En su Diario de Muerte,
Enrique Lihn escribe:
Enrique Lihn escribe:
«Estoy tratando de creer que creo
no es el mejor punto de partida
pero al menos dudo de mi escepticismo
como de una racionalidad sin antecedentes
(que) no ha sido para mí en su larga trayectoria
un particular motivo de orgullo...»
no es el mejor punto de partida
pero al menos dudo de mi escepticismo
como de una racionalidad sin antecedentes
(que) no ha sido para mí en su larga trayectoria
un particular motivo de orgullo...»
Recuerda Adriana Valdés en
Enrique Lihn: vistas parciales
que en la fase terminal
de su enfermedad,
la letra elegante y clara
se había vuelto vacilante
y a veces muy difícil de leer (…)
sólo creía escribir.
Enrique Lihn: vistas parciales
que en la fase terminal
de su enfermedad,
la letra elegante y clara
se había vuelto vacilante
y a veces muy difícil de leer (…)
sólo creía escribir.
Son esos sus originales más desgarradores:
las líneas sin letras, las alzas y bajas
de un lápiz que no alcanza a delinear caracteres.
las líneas sin letras, las alzas y bajas
de un lápiz que no alcanza a delinear caracteres.
Estando en cama,
perdía tantas veces el lápiz
que terminó por pedir que
se lo amarráramos a la muñeca.
perdía tantas veces el lápiz
que terminó por pedir que
se lo amarráramos a la muñeca.
Hacía el gesto
de escribir hasta la desesperación:
hasta pedirme que le tomara dictado.
de escribir hasta la desesperación:
hasta pedirme que le tomara dictado.
Pero cuando esto sucedió,
dictaba dos versos y luego perdía el hilo,
para cerrar los ojos, cansadísimo, frustrado,
sabiendo que no había llegado a hacer un poema.
dictaba dos versos y luego perdía el hilo,
para cerrar los ojos, cansadísimo, frustrado,
sabiendo que no había llegado a hacer un poema.
Una mañana, cerca del final,
la enfermera llamó a mi oficina (...)
quería que lo vistieran:
estaba desesperado por eso:
quería salir. Le dije a ella
que no lo contrariara y partí a verlo.
la enfermera llamó a mi oficina (...)
quería que lo vistieran:
estaba desesperado por eso:
quería salir. Le dije a ella
que no lo contrariara y partí a verlo.
Estaba parado al lado de una mesa.
Tenía puesto un traje que le colgaba,
camisa, calcetines, zapatos.
Había enflaquecido muchísimo.
Tenía puesto un traje que le colgaba,
camisa, calcetines, zapatos.
Había enflaquecido muchísimo.
De la muñeca colgaba su lápiz.
Y, con los ojos muy abiertos,
se le veía desorientado
-había hecho el gesto de levantarse,
y luego, como al querer dictar los poemas
que no alcanzaba a escribir,
había perdido el impulso.
Y, con los ojos muy abiertos,
se le veía desorientado
-había hecho el gesto de levantarse,
y luego, como al querer dictar los poemas
que no alcanzaba a escribir,
había perdido el impulso.
Parado ahí cuando llegué,
con ese traje y esos ojos, pensé después,
parecía el reportero de la muerte.
.
Se había levantado para trabajar...
con ese traje y esos ojos, pensé después,
parecía el reportero de la muerte.
.
Se había levantado para trabajar...
Regreso al «Flaco Lihn»:
«Porque escribí estoy vivo»...
«Porque escribí estoy vivo»...
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