El 2013 es año de elecciones, donde la tentación de provocar una fiesta es alta. Por ello, debiéramos aplaudir que este gobierno provoque bostezos.
EL COMIENZO de un año es siempre una esperanza de cambio. Los que tuvieron un mal 2012, esperan que el 2013 sea mejor. A los que le fue bien, igual aspiran alcanzar nuevas metas. Ahora, las posibilidades de lograr una vida mejor dependen en parte del esfuerzo personal, pero también de las oportunidades que ofrece la sociedad donde uno le tocó vivir. Porque si bien la globalización significa que cada día es más fácil cambiarse de país, lo cierto es que la mayor parte de las personas termina viviendo donde nació.
Teniendo esto presente, la revista The Economist publica todos los años el ranking de los mejores países para nacer, como una aproximación de la calidad de vida a la que las personas pueden aspirar. En esto no es novedad que ser rico ayuda más que cualquier cosa. Por ello, nacer en un país pobre no tiene mucha gracia. Pero eso no es todo. También influyen otros indicadores, algunos clásicos, como la esperanza de vida, la libertad política o la seguridad laboral. Otros son más subjetivos, pero no menos importantes, como el clima, la cultura y lo que se denomina el “índice de bostezo”, que es el grado por el cual un país podría ser, pese a todas su virtudes, irremediablemente aburrido.
Tomando todas estas variables, The Economist concluye que Suiza es hoy el mejor país para nacer. A juicio de la revista, se trata de una nación muy sólida en el plano económico, pero que tiene una calificación terrible en el índice cultural y de bostezo. Para graficarlo, cita a Orson Welles, quien en la película “El tercer hombre”, dice que Italia tuvo por 30 años guerra, terror y asesinato bajo los Borgias, pero que en esa época produjo a Miguel Angel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. Suiza, por su parte, tuvo 500 años de democracia y paz, logrando producir el reloj cucú.
Bueno, todo esto puede sonar despectivo, pero lo cierto es que hoy la mayor parte de la gente prefiere la aburrida estabilidad de los países como Suiza, que la incertidumbre de otras naciones entretenidas como Italia y España, donde la fiesta sólo está provocando deuda, frustración e incertidumbre para las generaciones actuales y futuras. Y es precisamente esta aburrida estabilidad la que coloca a Chile en el privilegiado lugar 23 de la lista de los mejores países para nacer. Al igual que Suiza, nosotros no calificamos bien en el índice de bostezo, lo que no debiera sorprender a nadie. En América Latina nadie nos supera en la solidez de la economía, pero tampoco en aburrimiento. Y en tiempos de crisis, como los actuales, esa combinación es un activo muy preciado.
Pero como nadie quiere ser aburrido, el riesgo para países como Chile es intentar ahora volverse entretenidos. En nuestro caso, el 2013 es peligroso, porque es un año de elecciones, donde la tentación de provocar una fiesta es alta. Por ello, debiéramos aplaudir que este gobierno provoque bostezos; esto es, que sea eficiente y con poco cuento. Es lo que necesitamos ahora.
Los candidatos, por su parte, deben cuidarse de hacer promesas muy entretenidas, porque no corresponde. Y la gente tiene que entender que hay que moderarse, que alertas como el supuesto “boom inmobiliario” son malas señales. En definitiva, la fiesta tendrá que esperar. El consuelo es que ser aburrido está de moda.
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