por Ascanio Cavallo
Diario La Tercera,
lunes 18 de noviembre de 2013
Michelle Bachelet consiguió ayer una ventaja contundente para la carrera presidencial, pero falló en su principal objetivo, que era obtener la mayoría absoluta en primera vuelta. Ese fracaso oculta un detalle más delicado: porcentualmente, obtuvo más o menos lo mismo que en 2005, cuando se enfrentó a Sebastián Piñera y Joaquín Lavín. Esto significa que las ventajas proclamadas con su gestión en ONU Mujeres, su ausencia de la coyuntura y su regreso con vientos de gloria no tuvieron, al fin, una traducción electoral significativa, excepto por el hecho de que nunca antes un Presidente ha tenido tantas perspectivas de ser reelegido en Chile.
Bachelet no fue perforada por la presencia de otros ocho candidatos, como no lo fue Eduardo Frei Ruiz-Tagle en 1993, con cinco competidores más. Fue deteriorada por el mismo Marco Enríquez-Ominami que en el 2009 le quitó 20 puntos a Frei y ahora, con la mitad de aquel año, ha bloqueado a Bachelet la posibilidad de superar el 50%. Queda por verse si Enríquez-Ominami hará lo mismo que entonces -entregar su apoyo para la segunda vuelta a regañadientes y a última hora a la candidatura de centroizquierda- o si buscará una manera nueva de mantener su fuerza electoral para el 2017.
En la segunda vuelta del 2006, Bachelet repuntó casi ocho puntos para lograr el 53,5%. La teoría diría que los cerca de 18 puntos capturados por los candidatos situados a su izquierda tendrían que volcarse en su favor. Pero lo que esta primera vuelta ha demostrado es que el voto está más volátil y veleidoso que nunca antes. La sentencia de Bachelet -“Hoy es más difícil gobernar”- se puede trasladar al desempeño electoral: “Hoy es más difícil ganar”. Sus adversarios tendrán que tomar nota, por el contrario, de que en las regiones golpeadas por el terremoto del 2010 Bachelet superó con largueza la línea del 50%, lo que confirma tanto la inutilidad como la torpeza de acusarla por esa catástrofe.
Tanto el esfuerzo fallido de ganar en primera vuelta como los limitados resultados parlamentarios -más triunfales que en elecciones anteriores, pero insuficientes para la mayoría de las reformas contenidas en su programa- sugieren que Bachelet enfrentará más dificultades no sólo en su eventual gobierno, sino, antes que eso, en la segunda parte de su campaña.
Sería muy difícil que Bachelet no consiga en los próximos 30 días los tres puntos y fracción que le faltaron en la primera vuelta. Pero tendrá que luchar por ellos.
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