La aseveración de un connotado
y controvertido investigador,
director del Centro de Medicina Integrativa
y Ciencia Innovativa de una universidad privada,
respecto de un tema contingente
y en proceso de debate e investigación
de la comunidad científica internacional,
diciendo «que la ciencia ha demostrado
más allá de toda duda…»
no sólo es apodíptica*, sino acientífica;
una contradicción en los términos.
La ciencia es el reino de la duda
y de las verdades provisionales.
Todo se cuestiona, es sujeto a escrutinio,
y los debates no se cierran con una carta
al director de un periódico de circulación
nacional, utilizando el principio de autoridad.
Puede tomar décadas, hasta centurias,
llegar a consensos, que no son "pruebas";
sino razonables certezas que los
resultados de las investigaciones
resultan confiables y se puede ahondar
en ellos, hasta nueva evidencia en contrario.
Incluso la evidencia
está sujeta a interpretación
-es cosa de ver lo que ha ocurrido
con el anuncio del bosón de Higgs-.
Es complejo el proceso que va
de la recolección de datos,
los filtros necesarios para eliminar el "ruido",
lo que no es relevante o distractor,
y hay todo un elaborado proceso
que lleva a la conclusión
que efectivamente estamos
ante la presencia del bosón de Higgs.
y hay todo un elaborado proceso
que lleva a la conclusión
que efectivamente estamos
ante la presencia del bosón de Higgs.
(Sujeto, a su vez, a posterior
análisis y discusión).
La honestidad, el oficio,
la audacia y la imaginación,
la pasión, la inteligencia y las ganas,
la colaboración y la discusión
son fundamentales en la ciencia,
así como la paciencia y humildad
para no adelantar juicios
y arrogarse la última palabra
en temas controvertidos y todavía abiertos.
Aquí, en las columnas y cartas,
bajo el manto de la argumentación
bien, más o menos, o mal hilvanada
priman las emociones y no pocos prejuicios
y es ingenuo y arrogante pensar
que un debate se va a cerrar
porque un experto lo afirma
ante «una manga de legos»
como la mayoría de nosotros,
junto a uno que otro experto.
Si hasta se ha descalificado
de plano las opiniones y juicios
de prestigiosos investigadores,
por no estar publicando
en el área precisa que trata el tema,
(¿Qué queda para el resto de las opiniones?
Si es así, mejor que no opinen por los diarios
porque no estamos en condiciones
de discernir si lo que dicen es válido o no.)
O les creemos y acatamos.
El dogma de una ciencia que nunca ha sido tal.
Como observó el físico-matemático
británico Freeman Dyson,
Profesor Emérito del Instituto
de Estudios Avanzados de Princeton
«La complejidad central de la naturaleza humana
está en nuestras emociones, no en nuestra inteligencia.
Las habilidades intelectuales
son un medio para llegar a un fin.
Las emociones determinan lo que el fin será...
Las emociones tienen una historia más larga
y raíces más profundas que la inteligencia».
Junto con sus innegable logros,
como observa el propio Dyson
la ciencia es a la vez
«un mosaico de contradicciones».
Se puede conocer detalles muy precisos
de lo que ocurrió en etapas muy tempranas
del universo y a la vez desconocer
gran parte de la naturaleza de lo que lo conforma.
La mayoría de los debates de los blogs
es un reflejo de las emociones aludidas.
Como apunta un agudo comentarista
de este mismo blog, resulta curioso
que el investigador que originó esta carta
trate de cerrar el debate afirmando
que se ha probado más allá
de toda duda que la llamada
Píldora del Día Después (PDD)
no es abortiva, cuando las mujeres
que acuden a ella están justamente
interesadas en que lo sea.
Como decía una pancarta
en la Plaza de la Constitución
en defensa de la PDD:
«Si la cagaste, con la píldora te salvaste».
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En la lógica aristotélica, una expresión es apodíctica
se refiere a una proposición demostrable,
que es necesaria o evidentemente cierta o válida,
o por el contrario, que es forzosamente falsa o inválida.
Las proposiciones apodícticas difieren de las asertivas,
que meramente aseveran que algo es o no,
y de la proposiciones problemáticas,
que expresan únicamente
la posibilidad de que algo sea verdad.
Por ejemplo «Dos por dos es igual a cuatro» es apodíctica.
«Chicago es más grande que Omaha» es asertórica.
«Una empresa puede ser más rica que un país» es problemática.
En la lógica aristotélica, «apodíctico» se opone a dialéctico,
de la misma forma que una prueba científica difiere de algo probable o razonable.
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