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Las contradicciones de Teodoro Ribera en el caso CNA


La Moneda da espaldarazo político al titular de Justicia cuestionado por vínculos con Luis E. Díaz


Las aristas de la investigación que ha puesto en jaque la credibilidad del sistema de acreditación salpican incluso al ministro de Justicia, quien en menos de 24 horas cambió su versión acerca del tiempo en que conocía al ex presidente de la Comisión Nacional de Acreditación. No solo eso, también contó una historia diferente al admitir que él mismo había propuesto su nombre para las asesorías a Gendarmería, cuestión sobre la cual no había sido tan tajante hasta antes que se hicieran públicos los e-mails entre ambos. Pese a todo, hasta el momento cuenta con piso político desde La Moneda.
“Él es más viejo que yo, es un hombre de izquierda. Son otros mundos culturales”, afirmaba el ministro de Justicia, Teodoro Ribera en una entrevista a El Mercurio el domingo pasado para graficar que antes de ser secretario de Estado no conocía al cuestionado ex presidente (s) de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), Luis Eugenio Díaz.
Estar vinculado a Díaz por estos días es una papa caliente que nadie quiere tocar: las acusaciones de cohecho y lavado de activos que enfrenta junto a los ex rectores de la Universidad del Mar, Héctor Zúñiga y Pedro de Valdivia, Ángel Maulén —todos en prisión preventiva—, han puesto de cabeza la credibilidad del sistema de acreditación.
En este escenario, los antecedentes revelados en la investigación que llevan los fiscales Carlos Gajardo y Pablo Norambuena sobre las asesorías realizadas por el ex funcionario de la CNA a Gendarmería entre noviembre de 2011 y abril de este año caen como un balde de agua fría para el secretario de Estado. Especialmente tomando en cuenta que la Universidad Autónoma, ligada a la familia del ministro, fue acreditada por cinco años cuando Ribera era rector y Díaz estaba a cargo de la comisión que otorgó las certificaciones. Y que además Díaz se tomó la libertad en 2010 de pedir favores familiares a Ribera a través de correos electrónicos.
Quizás por eso el titular de Justicia optó por cambiar su versión.El martes, en una entrevista dada a La Tercera, cuando se habían ventilado los e-mails que lo vinculaban ya en 2010 con Díaz, su respuesta respecto a desde cuándo lo conocía fue distinta, asegurando que “tengo conocimiento de él desde que es presentado por un grupo de universidades a la CNA. Tengo presente que incluso en esa oportunidad la Universidad Autónoma —ligada a su familia— votó por otro candidato. Sin embargo, no tengo ninguna relación de familiaridad, pero sí profesional y académica”.
La segunda corrección que Ribera (RN) hizo a sus dichos está relacionada con la contratación del ex funcionario de la CNA en las asesorías que prestó a Gendarmería y que fue gestionada directamente por la cartera de Justicia.
Según señaló Ribera a El Mercurio, el nombre de Díaz para las tres asesorías a Gendarmería —que le reportaron una cifra cercana a los 10 millones de pesos—, salió de conversaciones realizadas entre miembros de su gabinete y el de la subsecretaria, Patricia Pérez.
Pero el martes aseguró a La Tercera que él lo había propuesto, ya que “me pareció que era un hombre que reunía dos características que nos interesaban por sobre otros académicos. Pregunté si era posible su contratación, se me señaló que sí. Tuvimos, durante la asesoría, tres reuniones que constan en mi agenda”.
Ayer, el titular de Justicia quiso reforzar su lejanía con el ex presidente de la CNA, declarando que “me arrepiento de no haber tenido mayor sensibilidad, pero me era imposible saber en ese momento que una persona que representaba la fe pública y la credibilidad en materia académica y que tenía el pergamino, además de ser parte del Instituto Nacional de los DD.HH., pudiera estar involucrado en lo que se le imputa”.

FAVOR FAMILIAR

Los e-mails que dejan claro que antes de asumir como ministro, Ribera ya se había vinculado a Díazcorresponden al período en que el actual jefe de cartera era rector de la Universidad Autónoma que pertenece a su familia.
Díaz solicitaba a Ribera que lo ayudara en el traslado de su sobrino nieto desde la Universidad San Sebastián a la Autónoma —que fue acreditada por cinco años cuando el actual ministro era el rector y Díaz estaba a cargo de la comisión que otorgó las certificaciones— agregando al final del correo que “abusando de tu generosidad ¿podrían beneficiarlo con alguna beca?”.
No está claro cómo terminaron estas gestiones, aunque el sobrino de Díaz estudia actualmente en la UA. Frente a esto, Ribera aseguró a La Tercera que había pedido traslado por vía de la convalidación el año 2012, y “carece de beneficios económicos. Yo no realicé gestión alguna para eso”.

LA OPERACIÓN DE BLINDAJE

La situación de Ribera es compleja, sobre todo luego de que el Consejo de Defensa del Estado (CDE) anunciara que evaluará pedir antecedentes al Ministerio Público sobre los alcances que podrían tener las asesorías de Díaz a Gendarmería. Pese a ello el gobierno lo ha blindado.
El lunes en la tarde se prendieron las alarmas en La Moneda por su situación. Desde el “segundo piso” de Palacio se comenzó a monitorear inmediatamente el tema y fue cuando el ministro se reunió con la jefa de asesores, María Luisa Brahm, cita en la cual se definieron pautas de acción para sortear el conflicto.
En Palacio cuentan que Ribera explicó en detalle a varias autoridades entre el lunes y el martes su relación con Díaz, así como los e-mails que intercambió con él y las razones de su contratación para una asesoría en Gendarmería. Después de eso y desde la conversación con Brahm, se estableció como premisa para manejar el problema, que como no hay nada que ocultar se debe responder a todo y que sea el propio ministro el que explique los hechos.
Según señaló Ribera a El Mercurio, el nombre de Díaz para las tres asesorías a Gendarmería —que le reportaron una cifra cercana a los 10 millones de pesos—,salió de conversaciones realizadas entre miembros de su gabinete y el de la subsecretaria, Patricia Pérez. Pero el martes aseguró a La Tercera que él lo había propuesto, ya que “me pareció que era un hombre que reunía dos características que nos interesaban por sobre otros académicos. Pregunté si era posible su contratación, se me señaló que sí. Tuvimos, durante la asesoría, tres reuniones que constan en mi agenda”.
Ello, por dos razones. Uno, en el entendido que guardar silencio solo contribuía a dar la sensación de que se estaba escondiendo información porque podía estar involucrado de alguna forma. Pero además, porque Ribera debía salir públicamente a actuar “como fusible” para evitar que el tema escale y termine siendo un nuevo revés para La Moneda y el Presidente Sebastián Piñera.
Es en ese punto donde entra la entrevista del martes a casi dos páginas en La Tercera, en la que hace frente a su relación con Díaz, a la asesoría que prestó a Gendarmería, y en la que separa aguas entre la Universidad Autónoma y el ex presidente de la CNA.
Antes de las 8:30 a.m de ayer, Ribera se reunió además con la ministra de la Segegob, Cecilia Pérez, también RN. Después de eso y siguiendo la estrategia que se había definido con anterioridad, se aprovechó la cuenta pública 2012 que debía dar de su cartera en La Moneda precisamente para que el ministro hablara, ahora, con toda la prensa.
Prácticamente se inmoló en esa instancia. Declaró que estaba “preocupado e intranquilo” por las vinculaciones que se le hacen a Díaz, pero que tenía “plena certeza que ni él ni ninguna persona bajo mi cargo y en ningún momento ni recibió peticiones de soborno ni sobornó a nadie” y acto seguido reconoció que hasta ese momento no había hablado con Piñera.
Ese último punto dio una señal de cierta orfandad de Ribera y de encontrarse en un momento complejo. Él es uno de los ministros con línea directa con el mandatario y es parte de lo que se denomina el “piñerismo duro”, amigo del Presidente hace más de dos décadas, uno de los fundadores de RN —donde ingresó en 1989— y miembro del ala liberal del partido.
La sensación duró solamente unas horas, porque en Palacio se le blindó y respaldó. Fue el propio ministro del Interior, Andrés Chadwick —el hombre fuerte del gabinete— quien públicamente dijo que Ribera “goza de la confianza del Presidente de la República, el ministro ha conversado con la prensa, va a seguir conversando con la  prensa, porque no hay nada que esconder”.
Es más, insistió que el ministro de Justicia “no ha tenido ningún tipo de actuaciones irregulares” y advirtió que la palabra implicancia “es muy fuerte”, apunta a un “vínculo que puede ser irregular” y aseguró que este no era el caso.
El blindaje de Ribera no terminó ahí. Se sucedieron conversaciones de todo tipo, varias telefónicas, con distintas autoridades de La Moneda. En ellas, el ministro planteó su preocupación precisamente por la prensa e hizo ver en algunos diálogos con Palacio, que lo estaban perjudicando.
Fue notorio el respaldo a Ribera. En La Moneda aseguraban que dejar que se explicara él mismo no era una forma de dejarlo solo, sino una estrategia para defenderse. Se repetía que era “una lástima la situación”, pero que hay “absoluto convencimiento” en que el ministro no está involucrado en nada irregular.
Desde las 6:00 de la mañana y hasta las 15:00 horas, Piñera estuvo abocado exclusivamente a la réplica de Perú ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya y los antecedentes que manejaba de la situación, eran los que le habían dado asesores y ministros que conversaron con Ribera.
En la tarde vino la señal de peso, que cerró el blindaje. Dicen que la bilateral estaba programada previamente y no que fue llamado para dar explicaciones de dicha situación. Lo cierto es que Ribera estuvo reunido con Piñera ayer desde las 16:00 horas y por más de hora y media.
“Esa fue la señal de respaldo, que la reunión se realizara, porque perfectamente durante el día, el Presidente pudo mandar el mensaje que tenía la agenda copada, que la postergaba”, precisaron en el gobierno.
A la salida, el ministro reconoció que habló del tema con Piñera. “Al término conversamos brevemente, el Presidente está informado de los hechos, yo estoy muy tranquilo y quiero agradecer al ministro Andrés Chadwick por palabras de aliento en un momento que a nadie le gustaría (…) me siento respaldado de La Moneda”.
Tal como lo explicaban en privado en La Moneda, Ribera trató de dar respuesta a las contradicciones en su relato de los hechos y de su relación con el ex presidente de la CNA. Precisó que en su entrevista con El Mercurio dijo que no compartía el mismo mundo con Díaz y que eso, indujo a error al diario para afirmar que no lo conocía, mientras que de la contratación en Gendarmería afirmó que “fue una decisión ministerial” y que la razón para elegirlo fue porque cumplía con el doble perfil de académico y con trayectoria en el mundo de los derechos humanos.
El complejo momento que vive Ribera es la primera crisis en el seno del gabinete que enfrenta Chadwick desde que asumió Interior el 5 de noviembre. Su antecesor, Rodrigo Hinzpeter, generó ronchas y críticas desde la UDI en episodios anteriores como la salida del subsecretario de Minería, Pablo Wagner (gremialista), mientras que al subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla (RN), se le defendió cuando fue salpicado por el caso sobreprecios.
Hoy la UDI optó por el silencio y se limitó a solicitar una comisión investigadora de la Cámara de Diputados de todo el escándalo de las acreditaciones. En Palacio, en tanto, no contemplan la arista como un foco de tensión con la UDI, porque junto con recordar que si bien han defendido figuras importantes del partido, agregan que no se pueden comparar los personajes y el peso político que tiene en este caso Ribera. En cualquier caso, el ministro podría ser citado a declarar en dicha instancia parlamentaria.

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