por Pedro Gandolfo
Diario El Mercurio, martes 4 de septiembre de 2012
La obra poética de Óscar Hahn
merece largamente este reconocimiento.
Destaca, entre otras razones,
por su gran estilización
de la experiencia personal (Jorge Edwards).
Por la exploración metafórica
de los territorios limítrofes
del inconsciente (Óscar Galindo).
Por el entrecruce
y metamorfosis del código poético
tradicional medieval y renacentista
con el código moderno (W. Nick Hill).
O por el intrincamiento
de los signos de la sexualidad
y de los signos de la muerte (Waldo Rojas)...
…cuyo motivo está comprendido
en el verso: «Detrás de todo
gran amor la nada acecha»…
Su ductilidad para reunir
singularmente diversos
estilos, fuentes e influencias
es clave en la comprensión de su obra.
Un mismo poema puede integrar
en su unidad esas dimensiones varias
o se alimenta de ellas
como de lejanas raíces
que, tras muchas hibridaciones,
produce un fruto inclasificable
pero óptimo: transgénico (Ignacio Valente).
El otorgamiento
del Premio Nacional de Literatura
invita pues a la relectura de un poeta
que en la tradición hispanoamericana
ha logrado, gracias a su carácter
de artesano inteligente, lúdico y apasionado,
una original síntesis entre tradición y modernidad,
verso libre, disciplina métrica,
riqueza de referencias cultas y populares
e íntima unidad entre lo erótico y lo elegiaco
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