WELCOME TO YOUR BLOG...!!!.YOU ARE N°

Jorge Millas por Francisco Mouat



Un amigo me envía el fragmento de una de las últimas entrevistas realizadas a Jorge Millas:
Francisco-Mouat-nueva.gif
-¿Qué le ha enseñado la filosofía?
-Creo que fundamentalmente me ha enseñado a ser tolerante y a rechazar todo dogmatismo. También me ha llevado a ejercer un control medianamente racional sobre mis instintos y mis frustraciones.
-¿Qué le ha enseñado la vida?
-La vida me ha llevado a la conclusión de que el bien más preciado que podemos perseguir es la bondad, más que el saber.
El filósofo Jorge Millas era un crack: sabio, bueno y lúcido, venció su natural timidez para levantar la voz en tiempos de oscuridad. Lo más cerca que estuve físicamente de él fue en ese maravilloso y terrible acto del Teatro Caupolicán el 27 de agosto de 1980, pocos días antes del plebiscito para aprobar o rechazar la nueva Constitución, cuando encerrados y rodeados de militares unos pocos miles de chilenos nos reunimos a testimoniar nuestro rechazo a la dictadura y a su afán de concretar mediante esa Constitución la perpetuación de Pinochet en el poder. Esa noche hubo sólo dos oradores: un ex Presidente: Eduardo Frei Montalva, y un filósofo: Jorge Millas. De Frei recuerdo la excitante novedad que significaba en ese momento -al menos para mí- escuchar un discurso grandilocuente y enérgico a favor de la democracia y llamando a votar "No" en el plebiscito. Yo tenía dieciocho años y era feliz asistiendo a la primera concentración política de mi vida. De Millas recuerdo la tranquilidad con que leyó su discurso, y la belleza y precisión de sus palabras.
Desde ese día sentí admiración por él. En una librería de viejos encontré, compré y leí un libro suyo que se llamaba, si no recuerdo mal, Idea y defensa de la universidad. No mucho después de su aparición pública en el Caupolicán, Millas fue expulsado de la Universidad Austral de Valdivia. Por supuesto ya lo habían echado hacía mucho rato de la Universidad de Chile. Una de las mejores cabezas de este país no cabía en esa universidad intervenida, vigilada, completamente ajena a su naturaleza libertaria y pensante.
Millas terminó sus días dictando clases particulares en su casa para sobrevivir. Al poco tiempo enfermó y murió en silencio en 1982. Agustín Squella me regaló años atrás un libro de homenaje a Jorge Millas editado en 2006 en Valparaíso. El volumen es completísimo y se cierra con sendos versos de Nicanor Parra y Gonzalo Rojas.
Parra: "Cuando murió Jorge Millas/ Escribí lo siguiente/ Después de una larga y escandalosa persecución/ Ha dejado de existir en este país/ El profesor Jorge Millas/ El orador/ el poeta/ El filósofo Jorge Millas Jiménez/ Conceptuado x moros & cristianos/ Como el hombre + lúcido de Chile/ El + humilde/ el + desinteresado".
Rojas: "Mejor nacer alerce, un estirón/ de dos mil quinientos años figúrate/ con todo el oxígeno, y no el Pelida Aquiles/ tobillo quebrado./ Pensar que estuviste aquí a mi mesa tan gozoso/ comiendo, tomando como un rey/ en el viejo oleaje de los adivinos sin/ pompa, ¡tan lejos/ de los muelles sucios de Santiago!/ Discursos, malezas/ en el Católico. Fuera de esto/ ¿cómo estás?".
Reviso los archivos y leo lo que dijo en el Caupolicán esa noche de agosto de 1980. Empezó llamándonos "Conciudadanos". Volver a escucharlo es estimulante: "Dudábamos de muchas cosas, pero no de nuestro derecho a la duda. Vacilábamos, a veces, sobre el camino a seguir, pero nos animaba la fe de poder encontrarlo, como en el pasado, mediante el esfuerzo común de todos. Discutíamos, pero sin odio y sin temor. No temíamos a los abusos de poder, porque los abusos eran públicos, y públicamente se juzgaban por una prensa libre. Cuando llegaba el momento del gran rito democrático de designar mediante nuestros votos al ciudadano a quien se confiaba el mando supremo, pero no soberano, de la nación, juzgábamos, discutíamos, comparábamos a distintas personas y hacíamos que nuestro sentir y nuestro pensar de hombres libres nos ayudaran a sortear, sin dogmatismo, la encrucijada práctica entre la incertidumbre y la esperanza. Desconfiábamos de los partidos únicos y también de los hombres únicos".
Como buen filósofo, Millas no tenía una vara mágica para resolver los problemas, pero al menos sabía que identificarlos y hacerlos comprensibles era un importante y necesario punto de partida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS