Generalmente los maestros en el arte
de representar mundos reales o imaginarios
por medio de la ilustración, son artistas
que nos enseñan a observar.
Hay mundos encantadores
y otros esperpénticos,
universos imaginativos
y otros cerrados
en entelequias conceptuales.
Y así, de todo hay en los
escenarios de la representación visual.
Cada uno puede escoger
por donde perderse,
aunque muchas veces
somos en verdad arrastrados
por la magia del dibujo
y del tratamiento del color,
casi sin opción que
dejarse llevar por dicho torbellino.
Para los que nacimos
en los años cincuenta en Chile
y alcanzamos la adolescencia
en los años sesenta, en contadas
ocasiones, cuando íbamos al cine
teníamos oportunidad de experimentar
el espectáculo visual en movimiento
la televisión no había arribado por estos lados,
y la radio jugaba un papel muy importante
y gatillaba nuestra imaginación.
Las imágenes eran proporcionadas
principalmente por las revistas de historietas.
Los libros, no abundaban en imágenes,
por lo que un entorno carente
de ese suministro abrumador
de imágenes de hoy, todo
residía en la capacidad de imaginar.
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