Hacía días que no podía escribir en este blog. He estado
dedicado casi exclusivamente a pedir perdón.
He pedido perdón por los engaños de Salvador Allende al
pueblo de Chile, de cara al cual firmó un estatuto de garantías
democráticas que no pensaba cumplir, como le confesó a su
camarada periodista Regis Debray, a quien le confió que sólo
había accedido a comprometerse en él "como una necesidad
táctica", pues su meta era el "socialismo marxista, científico,
total", es decir, todo lo contrario de lo prometido en el estatuto
que había firmado, con partido único, prensa controlada,
prohibición de salir del país y envío de los disidentes a campos
de rehabilitación, al estilo marxista.
Pido perdón por ese engaño.
Pido perdón también por todos los caídos a manos del ejército
clandestino marxista, que mató 301 personas sólo entre
septiembre y diciembre de 1973, según las dos Comisiones
formadas por Aylwin a partir de 1990.
Pido perdón por los asesinatos del Intendente Carol Urzúa, del
jefe de inteligencia Roger Vergara, de los oficiales Carevic y
Zegers, intentando desconectar explosivos, por el pasajero del
metro muerto al estallar una bomba terrorista, por los
carabineros que cayeron al explotar bajo su bus una bomba
vietnamita; por los 47 uniformados asesinados entre 1978 y
1986, según la publicación de "El Mercurio" de 30 de mayo de
1986 ("Caídos por Dios y por la Patria en el Cumplimiento de su
Deber").
Pido perdón por Sebastián Piñera, que ha olvidado a tantas
víctimas del extremismo y ha insultado a aquellos de sus
propios colaboradores que trabajaron con el Gobierno Militar,
describiéndolos como "cómplices pasivos", expresión que
además de envolver una connotación delictual calumniosa
revela ignorancia, pues cómplices son los que "cooperan a la
ejecución del hecho por actos anteriores o simultáneos", de
modo que desde el momento en que realizan "actos" no
pueden ser pasivos y si son pasivos no pueden ser cómplices.
Todo lo cual revela el guirigay que tiene en la cabeza, ya
revelado cuando afirmó que el voto "no" en el plebiscito
permitía un más pronto retorno a la democracia, en
circunstancias en que era el voto "sí" la vía más corta, pues
reducía en un año la primera presidencia de Augusto Pinochet
y hacía posible la vigencia del articulado permanente de la
Constitución, que hacía posible esa plena democracia, desde
un año antes.
Pido perdón por Oscar Guillermo Garretón, quien
afirmó que "las víctimas son culpa de la dictadura si
bien la violencia fue culpa de todos", por su olvido de
las víctimas del marxismo, en particular las más
indefensas, como el poblador Simón Yévenes o
el guardia del Intendente Carol Urzúa que se arrastró malherido tras el atentado que
mató a éste, pero a quien remató en el suelo con numerosos
balazos en la espalda una "mujer metralleta" del MIR;
o el agricultor Raúl Vásquez, quemado dentro de la casa de su
fundo en 1972 por los marxistas, o Antonieta Maachel, que se
suicidó en su fundo "La Tregua" en 1970, tras ser ultrajada por
una banda marxista que le había usurpado su casa y su tierra.
Y pido perdón también por haber ido Garretón, en los inicios
del régimen unipopulista, como asesor para la expropiación de
bancos por Allende, barbudo, vestido de guerrillero y con una
pistola (la cual puso sobre la mesa) para después anunciarles a
los aterrorizados funcionarios del banco que éste iba a ser
expropiado y que no debían sacar de él ni siquiera una
máquina de escribir, cosa que me ha relatado (y autorizado
para repetir) el gerente de operaciones de la institución allí
presente, don Hernán Isotta, hace poco rato, a propósito de la
moderación que parece exhibir ahora Garretón.
Pido perdón por la injusta condena que han hecho Sebastián
Piñera y la directiva de los jueces de izquierda (que en lugar de
pedir ellos perdón por dejar a los delincuentes libres y
desconocer todas las leyes en su persecución prevaricadora a
los uniformados (r), de la judicatura de décadas atrás y que
ahora exigen a la Corte Suprema pedir perdón por las
actuaciones de ésta durante el Gobierno Militar, actuaciones
que han sido falseadas por el Informe Rettig y por el propio
Sebastián Piñera en estos días, acusando a los Tribunales de
entonces por supuestamente no acoger recursos de amparo.
Los catorce ministros del pleno de la Corte Suprema, en 1991,
rechazaron tales imputaciones y declararon: "...se aparta de la
verdad el aserto de que se habría dejado en la indefensión a las
personas sin base legal alguna, contrariando la normativa
jurídica. Lo que ha querido decir el Informe es que se habría
contrariado la interpretación que eventualmente le habrían
dado a esas mismas normas, los firmantes del Informe, lo que
es bien distinto".
El pleno declaró al Informe Rettig como un "apasionado,
temerario y tendencioso producto de una investigación
irregular y de probables prejuicios políticos".
El Presidente de la República haría bien en dejar de opinar
sobre temas que desconoce y preocuparse del creciente clima
de insubordinación y caos que vive el país por su falta de
autoridad, a raíz de lo cual los chilenos ni siquiera pueden
obtener documentos de identidad o pasaportes que les
permitan viajar al exterior en busca de mejores horizontes que
los ofrecidos en esta tierra de crecientes discriminaciones,
Ocupado Pidiendo Perdón
Escribe don Hermógenes Pérez de Arce I.
Hacía días que no podía escribir en este blog. He estado
dedicado casi exclusivamente a pedir perdón.
He pedido perdón por los engaños de Salvador Allende al
pueblo de Chile, de cara al cual firmó un estatuto de garantías
democráticas que no pensaba cumplir, como le confesó a su
camarada periodista Regis Debray, a quien le confió que sólo
había accedido a comprometerse en él "como una necesidad
táctica", pues su meta era el "socialismo marxista, científico,
total", es decir, todo lo contrario de lo prometido en el estatuto
que había firmado, con partido único, prensa controlada,
prohibición de salir del país y envío de los disidentes a campos
de rehabilitación, al estilo marxista.
Pido perdón por ese engaño.
Pido perdón también por todos los caídos a manos del ejército
clandestino marxista, que mató 301 personas sólo entre
septiembre y diciembre de 1973, según las dos Comisiones
formadas por Aylwin a partir de 1990.
Pido perdón por los asesinatos del Intendente Carol Urzúa, del
jefe de inteligencia Roger Vergara, de los oficiales Carevic y
Zegers, intentando desconectar explosivos, por el pasajero del
metro muerto al estallar una bomba terrorista, por los
carabineros que cayeron al explotar bajo su bus una bomba
vietnamita; por los 47 uniformados asesinados entre 1978 y
1986, según la publicación de "El Mercurio" de 30 de mayo de
1986 ("Caídos por Dios y por la Patria en el Cumplimiento de su
Deber").
Pido perdón por Sebastián Piñera, que ha olvidado a tantas
víctimas del extremismo y ha insultado a aquellos de sus
propios colaboradores que trabajaron con el Gobierno Militar,
describiéndolos como "cómplices pasivos", expresión que
además de envolver una connotación delictual calumniosa
revela ignorancia, pues cómplices son los que "cooperan a la
ejecución del hecho por actos anteriores o simultáneos", de
modo que desde el momento en que realizan "actos" no
pueden ser pasivos y si son pasivos no pueden ser cómplices.
Todo lo cual revela el guirigay que tiene en la cabeza, ya
revelado cuando afirmó que el voto "no" en el plebiscito
permitía un más pronto retorno a la democracia, en
circunstancias en que era el voto "sí" la vía más corta, pues
reducía en un año la primera presidencia de Augusto Pinochet
y hacía posible la vigencia del articulado permanente de la
Constitución, que hacía posible esa plena democracia, desde
un año antes.
Pido perdón por Oscar Guillermo Garretón, quien
afirmó que "las víctimas son culpa de la dictadura si
bien la violencia fue culpa de todos", por su olvido de
las víctimas del marxismo, en particular las más
indefensas, como el poblador Simón Yévenes o
el guardia del Intendente Carol Urzúa que se arrastró malherido tras el atentado que
mató a éste, pero a quien remató en el suelo con numerosos
balazos en la espalda una "mujer metralleta" del MIR;
o el agricultor Raúl Vásquez, quemado dentro de la casa de su
fundo en 1972 por los marxistas, o Antonieta Maachel, que se
suicidó en su fundo "La Tregua" en 1970, tras ser ultrajada por
una banda marxista que le había usurpado su casa y su tierra.
Y pido perdón también por haber ido Garretón, en los inicios
del régimen unipopulista, como asesor para la expropiación de
bancos por Allende, barbudo, vestido de guerrillero y con una
pistola (la cual puso sobre la mesa) para después anunciarles a
los aterrorizados funcionarios del banco que éste iba a ser
expropiado y que no debían sacar de él ni siquiera una
máquina de escribir, cosa que me ha relatado (y autorizado
para repetir) el gerente de operaciones de la institución allí
presente, don Hernán Isotta, hace poco rato, a propósito de la
moderación que parece exhibir ahora Garretón.
Pido perdón por la injusta condena que han hecho Sebastián
Piñera y la directiva de los jueces de izquierda (que en lugar de
pedir ellos perdón por dejar a los delincuentes libres y
desconocer todas las leyes en su persecución prevaricadora a
los uniformados (r), de la judicatura de décadas atrás y que
ahora exigen a la Corte Suprema pedir perdón por las
actuaciones de ésta durante el Gobierno Militar, actuaciones
que han sido falseadas por el Informe Rettig y por el propio
Sebastián Piñera en estos días, acusando a los Tribunales de
entonces por supuestamente no acoger recursos de amparo.
Los catorce ministros del pleno de la Corte Suprema, en 1991,
rechazaron tales imputaciones y declararon: "...se aparta de la
verdad el aserto de que se habría dejado en la indefensión a las
personas sin base legal alguna, contrariando la normativa
jurídica. Lo que ha querido decir el Informe es que se habría
contrariado la interpretación que eventualmente le habrían
dado a esas mismas normas, los firmantes del Informe, lo que
es bien distinto".
El pleno declaró al Informe Rettig como un "apasionado,
temerario y tendencioso producto de una investigación
irregular y de probables prejuicios políticos".
El Presidente de la República haría bien en dejar de opinar
sobre temas que desconoce y preocuparse del creciente clima
de insubordinación y caos que vive el país por su falta de
autoridad, a raíz de lo cual los chilenos ni siquiera pueden
obtener documentos de identidad o pasaportes que les
permitan viajar al exterior en busca de mejores horizontes que
los ofrecidos en esta tierra de crecientes discriminaciones,
violencia izquierdista y desfiguración histórica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS