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El grupo más favorecido por el Binominal: el Partido Comunista. Con 5% no habrían accedido al Congreso en un sistema proporcional‏



¿La última del binominal?


por Ascanio Cavallo 

Diario La Tercera, sábado 16 de noviembre de 2013
DE acuerdo con la última encuesta del CEP, un 51% de los chilenos aprueba la reforma del sistema binominal. El estudio de sistemas alternativos ha avanzado este año como nunca antes y ya soy muy pocos los dirigentes políticos que sostienen que el empate forzoso que produce el binominal es más importante que la legitimidad electoral. Hoy, el grupo más favorecido es el Partido Comunista, cuya fuerza de alrededor de 5% le haría imposible acceder al Congreso, pero tiene la importancia suficiente en los márgenes para estimular a sus socios a omitirse en algunos distritos.
El sistema binominal fue elaborado en las postrimerías del pinochetismo.En la teoría, buscaba impedir que una mayoría circunstancial se convirtiera en una aplanadora para una minoría significativa. En la realidad, partía de la base de que la derecha chilena había representado un tercio durante la mayor parte del siglo XX y era preciso garantizarle una presencia eminente en los órganos representativos, esto es, que un tercio tuviese un peso semejante a una mayoría inferior a dos tercios. Era, entonces, un diseño defensivo, una manera de controlar el efecto del voto para prevenir que la transición fuese una vuelta de sartén.
El triunfo de Piñera, con mayoría absoluta y en segunda vuelta, alteró ese historial minoritario en el 2010, después de 52 añosen que la derecha no ganaba el poder en forma democrática (con un estrecho tercio en 1958). Pero, igual que le ocurrió a la Concertación en los 20 años anteriores, no le dio la mayoría equivalente en el Congreso y se convirtió en el candado invertido.
Se diría que, dados estos datos y estas contradicciones, la de este domingo tendría que ser la última elección parlamentaria con el sistema binominal.
Sin embargo, ello depende ahora de dos movimientos contradictorios: de un lado, que la derecha no vuelva a asustarse ante el evento de un resultado demasiado adverso (aunque improbable) en las elecciones parlamentarias, un resultado que, digamos, amenace los altos quórums que forman la otra parte del cerrojo institucional; y del otro, que se refuercen las tendencias renovadoras que se han hecho presentes en la derecha durante este gobierno, más dispuestas a exponerse ante las veleidades sociales y más sensibles a la legitimidad social que al poder puro y duro.
Si es cierto que estas elecciones plantearán a la Nueva Mayoría un problema de gobernabilidad de magnitudes sólo comparables al que tuvo Patricio Aylwin en 1990, es más cierto que la encrucijada de la derecha será, desde el domingo en la noche, más profunda y más extensa en los cuatro años que vienen. El binominal será una parte de esos entreveros.

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