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Empoderamientos



¿Quién, y que no sea el Estado, 
nos protege de la mayoría y del Estado? 

Bachelet podrá ser en extremo generosa 
con «derechos» a favor de quienes quiere empoderar, 
pero al resto ¿qué garantías ofrece?

Es la mayoría la que debe regir, dice Bachelet. 
Con plena protección a las garantías constitucionales 
y derechos de la minoría, pero quien manda es la mayoría”. 
Conste que el condicional último -lo de quién “manda” 
haya o no garantías- fue lo que suscitó redoblados aplausos 
el lunes pasado en el Museo de la Memoria.
Forzar legalmente una supuesta igualdad teórica correctiva produce discriminaciones reales.

por Alfredo Jocelyn-Holt - Diario La Tercera 14/09/2013


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LA PROMOCION de derechos e igualdades de las personas, muy de moda hoy en día, ¿obedece a qué? ¿A que respetamos a individuos sean quienes sean, únicos y diversos, por tanto, no cabe sino reconocerlos, como dicta el clásico criterio, o no será otro el propósito?
Es pertinente la duda. Ha habido demandas y ofertas de inclusión que han terminado siendo excluyentes, como cuando la UP invocaba al “pueblo”, y la clase media, que para nada se sentía “pueblo”, se opuso. Ocurrió también con la Concertación, apelando a la “gente”, pero produciendo resultados insuficientes según esa misma “gente”. Cuestión que ha llevado a cambiar de retórica, esta vez con un propósito electoral confeso al anticipar lo que triunfalmente anuncian como “nueva mayoría”. Intento de incluir a grupos sin mucha historia y nula organización política, a los que se estereotipa para efectos de discriminación positiva y se ofrece empoderarlos: antiguas minorías silenciosas sin partidos que pueden proporcionar la masa y levadura necesarias que han de llevar al poder (el que vale) ¿a los de siempre?
En efecto, de repente, como que todo es un derecho y, además, “humano”. Valgan dos ejemplos: 1. ¿Derecho a la cultura? En Mesopotamia, Egipto antiguo, Mesoamérica o mundo andino, hubo cultura, mucha, incluso civilización, pero ¿hubo también algo así como “derecho a la cultura”? Pregunta ociosa, lo que importa no es la cultura. Según Bachelet: “El Estado tiene que tener un rol activo en el acceso a la cultura”. Es el Estado, estúpido. 2. “Derecho a la protesta”. Cuestión que, así a secas, se presta para todo tipo de equívocos (véase discurso Museo de la Memoria, lunes pasado). ¿Es que, de  consagrarse dicho derecho, quienes protestan actuarían conforme a derecho? De nuevo Bachelet es clara, aunque no lo que entiende por estos “derechos”, sino a dónde apuntan: “En dictadura, la lucha por los derechos humanos se hizo en contra del Estado… Hoy, sin embargo, avanzamos hacia una concepción en que el Estado se convierte en garante de derechos”. Curioso lo de “garante”, la idea la hemos oído antes.
Es que escuchando a la candidata a uno le entra una duda tremenda. ¿Quién, y que no sea el Estado, nos protege de la mayoría y del Estado? Bachelet podrá ser en extremo generosa con “derechos” a favor de quienes quiere empoderar, pero ¿al resto qué garantías ofrece? Respuesta: “Es la mayoría la que debe regir. Con plena protección a las garantías constitucionales y derechos de la minoría, pero quien manda es la mayoría”. Conste que el condicional último -lo de quién “manda” haya o no garantías- fue lo que suscitó redoblados aplausos el lunes pasado.
El problema lo estamos viendo. Forzar legalmente una supuesta igualdad teórica correctiva produce discriminaciones reales. La mayor ponderación del ranking de notas para entrar a la universidad amenaza con perjudicar a egresados del Instituto Nacional, entre los mejores estudiantes del sistema. Los 40 cupos especiales para sólo mujeres en Ingeniería de la “U” no me los defendió ninguno de mis alumnos cuando les pregunté el otro día en Beauchef (algunos habrían quedado fuera). Al igualitarismo populista qué le importan unos cuantos individuos eximios sin ayuda de suspensores. ¿Cuántos votos aportan?

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