Diario La Segunda, Jueves 20 de Diciembre de 2012
http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2012/12/20/educacion-educacion-educacion.asp
El tema de la acreditación en educación superior está alarmando al país, y con razón. La corruptela observada es producto de una mala ley y su peor implementación. La semilla de corrupción quedó plantada al permitir la acreditación por distinto número de años. Eso tiene nombres y apellidos, y domicilios políticos sabidos.
Con todo, la mayor parte de los comentarios sobre educación son politizados, apuntan al problema equivocado (gratuita o pagada, pública o privada) y hablan poco o nada de educación propiamente tal. El nuevo movimiento de Felipe Kast ha llamado aquí a una gran política de Estado como eje del desarrollo. Y tiene toda la razón. El desarrollo no es el PIB, sino lo que ocurre con la evolución de la mente de las personas y la buena convivencia social. Eso es educación en su sentido más amplio. Son las personas las que generan las ideas y la cultura; no “la gente”, las masas, ni los recursos naturales o financieros. Lo primero, entonces, es ponerse de acuerdo en lo que queremos en educación; luego viene la pregunta de si debe ser pública, privada o mixta.
La izquierda se equivoca si le atribuye calidad y virtud a lo público por sí mismo, e igual viceversa. También es erróneo confundir el lucro con la codicia. El sector privado tiene derecho a proponer una mejor educación con los mismos recursos que usaría el Estado. En general, éste es un muy mal administrador, pues tarde o temprano se politiza. El Estado debe regular, financiar y fiscalizar. Cuando administra directamente, se convierte en juez y parte.
Veamos algunos de los fundamentales. A un país nunca le sobra educación (ideas); le puede sobrar entrenamiento (especialización profesional) o capacitación. La educación tiene que ver con pensar en forma autónoma y lograr la capacidad de autodidaxia; es decir, poder seguir aprendiendo por uno mismo. Para ser desarrollados necesitamos llegar a más de 15 años de educación promedio nacional. Hoy tenemos un poco más de 10 años promedio, y aproximadamente 1 millón de estudiantes en ese nivel. Esto quiere decir que debemos abrir aún más espacios de educación terciaria, para llegar a 2 millones; por ende, necesitamos más universidades, institutos y centros técnicos. Justo al revés de lo que se está opinando.
Sí, efectivamente planteo universidad y carreras técnicas para todos. Universidad significa un grado académico de cuatro años que enseña a pensar, da herramientas para progresar, y posteriormente sigue la especialización profesional de un año o dos, o doctorado en cuatro años. Así funcionan los mejores sistemas del mundo. Para eso se necesitan tanto universidades de excelencia como otras promedio, y otras menos buenas, para poder acoger a todos los que quieran herramientas para desarrollarse. A cada joven debemos llevarlo al máximo de su potencial, y eso es lo que genera progreso. No todas las universidades pueden ser Harvard, porque castraríamos a la mayoría de los jóvenes. En EE.UU. hay unas cinco mil entidades de educación superior y se conocen unas pocas. Hay que bajar el primer peldaño de la escalera social a los menos preparados y darles la oportunidad, pero no con un grado profesional inicialmente. Es decir, entrar a un college universitario y no directamente a las carreras profesionales especializadas. Esto es otra lógica, compatible con la riqueza actual del país. Hace 150 años no era posible; por eso la educación estatal fue elitista, profesionalizante y gratuita.
Esto tiene tres derivaciones. Primero, no se requiere la aberrante PSU, que ha destrozado la educación media, transformándola en una fábrica de preparación para esa prueba. Segundo, elimina la otra y peor aberración de obligar a niños de 17 años a definir su especialización profesional. Tercero, se acreditan universidades, no carreras, que es una locura burocrática. Más aún: la acreditación debiera estar abierta a agencias internacionales reconocidas.
Esta nueva ecología de sistema debe venir con una política de investigación en ciencia y tecnología poderosa. Necesitamos partir con US$ 200 millones/año adicionales y llegar a US$ 500 millones/año luego. Un país sin ideas propias no llega a ninguna parte. Si sólo pensamos en lo que gastamos en el Transantiago, veremos que se puede.
En este siglo hay una realidad de conocimiento y tecnologías muy diferentes al pasado. No podemos mirar al futuro por el retrovisor. Hoy hablamos del lenguaje post simbólico como eje de la educación, y por ahí hay que partir como brújula técnica. Un tema que hasta ahora no ha aparecido en la discusión.
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