergentes de hoy 
como lo fue antes de la Revolución Industrial. 

Impulsada principalmente 
por su incremento de cinco veces 
en el uso del carbón, 
la economía de China ha crecido 
18 veces en los últimos treinta años, 
mientras 680 millones de personas 
fueron sacadas de la pobreza.

La escalera energética 
es una manera de visualizar 
las etapas de desarrollo. 

Esto comienza con lo que llamamos 
los biocombustibles tradicionales 
– leña, estiércol y residuos agrícolas. 

Casi tres mil millones de personas 
utilizan estos recursos para cocinar 
y calentar el ambiente interior, 
lo que es tan contaminante 
que la Organización Mundial de la Salud (OMS) 
estima que causa la muerte de una 
de cada 13 personas que mueren en el planeta.

El siguiente paso en la escalera energética 
son los “combustibles de transición”, 
como el querosene, el carbón 
y gas licuado del petróleo, 
mientras que la parte superior de la escalera 
es la electricidad, que por suerte 
no genera contaminación dentro del hogar. 

Debido a que la electricidad 
a menudo es alimentada por combustibles fósiles, 
contribuye al problema del calentamiento global. 

Por lo tanto, una opción atractiva 
podría ser pasar a la energía limpia, 
como la eólica, la solar y la hidráulica. 

Algunos están sugiriendo 
que los países en desarrollo 
deberían omitir el paso fósil 
y pasar directamente a la energía limpia. 

Sin embargo, los países ricos 
ya están descubriendo 
que abandonar el carbón y el petróleo 
resultará difícil, y no hay respuestas fáciles 
para las economías en desarrollo.

La pregunta crucial de hoy es: 
¿qué debe priorizar el mundo? 

Hace quince años, el mundo acordó 
los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), 
metas ambiciosas para combatir 
la pobreza, el hambre, la salud y la educación. 

Estos objetivos han direccionado 
mucha ayuda internacional y, 
en su mayoría, han conducido a mejoras, 
aunque todavía queda mucho por hacer.

Ahora, la ONU está considerando 
el próximo conjunto de objetivos para 2015-2030. 

Algunos argumentan que debemos continuar 
con los pocos y agudos objetivos 
de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, 
ya que todavía no hemos terminado. 

Otros señalan que muchos otros temas, 
como el medio ambiente y la justicia social, 
también necesitan atención. 

Mi grupo de reflexión, 
el Copenhagen Consensus, 
está ayudando a acercar 
mejor información a esta discusión. 

Hemos pedido a algunos 
de los principales economistas del mundo 
que analicen en detalle 
las principales áreas de desafío, 
estimando los costos y beneficios 
económicos, sociales y ambientales 
de los diferentes objetivos.

Entonces, 
¿los casi tres mil millones de personas 
que cocinan con chimeneas abiertas tóxicas 
tienen mayor prioridad que el objetivo 
más amplio y a largo plazo de recortar 
el uso de combustibles fósiles? 

Resulta que hay maneras inteligentes 
para ayudar en ambas direcciones, 
dicen Isabel Galiana y Amy Sopinka, 
las dos economistas que escribieron 
el artículo principal sobre energía.

Quemar leña y estiércol 
en chimeneas interiores abiertas 
es ineficiente y provoca 
una horrenda contaminación del aire. 

Más de cuatro millones de personas al año 
mueren a causa de enfermedades respiratorias 
provocadas por los humos procedentes 
de chimeneas en ambientes interiores. 

Sólo en Chile, 
la Organización Mundial de la Salud (OMS) 
estima que mueren 1.300 personas cada año.

La mayoría de ellas son mujeres 
y niños de corta edad, 
que son también los que pasan 
su tiempo recogiendo leña, 
a menudo desde muy lejos. 

Proporcionar instalaciones 
de cocina más limpias 
-hornos eficientes 
que funcionan con gas licuado- 
mejoraría la salud, 
aumentaría la productividad, 
y permitiría a las mujeres 
dedicar tiempo a ganar dinero 
y permitiría a los niños ir a la escuela.

Los beneficios económicos 
de sacar a todos del estiércol 
y la madera son tan altos 
como los beneficios 
estimados en bienestar humano: 
más de $500 mil millones al año. 

Los costos serían muy inferiores, 
alrededor de $60 mil millones anuales, 
incluyendo subvenciones y subsidios 
para la compra de hornos. 

Cada dólar gastado 
compraría casi $9 de beneficios, 
lo cual es una muy buena manera de ayudar.

Mientras que una cocción limpia es importante, 
la electricidad puede aportar diferentes beneficios. 

La iluminación significa 
que los estudiantes pueden estudiar de noche, 
las clínicas pueden refrigerar las vacunas, 
y el agua puede ser bombeada de los pozos 
para que las mujeres no tengan 
que caminar kilómetros para buscarla.

El valor de obtener electricidad para todos 
es de aproximadamente 380 mil millones al año. 

El costo es más difícil de calcular. 

Para proporcionar electricidad 
a todos sería necesario el equivalente 
a 250 más centrales eléctricas, 
pero muchas zonas rurales 
podrían obtener mejor servicio 
a través de paneles solares y baterías. 

Esto no es una solución ideal, 
pero aún sería suficiente 
para lograr una enorme mejora 
en la vida de las personas. 

El costo total 
es probablemente de alrededor 
de $75 mil millones al año, 
lo que aún equivale a 5 dólares 
de beneficios por cada dólar gastado.

Si queremos hacer frente 
al calentamiento global, por otro lado, 
hay algunos objetivos que deberíamos agotar. 

Un objetivo importante 
sugiere duplicar la cuota mundial 
de energías renovables, 
sobre todo solar y eólica, 
pero esto resulta en un uso 
bastante ineficaz de los recursos. 

Los costos adicionales 
de hacer frente 
a la producción intermitente 
e impredecible de las energías renovables 
las hace caras, y el costo probablemente 
sea mayor que los beneficios.

Sin embargo, 
el mundo gasta 544 mil millones de dólares 
en subsidios a los combustibles fósiles, 
casi exclusivamente en países del tercer mundo. 

Esto dilapida la capacidad 
de los presupuestos públicos 
de proporcionar salud y educación, 
fomentando al mismo tiempo 
emisiones más altas de CO2. 

Por otra parte, 
los subsidios a la gasolina 
en su mayoría ayudan a los ricos, 
ya que son los únicos 
que pueden acceder 
a un automóvil propio. 

Eliminar los subsidios 
a los combustibles fósiles 
sería un objetivo fenomenal, 
ya que reduciría el CO2 
a la vez que ahorraría dinero 
para otros y mejores usos públicos. 

Los economistas estiman 
que cada dólar de costos 
proporcionaría más de $15 
en beneficios climáticos y públicos.

Con estos objetivos 
de tan alto rendimiento, 
la evidencia económica muestra 
que -si se eligen cuidadosamente- 
los objetivos energéticos 
sin duda deben ser parte 
de las promesas 
para los próximos 15 años.

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