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Desde una provincia

20 / Oct

Por Marcela Cubillos

Marcela Cubillos




A lo largo de mis años he vivido en muchas ciudades. Nací en Concepción,  pero vivía en Talcahuano. Después mi viejo partió a Iquique y tras un año, mi madre y yo lo seguimos. De ahí a Valparaíso y finalmente recalamos en Viña a mis 6 años, donde permanecí hasta los 25, cuando re-partí, esta vez al extranjero. Al cabo de cinco años regresé a mi querido Chile, dejando la mitad de mi corazón en el país más hermoso donde pude haber vivido, Italia. Igual quería volver. Esta es mi tierra, mi barro, la que me ha perfilado como ser humano y que, con una serie de salpicones culturales externos, no ha modificado la alegría de sentirme chilena. 

Una vez de vuelta, me instalé varios  años en Santiago y buscando la estabilidad laboral me trasladé hasta La Serena, donde vivo hace ya ocho. Todo este nomadismo urbano me lleva a sentir que no soy de una ciudad en particular, sino chilena a secas. 

Días atrás vía twitter me llegó la columna de Andrea Wahr Piensa positivo, donde menciona los lugares que le gustan de Santiago. Al leerla compartí casi todos, pero inevitablemente pensé en que yo también gusto de Santiago y lo echo de menos, pero no por esos lugares en especial, sino por otras razones, más vinculadas a sensaciones, a detalles que quizá muchos santiaguinos no valoran hasta cuando se ven obligados en vivir fuera. Seguro usted, habitante de la gran capital, dirá: “¿…pero cómo le gusta Santiago si vive en La Serena que es tan bonita?”. Y yo le responderé -como efectivamente digo a muchos-: vivir no es solo gozar de lindos paisajes y aire limpio.  A continuación mis razones nacidas desde una provincia. 

Me gusta Santiago por… (cada razón merecería ir acompañada de la expresión “¡¡¡pucha que echo de menos!!!”, pero no la repetiré para no agotar su buena voluntad leyéndome): 

- Sus múltiples y variadas librerías. Acá en La Serena, buenas y variadas hay solo dos…bueno, ya tres incluyendo la de usados. 

- El aire urbano, citadino. Me refiero a la sensación de pertenencia a una comunidad grande, heterogénea, cosmopolita, que piensa, se comporta y viste diversamente. Años atrás aparecí en moto en mi trabajo…fui EL tema de conversación de muchos. Acá la diversidad NO pasa desapercibida y eso es muy incómodo porque te sientes “anormal”, cuando en realidad, no tiene raro que una profesora ande en moto. 

- La variedad de restaurantes. 

- La vida nocturna permanente,  y no solo la típica de ciudad turística, de enero y febrero porque el resto del año todo cierra temprano. Anda a buscar un restaurante tipo 23 hrs un miércoles… morirá de frío en el intento.

- La diversidad y cantidad de cines, ¿Se imaginan las vacaciones en una ciudad preparada cinematográficamente solo para niños y turistas?

- Los Cine Arte. Concepto impensable en provincia, reducido a iniciativas particulares que a veces afloran, pero que a pesar de ser pueblo chico, no te enteras y te pierdes continuamente porque ni siquiera sale en los diarios.

- Ciudadanos interesados en su patrimonio arquitectónico, movidos, proactivos y orgullosos de mostrar sus barrios.  

- Muchos teatros… ¡ay Dioniso, por qué abandonas las provincias! 

- Muchas muestras de pintura, escultura, charlas, conferencias, ciclos, seminarios, etc.

- El Transantiago. Aquí, seguro me echo encima el odio santiaguino y hasta de algún co-regional, pero cálmese, tome un bus en provincia y obsérvelo críticamente. Son chicos, viejos, pocos (al menos en La Serena) y mucho más contaminantes que los de Santiago. Además… ¡no hay metro!

- Los taxis baratos. ¿Sabe cuánto vale un recorrido de pocas cuadras en provincia… solo en la ciudad?  Mínimo $3.000 y en Santiago cruzo cuadras y cuadras por la misma cifra. 

- Las numerosas “disquerías”. Varias veces he querido comprar CDs de grupos o cantantes nuevos y… debo esperar semanas para que los traigan de Santiago. 

- Los locales para eventos musicales (tipo Arena Santiago, Caupolicán, Estado nacional, etc.). Ni se imaginan la tremenda peregrinación que muchos provincianos debemos hacer cada vez que queremos asistir a un evento musical o cultural que solo en Santiago se presenta. Ello implica no solo el viaje, sino muchas horas extras (a veces días, dependiendo de qué tan distante uno esté de Santiago) que no siempre dispones porque al igual que todos trabajas y no siempre puedes pedir permiso en tu trabajo, además de las obvias luca$ necesarias para el evento + viaje + estadía (al menos comer)

- Y un aeropuerto como se debe. Claro, el de Santiago no es el de NYC, pero… no es un galpón chico, como el de muchas regiones, donde no llegan vuelos internacionales y si quieres ir a Lima, por ejemplo, estando en la IV región, debes viajar a Santiago para desde ahí partir. 

Por ahora esos serían los que me vinieron espontáneos y rapidito ¿a usted se le ocurren otros?

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