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¿Por qué Chile no es desarrollado?


El siglo XX dejó en evidencia que fueron las instituciones distintas las que generaron un desarrollo económico notable en las economías de mercado, y uno muy pobre en las centralizadas.
por Rolf Lüders - Diario La Tercera 13/09/2013 
 

 
 
 
 
 
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EL DECLIVE económico relativo de Chile en el siglo XX, en el contexto de la guerra fría -en que se enfrentaron dos modelos de sociedad, una totalitaria y la otra democrática- fue uno de los factores causantes, quizás el más importante, de la crisis de 1973.  La pregunta es ¿por qué se produjo tal declive?  
Es un hecho mecánico-contable que el crecimiento económico se produce porque aumentan los recursos laborales y de capital, y porque éstos se usan en forma más productiva. En el caso chileno, en el período 1881-1983, el aumento del PIB se explicó casi exclusivamente por el aporte de los factores de producción -trabajo y capital- y casi nada por ganancias de productividad (Díaz y Wagner, PUC).  Después de 1984 las ganancias de productividad (inspiración) jugaron, con altos y bajos, un rol algo más significativo.  
Pero ¿por qué se producen diferencias  entre  países  en   las  variaciones  de  esos  factores,  de  modo que  unos  se  desarrollan  y  otros   -como Chile- no tanto?  Es común atribuirles estas diferencias a factores geográficos y/o a factores culturales. El siglo XX dejó en evidencia, entre otros por los casos de las dos Alemanias (Oriental y Occidental) y el de las dos Coreas (Norte y Sur), que fueron las instituciones (incluyendo las políticas económicas) distintas las que generaron un desarrollo económico notable en las economías de mercado, y uno muy pobre en las centralizadas. El desarrollo de Chile a partir del cambio de sistema económico en 1973 y en relación al de otros países de la región, apunta en la misma dirección. 
El país ha estado construyendo una economía social de mercado orientada a servir de sustento a su democracia representativa. El diagnóstico fue que la ausencia de los incentivos para el emprendimiento y las distorsiones en la asignación de recursos generada por la captura de los gobiernos por grupos de interés, fueron los principales responsables de la mala performance de la economía chilena antes de 1970.  
Recientemente, James Robinson, co-autor del popular Por qué las Naciones Fallan (Acemoglu y Robinson 2012) y fuerte crítico del régimen militar, declaró en “Pulso” (9.09.13) que en Chile “fueron las instituciones económicas las que bloquearon las oportunidades de muchas personas”, diagnóstico que pareciera ser coincidente con el anterior, a pesar de que lo hace extensivo al período posterior a 1973. No obstante, Chile tiene hoy -al contrario del pasado y de la impresión que tiene Robinson- instituciones relativamente inclusivas, que son aquellas que para Acemoglu y Robinson constituyen una condición necesaria para el desarrollo. 
En efecto, tenemos desde 1989 el valor máximo del indicador de restricción del poder preparado por la Universidad de Pennsylvania, y según Americas Quarterly, estamos ahora en segundo lugar en el continente en inclusión social, después de Uruguay y por arriba de EE.UU.  Para crecer y avanzar en inclusión tenemos que mejorar -entre otras cosas- la calidad de la educación preescolar y escolar, sin adoptar instituciones extractivas, como le llaman Acemoglu y Robinson. Es decir, debemos evitar, a toda costa, volver a caer en manos de grupos de interés.

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