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Flamenco, flamenco


por Ascanio Cavallo
Diario El Mercurio, Sábado 20 de Octubre de 2012
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En 1994,Carlos Saura dirigió Flamenco, un documental musical que fue considerado como un punto de inflexión en la carrera de un cineasta al que se solía atribuir vocación política, aunque para entonces ya había rodado su "trilogía flamenca" (Carmen, Bodas de sangre, El amor brujo) y dejaba bien claro su interés por el problema de la creación artística y, en especial, por su dimensión performativa. Aquella película terminaba con una embrujadora interpretación de "Verde que te quiero verde" por Manzanita y Antonio Carmona. Esta segunda parte se inicia con la misma canción, ahora a cargo de Carlos García y Josemi (Carmona).
Tal señal de continuidad afirma que, antes que una secuela, Flamenco, flamenco es una actualización. Y, de manera más secreta, es también una declaración acerca de la supervivencia de un arte que depende enteramente de la pasión de sus intérpretes. Flamenco era una antología de las glorias de los 90: Joaquín Cortés, La Paquera de Jerez, Enrique Morente, Farruco. Flamenco, flamencomuestra la transición entre los sobrevivientes de aquella época (Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía, José Mercé) y la generación de relevo: Estrella Morente, Sara Baras, Miguel Poveda, Farruquito. En algún caso el recambio tiene una emoción agregada: por ejemplo, Israel Galván, que en la cinta de 1994 era uno de los bailarines del Grupo de Mario Maya, aparece ahora como el virtuoso solista de uno de los mejores números, "Silencio".
Los 21 temas musicales no están vinculados por un pretexto narrativo, sino sólo por una volátil agrupación en torno a los motivos favoritos del flamenco (el amor, el dolor, la muerte, el tiempo). Esto puede resultar engañoso para quienes creen que el cine se mide por ser narrativo en el sentido literario. En realidad, sin necesidad de ese tipo de relato, Flamenco, flamenco es un vigoroso testimonio reflexivo sobre el proceso creativo; y es eso -no el mero preciosismo- lo que explica el trabajo escénico, los elegantes decorados, las relaciones con la pintura española y la opulenta fotografía de Vittorio Storaro.
Hay dos cineastas que saben convertir el espectáculo musical en cine puro: Martin Scorsese y Carlos Saura (a veces se ha acercado un tercero, Wim Wenders). Scorsese se codea con las glorias mundiales. Saura trabaja con una cultura regional que lucha por su identidad. Flamenco, flamenco no es una muestra; es una antología de lo mejor de ella.
Ahí están, para probarlo, el "Garrotín" bailado por la sensual Rocío Molina; la "Copla por bulería", cantada por Miguel Poveda con un sencillo acompañamiento de puños; "Tangos", con la voz de Estrella Morente; las coreografías metafísicas de Javier Latorre para "Marcha procesional", de Pepe de la Vega, y "El tiempo", de Juan Carlos Romero; y la versión de esa bellísima adaptación de García Lorca que hiciera Camarón de la Isla en "La leyenda del tempo", aquí con la voz delicada de la Niña Pastori y las guitarras de Tomatito y Josemi. Una epifanía.
* La crítica de la semana pasada atribuyó por error la película El paciente inglés a Fernando Meirelles. La cinta "mala, incomprensiblemente celebrada" es El jardinero fiel.

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