Punto ciego ¿Empresarios a un dólar?

Por Sergio Canals, psiquiatra 

Diario El Mercurio, Economía y Negocios, domingo 7 de octubre de 2012

http://diario.elmercurio.com/2012/10/07/economia_y_negocios/clase_ejecutiva/noticias/C8ADBFD0-35BA-438A-9D08-D8414865D576.htm?id={C8ADBFD0-35BA-438A-9D08-D8414865D576}

Steve Jobs (Apple), Larry Ellison (Oracle), Larry Page y Sergey Brin (Google) son algunos de los empresarios que fueron o están entre los más ricos del mundo, que se fijaron un sueldo de un dólar.

De esta manera, parece que Larry Ellison, por ejemplo, pagó menos impuestos, y ganó un dólar mensual, más 96 millones de dólares a través de bonos, opciones de compra de acciones y otras regalías. ¿Son estos los empresarios y empresas que necesita Chile?

Hoy el mundo avanza, crece y debiera desarrollarse, movido por tres grandes fuerzas de poder y cambios, capaces de perturbar las sociedades y culturas locales, que hoy son globales: los ciudadanos-consumidores (o el pueblo), los gobiernos-estados, y los empresarios y sus empresas inmersas en un mercado omnipotente y omnipresente. Basta darse cuenta de que ni la ciencia, la técnica, el arte, la educación, ni aun el mundo de las iglesias-religiones escapan a esta realidad.

Pero la responsabilidad y el poder de quienes conducen la capacidad de generar riqueza y trabajo en este nuevo siglo parecen ser, hoy por hoy, abrumadores y más fuertes que nunca.

De partida, debemos recordar que la posibilidad de humanización y personalización en un núcleo familiar es imposible sin el acceso a un trabajo digno, que permita desplegar en libertad y justicia lo mejor del hombre. En segundo lugar, la práctica y desarrollo de los valores sociales, morales y los económicos, aprendidos en la familia y en las comunidades educadoras, se fortalecen, tuercen o destruyen en las comunidades laborales y sus culturas. En tercer lugar, en el mundo de las relaciones laborales también se despliega la humanidad, esa que puede ser destructora y violenta, o la que genera la plenitud vital y personal, espiritual y trascendente.

Sólo una ética que implique ponerme en el lugar del otro, de la acogida en sus diferencias, destinada al bien personal y al común, y dirigida a atenuar y prevenir las diferencias económicas y socioculturales, con pasión por la verdad, la justicia y el cambio social, parece ser la necesaria para conducir una empresa del siglo XXI sin llegar a ser "empresario de un dólar".