por Neil Davidson
Diario Las Últimas Noticias
Sábado 21 de septiembre de 2013
Hay preguntas que sólo se les ocurren
a los niños, los científicos y a los poetas.
Una de ellas se conoce
como la «paradoja de Olbers»,
aunque es anterior al astrónomo alemán
cuyo nombre lleva: si el universo es infinito
o inmenso y la cantidad de estrellas también,
el cielo debería ser una masa sólida de luz,
ya que habrá una estrella, cercana o lejana,
en cada punto de él.
Entonces, ¿por qué es oscura la noche?
Si un niño fuera a hacer esa pregunta en el colegio,
le valdría una entrevista con los matones del curso
que terminaría con su cabeza metida en un wáter.
Pero los científicos y los poetas
tienen mayor libertad para especular.
Fue el físico Lord Kelvin
(William Thompson, barón de Kelvin)
el primero en entregar una resolución
científicamente razonada del problema,
en una ponencia de 1901; pero se anticipó
a él Edgar Allan Poe, quien escribió en 1848:
"Si la sucesión
de las estrellas fuera infinita,
la única forma de entender
los vacíos que encuentran
nuestros telescopios por doquier
sería suponiendo que está
tan lejos el fondo invisible,
que ningún rayo todavía
ha podido llegar de allí hasta nosotros".
Pensé en eso por un hito
que se anunció la semana pasada.
Según informó la NASA,
la nave espacial Voyager 1
había salido del sistema solar
el 25 de agosto de 2012
tras 36 años de viaje
para internarse en el espacio interestelar
cosa que nunca había pasado antes
con un objeto de fabricación humana.
Tratándose de una frontera tan mal marcada,
uno puede encontrar sospechosa
la precisión de la fecha,
pero algún fundamento tendrá
si se demoraron un año en calcularla.
Ese acontecimiento viene a sumarse,
entonces, a otros ocurridos
el 25 de agosto de distintos años:
la independencia de Bielorrusia,
el comienzo de la batalla de Vukovar,
la demostración del primer telescopio
de Galileo, el nacimiento de Iván el Terrible,
la muerte de Plinio el Viejo
[para no mencionar la fecha
de mi matrimonio por la Iglesia (R.R.)].
Al igual que las estrellas, de hecho,
los hitos históricos se van acumulando
hasta formar lo que debería ser
una masa indistinta.
Si alguna fecha adquiere un carácter especial,
éste se diluirá a medida que van pasando
los años y sucediendo cosas.
El ejemplo más obvio es el 11 de septiembre,
que los chilenos ahora tienen que compartir
con los norteamericanos, aun sin mencionar
otros eventos que sucedieron o partieron ese día,
como la guerra indo-pakistaní de 1965,
el sitio de Vilna de 1390, la misma destrucción
de Santiago por las hordas de Michimalonco en 1541.
Y ahora no me queda otra
que extremar la analogía:
de acuerdo a la hipótesis actual,
la mayor parte de los rayos de luz
deberían tener su origen
en una reliquia del big bang,
más brillante que el sol;
pero esa luz se ha ido desplazando
al rojo por la expansión del espacio,
y ahora sólo queda una radiación cósmica
de microondas de baja energía,
invisibles para el ojo.
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