por Juan Antonio Muñoz
Diario El Mercurio, domingo 21 de octubre de 2012
Con "Vértigo" y el regreso de Yerko Puchento, Canal 13 entró en un callejón sin salida: aceptó que la farándula se instalara por completo en su pantalla y optó por difundir vulgaridad. Lo hace con un agregado, pues suma a la tontería ambiente esa falta de piedad y de respeto que se ha apoderado de la TV chilena, influyendo así en la constitución del carácter nacional.
El elevado rating del espacio -promedió 25,1 puntos- confirma que hay una enorme audiencia dispuesta a escuchar a Yerko Puchento y a reírse con su guión fuera de control. Como el canal reconoce cuáles son los apetitos de cierto público, le ofrece un plato suculento con todo aquello que quiere escuchar y ver. Un menú que consiste en enrostrar a los protagonistas de ese mundillo, en vivo, aquellas pequeñeces que los han hecho tristemente célebres. El fin es que la masa goce.
Y la masa responde como tal. Se ríe a carcajadas, inconsciente, sin escrúpulos.
Dirán algunos que eso no importa, ya que Vale Roth, el señor Arturo Longton y "Luli" están ahí porque les pagan y porque han hecho de sus vidas una venta. Pero no es ese el punto: el punto es que se recicla la basura para hacer más basura, empobreciendo así el nivel cultural y espiritual de la población. De ricos y pobres.
La miseria incluye el efectivo libreto de Jorge López, quien gasta preciosas horas de su vida en conocer hasta los detalles más turbios de la existencia de los invitados. Se suman el propio actor que encarna a Yerko Puchento, Daniel Alcaíno, quien desperdicia su indudable talento en textos obvios transmitidos a través de un lenguaje pobrísimo y una gestualidad redundante y procaz, que seguramente debe molestar a la comunidad homosexual. Sigue con los animadores, puestos en situación "nosotros somos los rostros del canal", de manera que nos espantamos con las brutalidades que dice Yerko: "¡Cómo dices eso, Yerko!", exclama Diana Bolocco... Todo culmina con Canal 13 feliz con los puntos de rating y con su liderazgo.
Cada una de las partes, en suma, lucra de los rostros de la farándula. Aquello que parece criticado y censurable -el comportamiento de los invitados- les sirve a todos para llenar sus bolsillos, de manera que las platas que reciban "Luli", Longton o Vale Roth son lo de menos, ya que ellos son quienes producen las historias. En buenas cuentas, ellos cobran derecho de autor. Legítimo.
Finalmente, ¿se ha preguntado alguien qué estimula todo esto en la gente? Lo evidente es risa fácil, catarsis y morbo, pero hay que añadir brutalidad verbal, extremo feísmo visual, falta de pudor, falta de misericordia, mofa, sarcasmo sin límites. ¿Quién se ha puesto en el lugar del otro? ¿En el de los padres de Vale Roth, por ejemplo?
En lindo país nos estamos convirtiendo.
Si Canal 13 persiste en este camino, corre el riesgo de ser sólo una pieza más, indistinta, del mapa actual de la televisión chilena. Alimentará la miseria humana, dentro y fuera de la pantalla. También será parte de esa miseria.
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