No sólo es el escritor estadounidense con el apellido más impronunciable, Gary Shteyngart también es el autor de una de las novelas más graciosas del último tiempo: "Una súper triste historia de amor verdadero". En la siguiente entrevista, el autor habla de su infancia en la Unión Soviética y de por qué los escritores inmigrantes están publicando los mejores libros.
por Antonio Díaz Oliva | antonio.diaz@quepasa.cl.Revista Qué Pasa,13/10/2011
Fue como aterrizar en otro planeta. Era a inicios de los años 80 y ahí, con el cinturón aún puesto, con uno de esos típicos abrigos rusos gigantes, el pequeño Igor Semyonovich Shteyngart -de seis años- miraba todo desde la ventana de su asiento. Para él, todo se asemejaba extrañamente a las novelitas de ciencia ficción que por ese mismo tiempo solía devorar con devoción. El aeropuerto internacional John F. Kennedy de Nueva York era radicalmente opuesto al de Leningrado (hoy San Petersburgo), su lugar de nacimiento. No era, como este último, gris y parecido a una película en blanco negro. El aeropuerto de Nueva York era, al contrario, un colorido lugar, donde los anuncios resaltaban para un niño soviético que tenía su primer encuentro con una cultura capitalista.
"Mis padres emigraron por la misma aburrida razón que todos los inmigrantes: querían una mejor vida", recuerda Gary Shteyngart (39) para Qué Pasa, cuando se le pregunta por qué terminó viviendo en Estados Unidos. Con el paso del tiempo, claro, las cosas han cambiado desde ese aterrizaje: poco queda de aquel pequeño tímido y soviético que aterrizó en JFK. Hoy, gracias a su novela Una súper triste historia de amor verdadero (editorial Duomo, próxima a llegar a librerías chilenas), se ha consagrado como una de las voces indispensables de los escritores inmigrantes en Estados Unidos. Aunque, a estas alturas ya ni siquiera se llame Igor Semyonovich, sino que haya reemplazado ese tradicional nombre ruso por un simple Gary. "Cuando llegamos a Estados Unidos pensé que habíamos aterrizado en otro planeta. Todos esos colores, olores, y esos estadounidenses robustos -o algunos pasados de peso simplemente- caminando de un lado a otro. Fue como aterrizar en Marte".
Lector ávido desde pequeño, Shteyngart también tuvo una temprana carrera como escritor. Una carrera que, de igual manera, se remonta a su infancia en la Unión Soviética. Porque en ese entonces escribía para ganarse pequeños trozos de queso. Sí: de queso. Ése era el premio que su abuela le regalaba cada vez que él le daba una nueva entrega de una historia. Una historia inspirada en un monumento. "Era una estatua de Lenin que estaba cerca de mi casa. Yo solía salir y abrazar uno de los pedestales de esa estatua. Oh, Dios, qué lindo que era", dice Shteyngart. "Lenin y el ganso mágico" se llamaba la historia que el pequeño Gary solía escribir. En ésta, el líder comunista y un ganso con poderes mágicos se conocían. Y no sólo eso: planeaban invadir Finlandia para instaurar una república soviética en el país nórdico. Y el plan funcionaba hasta que, en un giro literario satírico que más tarde Shteyngart seguiría usando, Lenin se comía al ganso y, por supuesto, se salía con la suya.
-¿Qué pasaba cuando ya en Estados Unidos veías películas como Rocky?, ¿seguías de lado de los soviéticos?
-Oh, obviamente aprendí que tenía que estar del lado de los estadounidenses. Incluso mis padres me lo advirtieron apenas llegamos: "Igor, no más adoración por Lenin. ¡Ahora adoraremos a Reagan!".
La conjura de los inmigrantes
No es la primera vez que sucede. La historia es así: un escritor que nació fuera de Estados Unidos, pero que estudió y pasó su adolescencia ahí, escribe una novela que mezcla la cultura natal con la adoptiva. La escribe, por supuesto, en inglés (aunque, por ahí y por allá, es posible encontrar palabras de su país de origen). Es el caso de Junot Díaz, el dominicano que ganó el Premio Pulitzer con La maravillosa vida breve de Óscar Wao. O de Daniel Alarcón, el autor peruano de Radio Ciudad Perdida, que escribe sobre hechos como el grupo Sendero Luminoso o el ambiente del Perú de los años ochenta.
El año pasado fue el turno de Gary Shteyngart. Una súper triste historia de amor verdadero, su última novela, editada el 2010 en Estados Unidos -donde fue seleccionado como uno de los mejores libros publicados ese año por varios medios-, consiguió que muchos se rindieran a sus pies. Un ejemplo: Michiko Kakutani, la severa crítica del New York Times dijo que la novela "combina la oscura congoja de la literatura rusa con el ingenio de la escritura posmoderna americana; la ternura de la tradición de Chejov con el humor hormonal de una película de Judd Apatow".
Vale aclarar, no sólo por comentarios como ése que Shteyngart acaparó la atención de los lectores. Para fines promocionales de Una súper triste historia de amor verdadero, el autor colgó un video en YouTube en que aparece dando clases de escritura creativa en la Universidad de Columbia frente a un grupo de alumnos que incluye -nada menos- a James Franco. "James es una inteligente y muy trabajadora. Fue muy amable al acceder a salir", dice Gary sobre el cameo del actor en el tráiler.
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