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Mundo: El rey de los números



Nate silver es el estadístico más famoso de Estados Unidos. acertó el resultado de la elección presidencial en los 50 estados del país, pero lo más importante es que redefinió qué significa hablar de probabilidades cuando hablamos de política. 
por José Manuel Simián
Revista Qué Pasa, jueves 15 de noviembre de 2012
© AP
Es bastante probable que quien lee estas líneas ya sepa quién es Nate Silver. Es probable, también, que se haya enterado de que la fama de este estadístico de 34 años proviene principalmente de haber predicho correctamente el resultado de la elección presidencial estadounidense de 2008 en 48 de 50 estados, y de haberlo hecho aún mejor este año, acertando en todos los estados. Es probable -aunque aquí la probabilidad es menor- que el lector sepa que antes de lograr fama en el mundo de las predicciones electorales, Silver había hecho lo propio en el mundo del béisbol, aplicando sus conocimientos al desarrollo de Pecota, un sistema que permitía proyectar el desempeño y las carreras de los jugadores profesionales.
He usado “probable” en un sentido suelto, que es como solemos hacer predicciones quienes escribimos columnas de opinión sobre temas políticos o de actualidad: fijarnos en ciertos hechos o declaraciones y analizar su impacto o proyección, apoyándonos (cuando los tenemos) en sondeos o “datos duros” para dejar en claro que no nos basamos sólo en nuestras corazonadas o preferencias. Pero con su blog FiveThirtyEight -primero un proyecto independiente, ahora publicado a través del New York Times- Silver ha redefinido qué significa hablar de probabilidades cuando hablamos de política.
En las semanas anteriores a la reelección de Barack Obama muchos revisábamos FiveThirtyEight diariamente (el día antes de la elección fue responsable del 20% del tráfico del New York Times) y, una vez abierta la página, llevábamos nuestra vista al costado derecho, al rectángulo con las probabilidades que tenía Barack Obama de resultar reelecto. Silver llegaba a ese número realizando a diario miles de simulacros de la elección con las últimas encuestas por estados. Y mientras los medios de comunicación insistían majaderamente que este o aquel candidato estaba por encima del otro basados en aciertos o chascarros, el blog de Silver ofrecía una fría realidad sintetizada en ese número que, entre el 31 de mayo (63.7%) y el 6 de noviembre (90.9%), siempre fue más alto para el Presidente que para Mitt Romney.
Lo interesante fue cómo la estabilidad de ese número y la importancia que el vaticinio de Silver tenía en la opinión pública comenzó a generar escepticismo y rechazo entre columnistas políticos. Así fue como, por ejemplo, el comentarista político de Msnbc Joe Scarborough dijo que las predicciones de Silver eran “un chiste” y David Brooks, columnista del New York Times,  escribió que “los encuestadores nos dicen lo que está pasando ahora, pero cuando comienzan a proyectar el futuro, entran en el terreno de las tonterías”.
Los ataques a Silver  dicen mucho sobre los medios de comunicación. La frialdad de los números no es buen negocio para diarios y canales de televisión, que se benefician de una carrera presidencial aparentemente reñida hasta el último segundo. Eso se aplica también a los analistas políticos y columnistas de opinión, cuyas predicciones basadas más bien en corazonadas tienen mucha menor estatura cuando los números hablan con claridad.
Por ello, más que haber acertado en sus predicciones, el gran milagro de Nate Silver es haber logrado modificar el debate público estadounidense gracias a un método claro y una excepcional capacidad comunicacional. Gracias a él, el rol de las estadísticas en los medios será más importante en el futuro. Y eso, si me piden mi opinión, es un hecho.

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