Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 14 de septiembre de 2013
Esta antología, con selección y notas del poeta Juan Cristóbal Romero, es de lectura tan grata como sorprendente. Con razón recuerda el editor que el soneto “fue durante años el filtro que utilizó parte importante de la crítica para distinguir la calidad de un poeta: quienes salían airosos eran encaramados a los altares; a quienes cojeaban de alguna sílaba o abrochaban ya sin aliento los tercetos con una rima floja, se les despreciaba como a versificadores de domingo”. Ese desafío para todo poeta se manifiesta en que por muy vanguardista que fuera, Huidobro escribió sonetos, igual que Mistral, Neruda, De Rokha, Parra y Lihn, entre tantos otros. De ahí que el libro, como lo sugiere Romero, puede funcionar también como una antología de la mejor poesía chilena desde Pedro de Oña a Óscar Hahn (los poetas jóvenes, incluido el editor, han sido deliberadamente omitidos). Adriana Valdés, autora del prólogo, indica las múltiples posibilidades del soneto, desde el cuadro costumbrista a la férrea prisión, desde la ironía y la rabia a la cursilería enorme. Y de todo ello hay en el libro, con presencias inesperadas; ¿quién recuerda que Pedro Sienna, además de pionero del cine, fue poeta, y bueno? ¿O que Manuel Rojas se inició como poeta y seguía un complicado método de escritura que lo llevaba a gastar más de cien hojas para escribir un soneto? ¿O que Blest Gana, aparte de sus grandes novelas, escribió sonetos que se encuentran, como bien dice Valdés, entre lo mejor del siglo XIX chileno? Pero, además, la sorpresa y la gracia de la antología descansan en el diálogo que se establece al interior de una forma precisa y muy regulada de escribir poesía. Apreciar la manera en que abordan el soneto poetas de talantes y tiempos tan distintos es un ejercicio de indudable frescura y vivacidad. Aparte hay que destacar las notas introductorias de Juan Cristóbal Romero, que construyen otro hilo que enlaza toda la poesía chilena, hecho “con conocimiento, humor y buena pluma”, como destaca Adriana Valdés en el prólogo. Algunas muestras: “Escribió mucho y publicó demasiado”, sobre Daniel de la Vega; “a pesar de haber sido un buen poeta, aseguran, fue una excelente persona”, sobre Carlos R. Mondaca; “poeta eminentemente de ocasión. Compuso poemas como el mar da peces, por la sola fuerza de su naturaleza”, sobre Mercedes Marín del Solar.
Juan Cristóbal Romero, selección y notas. Tácitas, Santiago, 2013. 233 páginas.
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