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Miles de pianos terminan en la basura o como leña.



por Daniel J. Wakin
Publicado en el diario La Segunda, 
jueves 6 de septiembre de  2012
de una selección semanal de The New York Times

El piano Knabe de media cola
dio una voltereta y aterrizó
sobre el patio posterior.

Un piano vertical Lester
se desplomó de lado
con un último lamento.

Una vez tirados diez pianos,
una pala mecánica
fue triturando teclados,
cajas de resonancia y muebles.

El lugar, un centro de transferencia
de basura ubicado en Southampton,
Pennsylvania, 30 kilómetros
al norte de Filadelfia, es sólo uno 
de los cementerios de pianos.

El valor de estos instrumentos usados,
sobre todo el de los verticales,
se ha desplomado en los últimos años.

Así, en lugar de vendérselos a un vecino,
donarlos a una iglesia o simplemente
dárselos a un familiar, ahora lo más
probable es que sus propietarios
los boten, dicen técnicos, 
empresas de traslados y comerciantes.

Las compañías de traslados
hacen viajes habituales al basurero,
desmantelan instrumentos,
venden partes a artistas
y hasta los queman como leña.

"Los despedazamos
con un martillo neumático",
dijo Jeffrey Harrington, el dueño 
de Harrington Moving & Storage 
de Maplewood, Nueva Jersey.

La reparación de los pianos es cara,
dado que exige muchas horas de trabajo
de técnicos calificados 
cuya cantidad es cada vez menor.

Hay excelentes pianos digitales
y teclados portátiles cuyo costo 
es de apenas unos centenares de dólares.

La calidad de los pianos importados baratos
ha mejorado mucho, y se los puede
comprar por menos de tres mil dólares.

"En lugar de gastar centenares o miles 
de dólares en arreglar un piano viejo,
se puede comprar uno chino nuevo
igualmente bueno o uno digital
que no necesita afinación
y tiene todo tipo de sonidos",
dijo Larry Fine, editor de 
Acoustic & Digital Piano Buyer,
la biblia de la industria.

En la web abundan los pianos usados,
lo que hace bajar los precios.

En momentos en que los costos
de traslado pueden llegar
a varios centenares de dólares,
hasta regalar un piano 
puede resultar caro.

A menudo abandonarlos
pasa a ser la única opción.

A fines del siglo XIX
y principios del siglo XX,
antes de la radio y las grabaciones,
los pianos eran la principal fuente de música 
-y hasta de entretenimiento- en una casa.

Desde 1900 hasta 1930, 
las fábricas estadounidense
produjeron millones de pianos.

En su apogeo, en 1910,
se vendieron casi 365 mil,
según la Asociación Nacional
de Fabricantes de Piano
(¡Mil pianos diarios!)

En 2011 se vendieron 41 mil,
mientras que las ventas
de pianos digitales
fueron de 120 mil
y las de teclados llegaron
a 1,1 millones, según
la revista Music Trade.

La vida útil de un piano 
rara vez supera 
los ochenta años,
dicen los técnicos.

Es por eso que 
la mortalidad de los pianos
es tan elevada en la actualidad.

Beethoven Pianos,
una compañía de restauración,
alquiler, traslado y venta
de la ciudad de Nueva York,
tiene un depósito en el barrio del Bronx
donde se acumulan infinidad de pianos
que se van a descartar, 
dijo el propietario Carl Demler.

"En invierno los quemamos",
declaró señalando 
un horno redondo de metal.
"Éste ha consumido muchos pianos".

O'Mara Meehan Piano Movers,
que se fundó en 1874, retira
entre cinco a diez pianos por mes.

La compañía trata de regalarlos,
pero Bryan O'Mara señaló
que su bodega tiene
una capacidad limitada.

Muchas iglesias y escuelas
carecen de espacio
o de recursos para mantenerlos.

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