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Un conjunto de mecanismos que deben funcionar contra viento y marea...‏



ARTES Y LETRAS
Comentario de Cine
por Christian Ramírez
Diario El Mercurio, Domingo 10 de Noviembre de 2013

Christian Ramírez Por más que nos hayamos digitalizado al cien por cien, el corazón del audiovisual no ha cambiado mucho desde los días en que Hitchcock insistía en que su materia prima era la emoción. Todavía somos presa de ésta -a veces, más de lo que nos gustaría reconocer- cada vez que estamos frente a una pantalla. Y por lo mismo no falta el que quiere atrapar el genio dentro de la botella a como dé lugar: convertir la búsqueda de esa emoción en una ciencia exacta, amparados en estructuras, técnicas y trucos garantizados para atraer audiencias.

Desde el primer minuto, es evidente que "Capitán Phillips" también es uno de esos productos; pero, a diferencia del 90% de sus parientes, aquí los dispositivos funcionan a la perfección. Uno cae redondito y se sumerge sin esfuerzo en el drama del MV Maersk Alabama, que en abril de 2009, frente a la costa de Somalia, se transformó en el primer carguero estadounidense atacado por piratas en casi 200 años. Cuatro sujetos armados contra una tripulación de veinte, encabezada por el capitán Rich Phillips (Tom Hanks, en el filme), cuya prioridad es mantener a su gente con vida mientras llega la "caballería", sin darse cuenta de que en el proceso él mismo se convertirá en un héroe de cara a los medios.

Y ahí es donde la película hace la diferencia: aunque contiene todos los elementos y clichés obligados en estos casos -tiroteos, máxima tensión, altos niveles de suspenso-, "Capitán Phillips" poco se interesa en las consecuencias y efectos de ese material, y sí mucho en el proceso que los genera. Para horror de algunos expertos en guión, se diría que todo en la cinta -partiendo por su trama- gira en torno a procedimientos: acabamos sabiendo más de cómo sacar un barco de puerto, navegar por un curso solitario y ejercer la defensa antipiratería, que de la biografía, las fortalezas y debilidades del protagonista. Son esos datos, y no la "sicología de los personajes", lo que parece ir propulsando en forma constante la historia, al punto que una vez que asaltantes y tripulantes comienzan su juego de gato y ratón, la película va adquiriendo rasgos del barco que la aloja: un objeto en permanente movimiento, un conjunto de mecanismos que -puestos en el mar, puestos en pantalla- debe funcionar contra viento y marea.

Viniendo de quién viene, este énfasis en la acción y el hacer no es novedad: Paul Greengrass, director de la cinta, había dejado esa huella marcada a fuego en sus filmes de Jason Bourne -"The Bourne Supremacy" (2004) y "The Bourne Ultimatum" (2007)-, donde la vacua identidad del agente secreto era reemplazada por el hiperrealismo de sus correrías, pero sobre todo por su trabajo en el mejor filme de ficción realizado en torno al 11-S: "United 93" (2006), la historia del vuelo estrellado en Pennsylvania.

También basada en hechos reales, "Capitán Phillips" extiende y complementa la apuesta antiheroica de dicho filme, pero además refuerza de forma muy inquietante la paradoja que anida en toda historia de acción: para cuando la violencia, las emociones y el shock hacen su aparición (en el último tercio de la cinta), todos los cuidados procesos que habían requerido nuestra atención -emprendidos tanto por marinos como por piratas- han sucumbido bajo el peso de su propia maquinaria. Impulsados al extremo por los realizadores, su estructura, su trama y sus motivaciones continúan "milagrosamente" en movimiento, alimentadas por una audiencia que a esas alturas ni siquiera está pensando en el remate o en la resolución. Tan absorta se encuentra en el derrumbe, en el caos.

Captain Phillips

Dirección: Paul Greengrass.

Con Tom Hanks y Barkhad Abdi.

País: Estados Unidos, 2013.

Duración: 134 minutos.

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