Camilo Marks
Diario El Mercurio, viernes 10 de octubre de 2014
Para algunos, Patrick Modiano, autor de cerca de treinta novelas -"Calle de las tiendas oscuras", "Un pedigrí", "En el café de la juventud perdida"-, es el más importante autor francés vivo o, mejor dicho, el mejor novelista galo del presente.
En todos sus libros, Modiano ocupa como tema central la memoria y, un poco al modo proustiano, la reconstrucción literal de un pasado que se derrumbó para siempre, del cual solo permanecen vestigios, sombras, espectros que salen a la luz para retornar a la oscuridad, de modo que el trabajo de sus personajes consiste en rescatar del olvido determinados gestos, y buscar, a su manera discreta, encuentros que pronto volverán a sepultarse en la impenetrable región de la que quizás hubiera sido preferible no saber cosa alguna. Si hay un rasgo que predomina en todas las obras de este narrador es el lacerante tono elegíaco, que es un desafío que solo el lector cómplice puede captar.
Modiano ha tenido una larga carrera, al comienzo de muy bajo perfil y se ha ido dando a conocer poco a poco, conquistando a un creciente grupo de lectores que reconocen sus temas, sus obsesiones, su estilo elíptico y cinematográfico -ha sido también guionista de importantes filmes-, así como la clase de seres que pueblan sus relatos: alejado del realismo, sin haber tomado parte en las vanguardias -sobre todo en la esterilidad desecada del nouveau roman -, su prosa de trazos finos le permite construir relatos casi siempre breves, extremadamente condensados, con intenso poder expresivo.
En sus ficciones, el tiempo parece edificarse para ser rápidamente devorado, las personas establecen lazos por lo general provisorios, frágiles, inestables, condenados a una ineluctable disolución.
Y en cada título suyo, la geografía de París, sin duda una de las urbes más literarias del mundo, se reduce a escombros, a restos de aquello que una vez fue y ahora se disolvió en el aire, sin dejar huellas. Pero gracias al hipnótico poder expresivo del autor, es posible rememorar algunas luces de épocas fenecidas y de gente que estaría irremisiblemente condenada a desaparecer en la amnesia generalizada que afecta a nuestros días.
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