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Las memorias de Ricardo Nuñez‏



Las memorias de Ricardo Nuñezpor Claudia Farfán retrato Carla Dannemann
Diario El Mercurio, Revista Sábado, 13 de octubre de 2012


Un libro que repasa sus décadas de militancia socialista, clandestinidad, exilio y su rol en la transición está escribiendo el ex senador, uno de los padres de la renovación socialista.

En la RDA tuve varios encuentros con Michelle Bachelet durante los viajes que realizaba a la casa de compañeros que vivían en Postdam, ciudad donde ella también residía. Entonces, realizó algunas tareas políticas, pero estaba dedicada sobre todo a sus estudios de medicina en la Universidad de Humboldt", relata el ex senador y presidente del PS, Ricardo Núñez.
Sus recuerdos de la ex mandataria datan de 1976, época en que ambos vivían el exilio en la Alemania socialista y se reunían en casas de amigo en común para compartir una velada de camaradería, en medio de las noticias alarmantes que recibían desde Chile.
Más tres décadas después, este profesor de historia y ex secretario general de la Universidad Técnica del Estado al momento del golpe, resolvió escribir este y otros episodios de su vida política en un libro que prepara con la Universidad Finis Terrae. Ahí repasará sus sesenta años de militancia socialista, hablará de Salvador Allende, de la Unidad Popular, de su rol en la transición post Pinochet y, por cierto, dedicará un capítulo especial a los casi cuatro años que vivió en la RDA, experiencia que le hizo abandonar para siempre las ideas ortodoxas de la dictadura del proletariado y lo transformó en uno de los precursores de la renovación del socialismo en Chile. Tanto así, que el diario cubano Granma lo tildó de "traidor" cuando llamó a inscribirse en los registros electorales para enfrentar el plebiscito de 1988, dice.
Pese a las críticas que ha recibido a lo largo de su vida por su giro ideológico, Ricardo Núñez no tiene problemas en reconocer lo que varios disidentes del "socialismo real" no admiten con facilidad: "Sí, yo fui del Jet Set Rojo en Berlín". Su confesión la hace en su departamento, amplio y antiguo, ubicado en plena calle Providencia, donde hoy pasa sus días alejado de la actividad partidaria y concentrado en revisar lo que serán sus memorias políticas. De su paso por la Alemania de Erich Honecker guarda pocas cosas. Algunas fotos en blanco y negro, y uno que otro objeto histórico de la RDA, como una máquina fotográfica mecánica y una radio. De la estética comunista tampoco hay huellas en su domicilio. Más bien resalta un retrato gigante suyo que pintó Bororo cuando ya era un dirigente conocido del socialismo renovado.
El exilio "Vip"
En sus memorias Ricardo Núñez revelará que la RDA fue, literalmente, un lugar al que llegó producto del azar. Tras el 11 de septiembre de 1973 fue detenido y trasladado al Estadio Nacional. Luego, lo llevaron a la Penitenciaría de Santiago, donde permaneció hasta abril de 1974. Unos meses después decidió abandonar el país ante el riesgo que corría de ser nuevamente prisionero y hecho desaparecer, lo que había sucedido con militantes socialistas.
"El Año Nuevo de 1974 estábamos en París con mi señora, viviendo la tristeza de pasar por primera vez esta fiesta lejos de Chile. Tiramos al cara y sello el destino al cual partiríamos. Salió cara, lo que significaba Berlín", cuenta.
Carlos Altamirano le había pedido poco antes que se trasladara a trabajar con él en la dirección exterior del PS instalada en Alemania Oriental. La propuesta consistía en que él se desempeñara como secretario ejecutivo de la cúpula socialista radicada en ese país. Era una función de carácter operativa, pero muy relevante para el trabajo político. En ese cargo, Núñez cumplió misiones tan importantes como organizar el primer pleno de su partido en la clandestinidad, el cual se efectuó en La Habana, a principios de mayo de 1975. Unas semanas antes, según cuenta, recibió en su departamento en Berlín al representante que envió la dirección del PS desde Chile. Se trataba de Jaime López, quien entonces mantenía una relación afectiva con una joven Michelle Bachelet, pero luego se convertiría en una controvertida figura para los socialistas por los testimonios que apuntaron a su colaboración con la DINA. "Yo lo conocía desde el año 1970", recuerda Núñez. "Era muy inteligente y dedicado al partido. Tanto así que vivía en la sede del PS en Valparaíso. Lamentablemente, él tuvo inclinaciones alcohólicas desde muy joven. Mi ex señora, que era sicóloga, lo trató durante un tiempo. Después del golpe nunca lo vi hasta que llegó a Berlín, a mediados de 1975. Entonces lo llevé en un avión a Moscú, porque efectivamente él tuvo posibilidad de conversar con altas autoridades de la Unión Soviética para relatar lo que sucedía en Chile. Además, participó en el pleno de La Habana. Sobre lo que sucedió con él después no me gustaría especular", relata el ex presidente del PS.
Estas y otras tareas secretas que cumpliría Núñez lo hicieron ser considerado un exiliado "Vip" en la RDA, distinción que tenía la alta dirigencia de la Unidad Popular radicada en este país.
El profesor recuerda que llegó a ese país desde Francia en enero de 1975, a un castillo que estaba junto a un lago rodeado de bosques con nieve. Pero unas semanas después, como a todos los dirigentes importantes de la UP, el gobierno alemán le entregó un departamento recién construido de poco más de 7O metros cuadrados.
De acuerdo al relato de Ricardo Núñez, la mayoría de los chilenos no podían salir de la RDA o les costaba mucho hacerlo, a diferencia de lo que ocurría con los dirigentes en el exilio que vivían en Berlín, entre quienes se encontraba él mismo. No obstante, revela que "ésta no era una disposición del gobierno de Erich Honecker, sino una orden dada por el organismo creado por la jerarquía de la UP radicada en la RDA: El Comité Chileno Antifascista. A juicio del ex senador se trataba de dirigentes del PC y del PS, "quienes eran más papistas que el Papa" con el control de los chilenos radicados en el desaparecido país europeo.
-¿Usted se cuestionaba la diferencia que se hacía entre chilenos?
-La fuerza de la ideología es tan fuerte que sólo eres capaz de mirar aquello que funcionalmente se relaciona con la lucha contra el capitalismo. Todo lo justificas en virtud de aquello.
En su relato biográfico, Núñez recordará que a menudo sus viajes a Berlín Occidental tenían el propósito de recoger correspondencia. Pero en algunas ocasiones el motivo de sus salidas era comprar algunos comestibles como paltas, ajo y ají, además de leer "diarios en un idioma cristiano", como él mismo dice.
El otro muro
"Insertarse en la cultura de la RDA no fue fácil", cuenta el ex presidente del PS. En su memoria está el recuerdo de lo difícil que era vivir en un país tan ajeno desde el punto de vista "cultural e idiomático". En el edificio donde residía sus vecinos apenas lo saludaban con un gesto formal en las mañanas y, a veces, agrega, sonreían de una manera que parecía hasta poco espontánea. "En general, el ciudadano alemán tenían poca capacidad para entender a quienes provenían de otros lugares del mundo. Además, no existían muchas instancias de sociabilizar con ellos más allá de las casas. Había pocos restaurantes, a pesar de que eran muy baratos".
Según ha confesado Núñez, la solidaridad que tuvo el régimen de Erich Honecker con los chilenos no se replicó del todo entre los ciudadanos comunes del país socialista. "Hubo algunos alemanes que por ser antifascistas, sentían que solidarizar con nosotros era retrotraerse en la lucha contra Hitler. Otros que expresaban su simpatía de manera genuina en las fábricas o en los colegios. Pero también estaba el grupo que expresaba una conducta muy distante con nosotros. Pese a que la Constitución de la RDA prohibía cualquier expresión de xenofobia, se mantuvo ese rasgo característico de una cierta cultura alemana que se entronizó en la época del fascismo", afirma.
-¿La superioridad aria, dice usted?
-Sí, la superioridad aria. Persistía esta cosa de ver muchos niños de pelo negro, como decían ellos de "Oliven Augen" (ojos de aceituna). Estos alemanes lanzaban improperios en el bus o en el tranvía contra los extranjeros que venían a quitarles los mejores trabajos a ellos, porque muchas veces los chilenos llegaban en condición de obreros calificados y ganaban más dinero. Además, teníamos también un acceso más rápido a departamentos nuevos y nuestros hijos ingresaban a los mejores colegios".
"Mirar la RDA a partir de los ojos del exilio -continúa Núñez- volvía más gris a este país. Es probable que un porcentaje de los alemanes no lo concibiera como un lugar gris, porque tenían los medios para llevar una vida plena. Uno lo notaba, por ejemplo, en los mismos colegios, donde los padres estaban contentos con la educación elevada que recibían sus hijos. Además, era un país desarrollado desde el punto de vista económico y el deporte era parte importante en la vida de los alemanes. Yo no había visto antes trotar en las mañana como lo presencié allá, en aquellos años".
Pero en el caso de muchos chilenos, sin embargo, prevalecía el sentimiento de desarraigo, según el recuerdo del ex senador. "Algunos optaron por quitarse la vida. Me impactó mucho el suicidio de un médico y ex diputado comunista. Estaba en una profunda depresión porque se había quedado prácticamente solo en la RDA, después de que sus hijos y su señora decidieran partir a otro país. El suicidio, en todo caso, fue una salida a la cual recurrieron chilenos exiliados en distintos lugares del mundo. Eso la dictadura nunca lo va a poder pagar", dice.
Bitácora del desencanto
"¿Qué fue lo primero que me decepcionó de la Alemania Socialista?. Diría que fue más bien el resultado de un proceso", asegura Núñez. Uno de los episodios que registrará en su libro ocurrió en la Universidad de Humboldt, cuado un grupo de profesores le dijo: "Usted no conoce bien este país. No sabe, por ejemplo, que no podemos leer determinados textos". Los académicos alemanes no tenían el carnet especial del cual sí disponía la señora del dirigente chileno. Ella trabajaba en esa casa de estudios y, gracias a esa tarjeta, accedía a todos los sectores de la biblioteca. A diferencia de sus pares en la universidad, podía leer a Sigmund Freud y a Carl Jung, entre otros pensadores contemporáneos.
"Desde luego, el hecho de que hubiese un solo periódico -añade Ricardo Núñez- me pareció desde un principio algo inexplicable. Además, como viajaba a Berlín Occidental me era absurdo constatar que películas sin ninguna connotación no pudieran ser exhibidas en la RDA. Me refiero, por ejemplo, a realizaciones de François Truffaut".
"Desde el puntos de vista humano, sin embargo, lo más grave era la situación de los alemanes que tenían familiares al otro lado del muro, a los cuáles no veían en mucho tiempo. Entiendo que las mujeres estaban autorizadas a cruzarlo a los 65 años de edad y los hombres a los 70. El muro fue un fenómeno que entendí, pero que jamás compartí. Es como si hubiese que aceptar, de un día para otro, la construcción de un muro en la Alameda. Tenía una justificación económica porque todo era más barato en la RDA. Pero lo dramático era que tuviese una existencia tan larga y que los alemanes no hubiesen podido convivir con dos regímenes políticos distintos".
Al ex senador le tocó presenciar la represión que existía en la frontera con Berlín Occidental, cuando viajaba rumbo a occidente. Debía pasar por la estación de trenes FriedrichStrasse, el último punto de detención antes de salir de la RDA. Ubicada junto al muro, constituía el punto de contacto entre los dos Berlines, por tanto, las medidas de seguridad allí eran extremas. Ricardo Núñez recuerda que en los minutos previos a la partida del tren los policías recorrían los vagones con perros que olían todos los rincones a fin de detectar la presencia de un prófugo.
En las memorias políticas del ex senador ocupará varias páginas la división que sufrió el PS en 1979, cuando el sector "renovado" se escindió de la colectividad para crear una corriente "más democrática". En este grupo estuvo el propio Ricardo Núñez y Carlos Altamirano. El escenario de la crisis partidaria fue el "socialismo real" de la RDA, sistema del cual el ex senador por Atacama se distanció en forma definitiva."En ese momento pensamos que ese socialismo no era el que nosotros queríamos, ni tampoco era al que aspiraba Salvador Allende. Por eso no éramos comunistas".

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