Los habitantes de esta comuna pelean a diario con moscas y malos olores provenientes de una planta de tratamiento de aguas servidas, una faenadora de cerdos y un vertedero. Pero no se quieren ir. Acostumbrados a un entorno tranquilo y la seguridad que significa que todos se conozcan, quieren poder respirar sin enfermarse por ello. Y siguen esperando que ello ocurra.
por S. Sottorff & M. Valencia
Diario El Mercurio, sábado 29 de diciembre de 2012
La primera brisa de la mañana siempre viene cargada con algo más. No es el aire fresco del amanecer, el aroma de los pastizales o las rachas de viento frío. Margarita Belmar tiene claro lo que es, mientras no deja de mover su mano izquierda para espantar a las moscas.
-Es el olor a mierda.
Los bichos cada cierto rato se posan sobre sus ojos verdes, su frente o la comisura de sus labios. "Es que vivir junto a una planta procesadora de cerdos es terrible", se lamenta, mientras sigue agitando su brazo al tiempo que habla.
Más terrible es que frente a esa planta haya un vertedero. Y junto a ese vertedero una central que recibe mil toneladas de desperdicios y aguas servidas, además de un centro de acopio para basura que sus habitantes no generan, pero reciben.
Y, en medio de todo esto, la línea por donde pasa el tren que carga hasta esta zona parte importante de los residuos que se generan a diario 50 kilómetros hacia el sur, en plena capital.
Margarita es la presidenta de la junta de vecinos y vive hace más de sesenta años en el sector de La Cumbre, a pocos metros de la planta de Porkland, un criadero de 17 mil cerdos que por estos días ha motivado protestas de los habitantes de esta localidad y del sector de Montenegro.
Las manifestaciones han puesto el foco de los medios en lugar más bien olvidado, pero que ante cada amenaza sabe movilizarse. Pasó en enero de 2011, cuando se anunció la construcción de una cárcel cerca de Tiltil. O en febrero pasado, cuando un alza de pasajes de los buses interurbanos generó violentas protestas.
Hoy la consigna es otra: "Porkland tiene que cerrar", dice David Salinas, que tiene la mala fortuna de ser el vecino más próximo a la planta. Sufre de una artritis reumatoide, vive de una pensión asistencial y su casa está absolutamente repleta de moscas. Está enojado. Mosqueado, si se quiere.
-No hay una solución para esto. Tratamos de fumigar o mantener cerrado, pero ya nos rendimos. Es una lucha diaria que simplemente nos aburrió. Mis hijos viven con dolor de estómago o con malestares y ya estamos cansados de promesas o supuestos arreglos. Queremos que la industria se vaya.
Afuera de su casa, ubicada a un costado de la Ruta 5 Norte, los camiones pasan rápido, levantan algo de tierra y refrescan el caluroso ambiente.
-Nos han echado a perder la vida. Muchos dicen que sería mejor que nos fuéramos de acá. Pero por qué me debería ir yo si llevo casi cincuenta años acá.
Lo dice mientras recorre con su mirada el quiosco del que vive. Porque acá la única actividad económica que los vecinos desarrollan es la venta de quesos, pan amasado o verduras en pequeños puestos afuera de sus casas. Se trata de negocios que suman varios calendarios. Más que los que acumulan la central de tratamiento de aguas, la planta de cerdos y el vertedero.
Comuna "Nimby"
En Estados Unidos se dice Nimby (Not in my backyard). En castellano sería "no en mi patio". Un concepto acuñado por organizaciones norteamericanas para referirse a aquellos recintos que nadie quiere cerca de su casa, léase industrias, basurales, antenas de celulares y otros.
Con esa lógica, Tiltil se ha convertido, según muchos urbanistas, en la zona Nimby por excelencia en Chile. Una apreciación que el alcalde Nelson Orellana comparte plenamente.
-Nosotros recibimos todas las externalidades negativas de Santiago. Lo que nadie quiere está acá y vivimos a diario las consecuencias de eso, sin ninguna compensación para nuestra comuna.
Explica que para donde se mire tienen factores que les generan problemas: Porkland y sus olores, el depósito Lomas Los Colorados de KDM que está muy cerca, el tren que pasa por ahí 25 veces o más al día con toda la basura de Santiago...
-Tenemos moscas, ruidos, el impacto ambiental de la carretera y ahora se viene el efecto del nuevo relleno sanitario Cerro La Leona y el recinto de Aguas Andinas que ya empezó su marcha blanca- concluye.
Gladys González, vecina de Montenegro durante más años de los que está dispuesta a admitir, vive algo de lo que describe el edil.
-Acá amanecemos con mal olor, no queremos abrir las ventanas. Los niños van a clase y siempre terminan en la posta. Acá no podemos cocinar ni comer bien con el olor que se cuela por la ventana. En la noche sale un viento que baja de los cerros y el olor es más fuerte y asqueroso.
Sin embargo, nadie quiere irse. Como Elena Casanueva:
-Acá es seguro. Todos nos conocemos y hasta podemos dejar la puerta abierta y nadie roba. No puedo cambiar eso por nada. Viví en Santiago y jamás me acostumbré.
El seremi de Medio Ambiente, José Ignacio Pinochet, promete que el mal olor no debería durar mucho tiempo:"Le solicitamos una inversión a la empresa (Porkland) e implementaron un sistema nuevo. Los olores son de los residuos de antes que se empezaron a reprocesar y las mejoras se verán en dos meses".
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