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La poesía está de fiesta


 
La célebre escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso cumple 60 años de una concepción de la disciplina que parte de la palabra poética y la concreta en formas. La misión para la etapa que se abre ahora es salir al mundo y comunicar su quehacer.   

Texto, Andrea Wahr R. | Fotografías, José Luis Rissetti  

Diario El Mercurio, VD, sábado 06 de octubre de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/10/06/vivienda_y_decoracion/arquitectura/noticias/fb36ba1f-534b-4263-8434-c07bd538805f.htm

Celebran viajando, pero no un viaje cualquiera: una travesía. Los 60 años de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso se festejan con trabajos de profesores y alumnos en Sao Paulo y Estados Unidos, además de la presencia de Iván Ivelic en el pabellón de Chile en la Bienal de Venecia. El año concluirá con una exposición que harán en el Parque Cultural de Valparaíso. Saben de qué se tratará, justamente de las experiencias de esos viajes, o sea de algo que todavía no termina, y que tiene, por lo tanto, algo de riesgo, un concepto que atraviesa la escuela desde sus inicios. 

En 1952 los arquitectos y artistas Alberto Cruz, Godofredo Iommi, Fabio Cruz, Miguel Eyquem, José Vial, Arturo Baeza, Francisco Méndez, Jaime Bellalta y Claudio Girola (que llegó al poco tiempo) se incorporaron a la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso, y fundaron, simultáneamente, el Instituto de Arquitectura. El sello que ha marcado su trabajo es el quehacer poético, o cómo transformar la palabra poética en obra. Algunos de sus egresados destacados son la arquitecta Cazú Zegers, Luis Eduardo Bresciani Prieto, actual presidente nacional del Colegio de Arquitectos de Chile, y Cristián Valdés, autor de la famosa silla. 

El arquitecto Iván Ivelic es profesor de la escuela y opina que las travesías "consideran el viaje como un ir a través de las singulares extensiones geográficas, climáticas, sociales o culturales, entre otras, las cuales son objeto de estudio permitiendo comprender la relación entre los contextos locales y sus expresiones arquitectónicas construidas. En este ir a través de América, la travesía se detiene para edificar obras que cantan la singularidad de cada extensión en que se emplazan".

 Cuenta el director de la escuela Rodrigo Saavedra, que la primera fue en 1965, cuando varios de los fundadores y otros intelectuales recorrieron desde Cabo de Hornos hasta Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, que declararon capital poética de América. La visión surgida de esa experiencia se recogió en el libro Amereida, editado el año 1967. De creación colectiva, el título fusiona América y Eneida -el poema de Virgilio que glorificaba el Imperio Romano- y manifiesta la visión sobre el continente, el lugar donde trabajan. 

En 1984 se retomaron las travesías y desde entonces los alumnos participan activamente en ellas, ya que forman parte del programa académico de las tres carreras que agrupa la escuela: Arquitectura, Diseño Gráfico y Diseño Industrial, que se crearon con posterioridad. Comparten la visión y algunas asignaturas, como el Taller de Amereida, columna vertebral de la escuela y que se imparte todos los miércoles en la Ciudad Abierta de Ritoque. Esos días los estudiantes hacen deportes ("Cultura del Cuerpo" se llama el ramo) mientras los profesores están en reunión. Después almuerzan todos juntos, profesores, habitantes de la Ciudad Abierta y algunos invitados. Cada quince días Alberto Cruz, uno de los fundadores, viaja desde Santiago junto con Cristián Valdés y el artista Juan Pablo Langlois. Cruz ya no dicta el taller, pero cuando está ahí aprovecha de cerrar la clase. "Este es un lugar creativo, al que siempre es bueno volver", dice. 

La Ciudad Abierta se fundó en 1970 en un terreno en las dunas de Ritoque. "Escogieron las dunas justamente porque la arena tiene el movimiento que lleva a lo que el poeta Godofredo Iommi llamaba "un constante volver a no saber" . "Siempre se renueva", dice Saavedra. El concepto bajo el que se construye es la triada: Vida, Trabajo y Estudio, que es una de las manifestaciones más conocidas de la escuela. 

-Conviven las tres instancias, a pesar de que hay un momento para todo-, agrega Saavedra.

Ahí todas las obras son colectivas y surgen de las Rondas, un grupo de personas que están reunidas en torno a una idea. "Se ejerce la hospitalidad -explica Saavedra- que es oír al otro en lo mejor que el otro tiene". 

Así se han creado hospederías -donde vive una familia-, vestales -construcciones que están al cuidado de algo, como un jardín por ejemplo- y celdas -habitaciones para los profesores solteros-. También tienen un cementerio donde están enterrados algunos de los fundadores y familiares de sus habitantes, y varios espacios públicos como aulas y ágoras, donde celebran distintas reuniones. La Corporación Cultural Amereida administra el lugar, que está en permanente movimiento y cambio. Algunas construcciones se han ampliado y también se han hecho otras nuevas. Las últimas que se realizaron fueron unos habitáculos, pequeñas unidades para quien desee pasar algún tiempo en el lugar o estudiando. Fue un trabajo más académico que se hizo en conjunto con un taller de una escuela de arquitectura de Oslo, Noruega. 

La hospitalidad también opera para los visitantes: los singulares obras se pueden conocer los miércoles, previa inscripción en la página www.amereida.cl/ciudad-abierta/visitas. Ahí uno de los profesores puede ser el guía para recorrer el lugar. 



Del 2012 en adelante 

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