La angelical modelo,
de estilizada figura,
atuendo oscuro, strapless,
un cinturón con motivos dorados:
un par de trenzas anudadas
alusión marina, unidas
por un brillante broche rectangular.
La belleza, de postura muy erguida
levemente inclinada hacia su izquierda.
Se tez muy clara, cabello rubio
hermosos brazos desnudos de porcelana,
permanece con sus bellísimos ojos
cerrados y labios entreabiertos.
El maquillaje está diseñado
en función de la escena:
la joven doncella que
se encuentra bañada bajo el sol
a la orilla del mar con un calzado
veraniego de altura que deja ver
buena parte de sus delicados pies.
Sostiene en su mano derecha
una cartera tejida en fibras vegetales
en el que sobre un fondo y borde
de color verde se repite un patrón
cuadriculado de una tonalidad
que hace juego con su cabello,
el cinturón y los dorados remaches
que adornan su calzado oscuro.
En sus manos
exquisitamente femeninas
se distinguen las uñas
pintadas de color rojo
y un anillo dorado,
mientras que la otra mano
sostiene suavemente
la parte superior de un enorme
balón transparente con franjas
con los colores del arcoiris.
La escena detenida en el tiempo,
al menos para mí, tiene la magia
y el aura de la contemplación pura.
No hay segundas intenciones:
la mirada del observador
se deja sumergir en
el estado de ensoñación
que proyecta esta modelo de ensueño.
Una belleza evanescente
que encarna por un momento
el eterno femenino
plasmando el instante epifánico
revelador del misterio
de una belleza más profunda
y permanente, de la cual
ésta maravilla es sólo expresión fugaz
mientras pasa la figura de este mundo...
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