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Municipales que no se presidencializaron


Diario El Mercurio, Editorial, Domingo 14 de Octubre de 2012

Contrariamente a lo que algunos auguraban, la actual campaña de elecciones municipales no se transformó en una suerte de plebiscito sobre las elecciones presidenciales de 2013. Quedan sólo 15 días de ella, y todo indica que eso ya no ocurrió. Pudo haber sucedido, sobre la base de los resultados de ambas coaliciones y de los apoyados por quienes aspiran a competir desde fuera de ellas.
Pero la ex Presidenta Bachelet -cuyo respaldo según las encuestas más que cuadruplica el que recibe la Concertación- se mantiene silenciosa, y en el campo aliancista tampoco pueden cobrar protagonismo los dos ministros que aparecen como más probables cartas presidenciales. Así, la campaña en curso no se presidencializó por sus eventuales actores, y tampoco parece sostenible que, resulte o no sorpresivo el resultado municipal, sea él proyectable a la presidencial, que ha seguido otros carriles y que predeciblemente será más equilibrada que la foto bacheletista de las encuestas.
Hechos de esta semana, proyecciones para 2014-2018
En cambio, cobran renovada importancia las primarias, cuya ley acaba de aprobarse y a las que la UDI, que era renuente a ellas, ahora se allana. En ese cuadro, una pregunta central debería ser qué elementos de juicio tenemos hoy, sobre hechos que estén sucediendo ahora, para esbozar el panorama del próximo cuadrienio presidencial. La semana pasada aporta al respecto elementos interesantes.
Desde luego, están los datos económicos. Entre otros, el FMI ha informado que en 2012 el PIB per cápita de Chile supera al de Argentina y pasa a ser el más alto de Latinoamérica, quedando entre los " top 50" del mundo; se proyecta que superará los 20 mil dólares en 2014; el Imacec de agosto llegó a 6,2%; los expertos estiman que la crisis internacional ya no llegó a Chile en 2012. Todo lo anterior es fruto de un manejo económico responsable, sostenido por más de tres décadas, en gobiernos muy disímiles, con una política de acuerdos amplios y fuerte énfasis en el desarrollo social.
No parece que esos problemas macroeconómicos vayan a ser los que nos atenacen bajo el próximo gobierno, a menos que se echen por la borda todos los criterios exitosos mantenidos hasta ahora. Más bien serán los que la experiencia internacional muestra como propios de países de desarrollo medio, cuando se desatan expectativas que creen poder quemar etapas para gozar del desarrollo pleno.
Eso no es realista. Lo muestra otro hecho de esta misma semana. Superar el desastre del Transantiago, fue encomendado desde 2007 a figuras de alta capacidad, que no sólo no lo lograron, sino que no tuvieron capacidad de obtener mejoramientos reales. Pero esta semana por primera vez se rompió la negativa tendencia de la evasión, gracias una mejor gestión -cambio de contratos, incentivos correctos, refuerzo de la fiscalización-. Ahora se tiene un horizonte creíble en cuanto a que esa sangría puede eliminarse. Esto no se ha conseguido con improvisaciones, sino con tesón y rigor técnico.
Hay, también en esta semana, una muestra de lo que sucede cuando ese rigor sistemático no se aplica: el fallo del "caso bombas", frente a un gravísimo problema de incipiente organización terrorista, expresa un fracaso de todos los poderes y órganos del Estado concernidos, que no han sabido coordinarse para corregir a tiempo las fallas de gestión que siempre se supo que presentaría una modernización procesal enorme, pero indispensable. La seguridad pública en todos sus niveles -desde los "lanzazos" hasta los "bombazos" y el narcotráfico y sus ramificaciones delictivas en nuestro territorio, particularmente en el extremo norte- tiene altísima prioridad entre las preocupaciones ciudadanas y de los medios de comunicación, pero ostensiblemente no lo es para las dirigencias políticas e institucionales competentes. La ciudadanía necesita una respuesta convincente, pero los voceros institucionales han sido parcos en sus explicaciones. Tal vez los anuncios presidenciales sobre "reforma a la reforma" marquen un rumbo de solución. A todo evento, el próximo gobierno deberá abordar esta situación de inseguridad, incongruente con los logros del país en otras áreas.
También lo será el de incrementar la competitividad de Chile, que se ha ralentizado. Eso supone reformas laborales cuya larga postergación sólo se pagará con más freno al desarrollo. Y supone también resolverse a enfrentar el problema de la energía, que según una estimación de la Cámara de Comercio de Santiago, conocida también esta semana, cuesta a Chile 7.400 millones de dólares anuales adicionales. Lo informado por Codelco en cuanto a que el proyecto de ampliación de El Salvador deberá detenerse, porque no puede financiarse el costo de la energía, es una advertencia dramática: el futuro gobierno tendrá que promover un integral cambio de enfoque, para sobreponerse a la virtual parálisis a que están llevando el ambientalismo ultrancista, el populismo irresponsable, los intereses creados de diversos grupos, la irreflexiva suscripción de compromisos internacionales -como el Convenio 169 de la OIT, entre otros- por el buen tono que se les atribuye, sin atender a sus consecuencias reales para Chile ni a que las grandes potencias se cuidan bien de someterse a ellos. Cabe presumir que la población reaccionará en defensa de su propio bienestar, y bajo la próxima Presidencia ya no será gratis oponerse a todos los proyectos energéticos.
También la infraestructura -carreteras, puertos y aeropuertos- tendrá que dar un salto en ese período, pues tras estar en un nivel razonable para nuestra escala hace pocos años, hoy evidencia insuficiencias entrabadoras. Los anuncios del ministro de OO.PP. esta semana son alentadores, pero la tarea no es de un año, sino de mediano plazo. El incremento de 300 mil automóviles por año, bienvenido como avance socioeconómico, demanda, sin embargo, ajustes mayores a la red vial.
Hechos duros, expectativas cumplibles
Tales demandas no son incumplibles. Hechos duros, como el que esta semana un importante grupo financiero internacional haya comprado una AFP chilena en 1.500 millones de dólares, son elocuentes. Tales operaciones no se realizan sino cuando hay fría confianza en las capacidades de un país.

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