por Antonio Martínez
Diario El Mercurio, Domingo 07 de Octubre de 2012
Diario El Mercurio, Domingo 07 de Octubre de 2012
A días del viernes 12, el de la Hispanidad, del Descubrimiento de Dos Mundos, de la Raza o del Encuentro de Culturas; a menos de una semana y con el día ya enfocado: Ecuador frente a Chile, en horario vespertino, y de acuerdo a los acontecimientos acaecidos en las últimas semanas, sólo se puede decir que lo que será, será.
Antes vamos a los hechos.
La selección de Chile viaja el lunes, según el informe oficial.
Entre los estadios Atahualpa y el Liga Deportiva Universitaria, los entrenamientos: tarde del lunes; mañana y tarde del martes; tarde del miércoles; mañana y tarde del jueves. Fútbol, ejercicios de relajación, táctica y estrategia. Buena onda. Entremedio, atención a la prensa. Tranquilidad. Y alguna visita a un centro comercial, porque no hay nada más tradicional, para la distracción, souvenirs y esas cosas.
Bien portados y educados, como es lógico, porque representan al país, y anoten el nombre del embajador chileno, que igual viaja y tiene pensado algo. Por ejemplo: visita a la Escuela Ecuador-Chile o algo así.
El embajador se llama Juan Pablo Lira, para que lo sepan. Diplomático de experiencia y carrera, con 16 condecoraciones, la última es del 2008, y el nombre es tremendo de largo: "Gran Cordon Of The Order Of Al-Istiqlal (Independence) del Reino Hachemita de Jordania". Esto último no es necesario que lo recuerden.
El agregado de prensa es Alejandro Chávez, el sonriente y popular notero denominado "Chavito", al que el futuro le asignó un puesto diplomático. Seguro que se da una vuelta.
Lo anterior son los hechos, los predecibles, los que están en la agenda y los probables.
Lo que importa es lo que está en el aire y en suspenso. El partido y el resultado. Y ahí se sabrá qué es lo que vamos a ser: triunfadores y buenos, u otra cosa.
¿Veremos el arcoíris y andaremos de guapos por la vida la noche del viernes?
Lo que será, será.
Es un partido de moneda al aire, y si el previo fue el bisagra, el de ahora es aprieta dedos, piernas, estómago y para que seguir. Entre la derrota con Colombia y los castigados y lesionados, entre el silencio de Claudio Borghi y la sombra del castigo y entre el juego visto y el querido e imaginado, hay una distancia escalofriante.
El futuro no es nuestro, dice la canción, y Doris Day es la intérprete.
Es un ringtone o la típica y repetida melodía que suena en una radio de viejos.
Es un recuerdo vago o son esas canciones tantas veces escuchadas.
Whatever will be, will be.
O sea, que lo que será, será.
No es un gran análisis, pero así están las cosas.
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