por Luis Larraín
Diario El Mercurio, Sábado 20 de Octubre de 2012
http://blogs.elmercurio.com/reportajes/2012/10/20/vox-populi.asp
Diario El Mercurio, Sábado 20 de Octubre de 2012
http://blogs.elmercurio.com/reportajes/2012/10/20/vox-populi.asp
En una semana más, los chilenos mayores de 18 años que viven en el país podrán ejercer su derecho a voto para elegir a alcaldes y concejales de todas las comunas de Chile.
Por primera vez el voto será voluntario y ello confiere a esta elección un elemento novedoso, que desde ya plantea diferencias políticas entre los chilenos. Existe la posibilidad de que la abstención sea más alta que lo habitual, pues no habrá multas para quienes no concurran a votar y porque, además, esta nueva circunstancia puede abrir los ojos a muchos chilenos que se preguntan cuán relevante es su voto, sobre todo frente a una campaña chata en contenidos, donde sólo vemos los rostros de candidatos que inundan nuestras calles con carteles y anuncios que nada nos dicen.
Cualquiera sea el porcentaje de votación (el año 2008 para la última elección municipal votó el 58% de la población con derecho a hacerlo), mi impresión es que en el futuro la oferta de los candidatos deberá mejorar: ese es uno de los efectos del voto voluntario. En Libertad y Desarrollo hemos planteado alguna vez que sería razonable que las elecciones municipales se realicen en distintas fechas en las diferentes comunas, de modo de privilegiar la discusión de los temas locales y permitir así a los electores manifestar sus preferencias de manera más informada. Quizás ha llegado la hora para esa propuesta.
El voto voluntario tiene detractores. De hecho a la mayoría de los concertacionistas no les gusta y lo aprobaron solamente porque no se atrevieron, en la última campaña presidencial con Eduardo Frei, a sostenerlo públicamente dado que la mayoría está por el voto obligatorio.
Por otra parte, ciertos sectores del movimiento estudiantil, la dirigenta Eloísa González de ACES entre ellos, han llamado a boicotear las elecciones. Reflejan con ello la radicalidad de sus posturas: no creen en el voto y la democracia para dirimir nuestras diferencias, sino que prefieren la movilización y la calle, con su secuela de violencia, como mecanismo para imponer sus posiciones. Es la misma lógica de quienes exigen asamblea constituyente para reformar la Constitución, desconociendo la potestad del Congreso para hacerlo dentro de los cauces que establece nuestra institucionalidad.
Y es que el problema de Eloísa González con las elecciones es que las pierde. Y en eso no tiene nada que ver el sistema binominal como dicen algunos, ya que para esta elección el sistema electoral es uninominal para alcaldes y proporcional para concejales. El problema de ellos es que son minoría.
Porque, de lo contrario, Camilo Ballesteros, uno de los líderes del movimiento estudiantil y candidato a alcalde del Partido Comunista por la comuna de Estación Central, de las más populares de Santiago, debiera ganarle holgadamente al UDI Rodrigo Delgado. Y no le va a ganar.
Como tampoco le va a ganar Josefa Errázuriz a Cristián Labbé en Providencia, ni la ex ministra de Michelle Bachelet, la socialista Soledad Barría, a Germán Codina, candidato de Renovación Nacional en Puente Alto, la comuna más grande de Chile con una alta votación de gente de bajos ingresos.
Y lo más probable es que otra ex ministra de Bachelet, la emblemática Carolina Tohá del PPD, tampoco le gane a Pablo Zalaquett de la UDI.
Porque la derecha no es minoría en este país como algunos creen, sino que puede ganar cualquier elección cuando su oferta a la ciudadanía es mejor que la de sus adversarios. También puede perder, por cierto, como sucederá en otras comunas donde la Concertación elegirá a sus candidatos. Porque las dos grandes coaliciones que hay en la política chilena, pese a todas las críticas, pese a los errores que puedan haber cometido, siguen representando a las grandes corrientes de pensamiento que hay en Chile y obtendrán una altísima proporción de los votos emitidos el 28 de octubre, superando con creces las votaciones del Partido Comunista y las de movimientos como el PRO de Marco Enríquez.
En definitiva, el domingo 28 de octubre, el voto le ganará a la calle.
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