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¿De qué está hablando esta película?‏


  • 360

por Ascanio Cavallo
Diario El Mercuio, Sábado 13 de Octubre de 2012

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Con el seudónimo de Blanka, una joven eslovaca (Lucia Siposová) se inscribe para ejercer de prostituta por internet. Su primer cliente es el ejecutivo inglés Michael Daly (Jude Law), que pasa una noche de soledad en Viena. En París, Zina (Jamel Debbouze), un dentista musulmán, se debate entre su religión y su amor por una mujer casada. En Londres, Rose (Rachel Weisz), la mujer de Michael, lleva una relación adúltera con el fotógrafo Rui (Juliano Cazarré). La novia de Rui, Laura (Maria Flor), lo descubre y decide dejarlo. A los 37 minutos, esta ronda de personajes cruzados se detiene por unos segundos para mostrarlos a todos durmiendo en distintas latitudes.
En realidad, es el espectador quien descansa y ordena la información. El cineasta Fernando Meirelles realiza dos veces más esta operación, a los 70 minutos y cerca del final, cuando ya ha agregado a la cadena otras cuatro historias: la de John (Anthony Hopkins), que busca a su hija desaparecida en EE.UU.; la de Tyler (Ben Foster), un joven que concluye una condena por abuso sexual en Colorado; y la de la rusa Valentina (Dinara Drukarova) y su marido Sergei (Vladimir Vdovinchenkov), empleado de un mafioso que viaja a Viena para encontrarse con... Blanka.
Con eso se cierra el círculo, los 360 grados del título, el carrusel de los afectos quebrados, la ronda de las "bifurcaciones en el camino". Estos términos no son accidentales. 360 se basa, sin decirlo, en la obra de Arthur Schnitzler La ronda, llevada al cine en varias versiones, una vez como obra maestra: la que Max Ophüls rodó en 1950. Sólo que la obra de Schnitzler -también situada en Viena, con diez historias en círculo, empezando y terminando con una prostituta- trata del deseo, no de los afectos ni los errores personales. Su penetrante cinismo no llega a la total ausencia de humor de Meirelles.
Para peor, esta cinta aparece en un momento en que las historias cruzadas y globales -que han sido una marca de la posmodernidad fílmica: fragmentación, simultaneidad, velocidad- se acercan a un punto de agotamiento. El propio Meirelles es un producto posmoderno. Dirigió una buena película (Ciudad de Dios) y otra mala, incomprensiblemente celebrada (El paciente inglés). Por ambas se sabe que tiene tanto talento para manejar historias saturadas y multiformes como un déficit total para lograr cierta profundidad.
Véase en 360, por ejemplo, el uso del suspenso. Es un mérito y un acto de originalidad que lo introduzca en historias tan breves; la mala noticia es que siempre lo resuelve igual, y de la manera más pueril: una elipsis y una sorpresa. 360 puede atrapar con su velocidad y con la multitud de detalles que riega como pistas, pero en cuanto hay un momento para detenerse, gran parte de ese embrujo se disipa ante la pregunta crucial: ¿de qué está hablando esta película?
360
Dirección: Fernando Meirelles. Con: Jude Law, Rachel Weisz, Anthony Hopkins, Maria Flor, Jamel Debbouze. 114 minutos.

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