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La luz es la arena para estar junto al mar de nuestro orar...‏


Proyecto para una Capilla en el Fundo «Los Pajaritos»
por Alberto Cruz Covarrubias 
Anales de la Universidad Católica de Valparaíso
• 12 de septiembre, 1954 
[En el sitio en internet aparece un plano de ubicación,
algunos planos y secciones de la obra, 
más una perspectiva a vuelo de pájaro 
de la capilla proyectada en dicho lugar

A. LA POSICIÓN ESPACIAL.

Para hacer esta Iglesia 
hubo que vadear una gran zona. 

La gran zona era este interrogarse: 

¿Cómo debe ser la forma dentro de la cual se ora?

En la Iglesia unos se arrodillan, 
otros doblan una rodilla, 
otros apenas se inclinan, 
los últimos soportan de pie 
las campanillas de la consagración. 

La Iglesia no es un estadio mirando a los atletas. 

Me sentía desnudo ante esta pregunta. 
Estaba extrañado de sentirme tan desnudo. 

Porque la ciudad se construye todos los días 
para el vivir de todos los días con los regalos 
que los grandes arquitectos nos han hecho.

En un comienzo quería estudiar 
todos los aspectos que podían entrar en la obra. 

Quería hacer las carpetas de antecedentes. 

Un recuerdo no me abandonaba. 

Cuando llegué a Europa, 
al día siguiente, en París, 
fui a Notre Dame. 

Tuve una sensación especial en ella,
diferente a cuantas había tenido 
antes en las iglesias de aquí. 

Me parecía estar dentro de un espacio 
cuyos acondicionamientos y limitaciones 
no eran obstáculo: muros, pilares, 
ventanas, bóveda, piso, posibilitaban 
el mirar y que este mirar, 
este ver el espacio con sus límites 
no era un obstáculo para el orar, 
para el estar hincado orando. 

Al contrario, toda esa espacialidad, 
todos esos vidrios y piedras se venían al ojo 
para colocarnos en una posición corporal diría yo de oración. 

Tal como la arena de la playa 
nos deja en posición para estar junto al mar. 

No hablo aquí de lo interior, 
yo hablo de la posición, 
de la posición espacial. 

No hablo aquí 
de la oración del fariseo 
o del publicano. 

Hablo de esa zona que viene a ser 
circunstancia exterior 
de la posibilidad del acto interior. 

Tampoco se teoriza aquí 
acerca de que el acto interior 
exija necesariamente 
tales o cuales circunstancias exteriores.

Cuando volví, me fui a recorrer y contemplar
las iglesias actuales habituales de Chile

Contemplé y comprobé 
unos interiores vacíos, 
rodeados, circundados 
de un complicado juego 
de motivos arquitectónicos, 
pilares, bóveda, molduras, 
luces, ventanales, casetones, 
cuadros, adornos, 
miles de otros detalles. 

Juego que puede ser 
simplificado, estilizado, 
modernizado como se dice 
corrientemente. 

Y que estos interiores 
nada tienen que ver 
con lo que pretenden. 

Mejor es estar en ellos con ojos cerrados. 

Mirar las naves es casi igual 
a salir en el entreacto al foyer del teatro. 

Sus arquitectos no sabían, 
no saben cómo armar 
la arena del mar de la oración. 

No saben de la situación espacial. 

No saben de las circunstancias 
externas del hecho interno. 

¿Hay menos hecho interno 
en los que sólo doblan una rodilla? 

Pensaba en los arquitectos 
góticos de Notre-Dame 
y me sentía más desnudo.

B. LA MARCHA DE LA MODERNIDAD.

Desnudez cuando sobre nuestras cabezas 
pasan volando los últimos modelos de aviones. 

Los aviones volando sobre nuestras cabezas 
que vienen señalando nuestra marcha en lo de acá abajo. 

Y nosotros abajo, creemos, vivimos en la creencia, 
en el temor de que nos están señalando la marcha, 
la verdadera marcha del hoy, de la modernidad. 

Porque los ofrecimientos de la técnica, 
la multiplicidad y potencia de sus medios de realización 
y la vertiginosidad de la multiplicación de estas 
multiplicidades y potencias ha abierto en nosotros, 
ha desatado en nosotros el culto de la posibilidad.

Aviones: ¿posibilidades que estamos cumpliendo acá abajo? 

Sí. Estamos cumpliendo. Bajo el vuelo de los aviones 
estamos realizando otro vuelo acá abajo, estamos empeñados 
en una gigantesca empresa: renovar el mundo. 

Renovación. 

Eficiencia en la renovación, 
la magia de la eficiencia. 

Todo está transido por el placer, 
por el goce de la eficiencia 
que grita que la renovación 
se está llevando a cabo, 
que las posibilidades 
están tomando carne.

Los grandes arquitectos de hoy día 
con sus obras, con sus doctrinas, 
con sus teorías y sus congresos 
cantan la posibilidad de este advenimiento. 

Cantan la emoción 
de crear el advenimiento 
y ya no hacemos más distingos 
entre lo que está realizado 
y lo que intentamos realizar, 
entre la obra y los caminos 
que esa obra abre a futuras obras.

Canto de los arquitectos: 
un patrimonio de nuestro tiempo. 

Un patrimonio ordenado, 
ordenado por la eficiencia de la renovación 
por la eficiencia que celosamente 
quiere integrar en sus obras todas las invenciones. 

Todas las invenciones 
que son manifestaciones de modernidad.

Canto de los arquitectos: 
regalo de un testimonio 
de nuestro tiempo que se nos hace.

C. EL SECRETO DE LAS FORMAS / 
FORMAS PRESENTES / FORMAS DE LA AUSENCIA /

Pero si se logran 
las bellas formas constructivas y funcionales 
que ese patrimonio entrega, a quienes lo estudian 
y poseen un equipo realizador de esas bellas formas: 
¿Se iría a lograr con esas bellas formas?,
¿Querrían con su belleza, con su llegar al ojo, 
dar las circunstancias, la posición espacial de la oración? 

¿No fracasaría a pesar de todo 
igual que todas las iglesias habituales?

Pues, seguiría sin conocer los secretos, 
que seguramente llevaban en la sangre,
los que levantaron Notre-Dame. 

O había que establecer entonces 
que ya no llevamos, 
que yo no llevaba en la sangre el secreto. 

Que no podía, entonces, 
la iglesia que es muros, bóveda, 
pilares, vitraux, pavimentos, 
formar el ámbito espacial de la oración. 

Yo no podría construir 
una iglesia que se hiciera presente. 

Iglesia que se hace presente con sus formas. 

Iglesia de las formas presentes 
llamaba yo a Notre-Dame. 

Iglesia de las formas de la ausencia 
llamaba yo la iglesia que iría a hacer, 
¿por qué llamarlas, por qué poner nombres? 

Porque las palabras nos señalan una tarea. 

Ellas están al comienzo y al fin de la obra; 
son ellas los que juzgan lo realizado.

Iglesia de las formas de la ausencia: ésa era la tarea.

Ahora no me sentía tan desnudo.

D. LA LUZ: CIRCUNSTANCIA DEL ORAR.

Fue precisamente antes de recibir 
el encargo para realizar la capilla 
que participe en una misa recordatorio 
en la casa del fundo Los Pajaritos. 

Las ventanas se entornaron 
para quitar el paisaje del living 
y transformarlo en un oratorio. 

Suavísima, delicadísima, 
luminosa penumbra surgió. 

Una luz que hacía mirar al espacio, sólo al espacio. 

Ningún muro, ninguna pared 
(el living era un living normal: 
lleno de complicaciones, se entiende).

La luz, me dije. 

La luz es la arena para estar junto al mar de nuestro orar. 

Hoy no comparece nada más que la luz. 

Hoy al ojo llega sólo la luz. 

Lo demás no importa, 
no interesa nada, 
puede ser lo que se quiera.

E. LA FORMA Y LAS FORMAS.

¿Pero los aviones volando sobre nuestras cabezas, 
pero sus últimos modelos no vienen señalando, 
no vienen despertando en nosotros 
que nuestra marcha de acá abajo es lenta, es atrasada?

Atrasada en el cumplir la modernidad de nuestro tiempo. 

¿No debería por tanto cumplir 
con todo lo que el patrimonio atesora, 
con esa ética que la eficiencia de la renovación establece? 

¿Cómo decir, sólo entonces, la luz 
y lo demás no me importa nada? 

Por esto: hace algún tiempo 
estaba arreglando apresuradamente 
la casa para un amigo 
y la cubierta de la mesa la pintamos 
en diversos rectángulos coloreados. 

Era la técnica de la pintura concreta. 

Era un ensayo, abría camino, me decía, 
y era un mundo de las posibilidades en el que yo vivía.

Algún tiempo después, 
con una placa de contraplacado 
y unos caballetes 
armé una mesa en el comedor de mi casa 
y la mandé a un garaje a pintar blanca 
para después pintarle las superficies coloreadas 
pero cuando llegó creó en la casa 
una especialidad tan viva 
que me pareció un verdadero crimen tocarla. 

Y en el blanco, relucen los platos, el vino, los guisos. 

Y los codos y las manos en las conversaciones. 

Un género de vida ha creado esta blanco. 

Que ya no es sólo un color, sino una calidad del espacio. 

Y que no es sólo color, pues como es de comedor 
está ensuciada por todos los días de una casa o por las moscas. 

Es que, cuando pintaba las superficies coloreadas 
con gran fe en los ensayos y en el ensayar, buscaba las formas.

Varios estudios fueron necesarios, 
la premura del tiempo impidió 
que se continuara con miles de variantes. 

En cambio, la mesa blanca planteó un encuentro. 
Ninguna variante. Todo definido. Era una forma. 

Y ella, por ser una forma, 
recogía miles de imperfecciones, 
como ser las manchas actuales. 

Al contrario, cuando después se repitió, 
esta mesa se hizo una mesa tan alba 
que hay que cuidar tanto su blancura
que no es ya la mesa del comedor de una casa.

Forma y formas.

F. LA TORTURA DEL MANEJO DE LAS FORMAS 
FRENTE AL MISTERIO DE LA GENERATRIZ.

Las formas nacen de la potencialidad, 
de la capacidad de operar  
que las obras de los grandes maestros engendran. 

Capacidad de engendrar bastardos. 

Extraña capacidad 
que cree que cuando su ojo, 
su propio ojo imbuido en lo ya visto, 
asegura que el manejo del patrimonio 
que hace la mano es justo, 
ha conseguido en virtud de esa justeza, 
las arenas del estar junto a los mares.

Manejo justo entonces sería la condición. 

Condición que es tortura. 

Tortura de infinidad de formas, 
persiguiendo su unidad. 

Unidad de formas 
siempre planteándose 
en la justeza por sus límites. 

Por sus perímetros. 

Por ello siempre 
en la posibilidad 
de ajustar la justeza. 

Por ello siempre 
en peligro de variar y caer 
y de arrastrar en su caída al todo, 
que precisamente se apoya 
en minuciosa persecución de la unidad.

No las formas, entonces. La forma sí. 

No es poner en marcha 
un vocabulario 
con sus estrategias existentes, 
es encontrar, por un milagro, 
la carne espacial que traduce una tarea, 
es encontrar el misterio de las formas 
que se plantean por su generatriz. 

Por eso debo ahora corregir 
el nombre de mi tarea, 
de la obra a crear. 

No la iglesia de las formas de la ausencia. 
Sino la iglesia de la forma de las ausencias. 

Por eso no me preocupo de lo demás. 
Es por eso no me preocupo de mi generatriz: La luz.

G. ESPACIALIDAD DE LAS ACTITUDES

En aquella misa recordatoria 
el altar portátil se colocó al medio del living 
y todos quedamos muy próximos al sacerdote y sus oraciones. 

Todos quedamos en iguales condiciones, 
todos quedamos muy próximos entre sí.

Esto, junto a esto otro: 
En la catedral de Valparaíso 
el altar está en el centro del crucero, 
en las misas solemnes el obispo cruza la nave, 
viene el altar, va a la cátedra, a la Capilla del Santísimo, 
los otros sacerdotes y los acólitos también se desplazan. 

La espacialidad de los gestos, las actitudes, 
los ornamentos se engendran en el desplazarse. 

No digo que solamente 
en estos largos desplazarse de misas solemnes 
sino que en esa circunstancia reparé en ello. 

Espacialidad del sacerdote 
requiriendo una amplitud del desplazarse. 

Especialidad del sacerdote 
que se comunica a los fieles, 
porque ellos, tan separados 
que se colocan en las iglesias, 
tanto espacio que desplaza cada cual, 
hasta cada pequeña última viejita 
en la iglesia ya vacía.

H. UN PARALELEPÍPEDO DE LUZ CÚBICA 
/ NACIDO DEL MIRAR /

Estas dos cosas. Más lo dicho. 
Crearon el interior como un cubo. 

Un cubo de luz, es éste. 

Un cubo con la suavísima, 
delicadísima penumbra luminosa 
de la misa recordatoria buscaba yo. 

Luz al ojo, no paredes, 
no cielos, no piso buscaba yo. 

No ningún motivo arquitectónico quería yo.

Fui estudiando mi cubo de la luz. 

Luz inmovilizada 
que arrojara por reflejos 
una envolvente homogeneidad. 

Luz sin color. 

Pensé en ventanas superiores y ocultas, 
que evitaran la dualidad focos de luz 
y paños de muro opacos 
y que iluminaran rasantemente los muros. 

Blancos muros para los reflejos de la homogeneidad sin color.

Tenía que ser un espacio luminoso amplio: 
que los muros, que el cielo se expandieran, 
que ningún límite se acercara para no sentirnos 
en ninguna dimensión comprimidos. 

En ninguna dimensión distinto a los demás. 

Por eso un cubo. 

Por eso múltiples experiencias 
en iglesias existentes habituales de aquí.

¿Cuál sería la forma exacta de ese cubo? 
¿Cuáles serían sus dimensiones? 

Debía pensar en una obra pequeña, 
eso quería el propietario. 

Llegué a un cubo que 
en realidad es un paralelepípedo. 

No nacido de ninguna teoría, sino del mirar, 
del ver la luz cúbica podría decir. 

De prever la luz cúbica mejor podría decir.

No se trata por tanto de un estudio de perspectiva 
desde puntos de vista dados o de recorridos al avanzar. 

Ni se trata de experiencias 
de hacer un cubo geométrico 
que aunque se vea deformado al ojo 
por la fuerza misma de la geometría 
este lo reconstruye como tal. 

Llegué a las menores dimensiones 
que me dieran esa amplitud 
en que el ojo vea el espacio, 
la luminosa penumbra reflejada. 

Con estas dimensiones 
en cualquier punto que se encuentre uno 
en el cubo se participa de la luz, 
de la forma total en su plenitud.

Hay otra experiencia que también debía participar: 
las oraciones del sacerdote debían llegar con toda claridad, 
con toda diafanidad a todos los oídos. 

Por eso estudié la acústica más óptima. 

Cielo acústico, corrige la forma. 

Cielo acústico no hay problemas 
de cubicidad, ni luz, no color. 

Solución óptima entonces para este cubo.

I. NUEVA UBICACIÓN PARA QUE 
EL CUBO HERMÉTICO TUVIESE LUGAR.

Este cubo de luz 
era evidentemente 
un cubo por fuera. 

Un cubo hermético.

Cuando me hicieron el encargo, 
evidentemente ya, como es tradicional, 
tenían pensada la ubicación. 

Estaba cercana a la entrada del fundo 
y también cercana pero independiente 
de la casa del fundo, para que la gente 
pudiese acceder fácilmente 
y no interrumpir la vida de la casa. 

Cambié la ubicación. 

Se colocó la capilla justo en la entrada del fundo. 

La entrada se corrió a un lado 
de manera que la capilla 
quedó con su frente fuera del fundo, 
dando a un camino de entrada que ahí justo 
se divide en dos caminos vecinales.

¿Por qué hice esto?

Porque quería lograr que la capilla tuviese un lugar.

J. LA ESPACIALIDAD DEL CUBO BLANCO 
CREA EL LUGAR DE LA RETENCIÓN.

Cuando uno recorre las ciudades 
hay una cosa muy fuerte que lo toca: 
es que las marquesinas de luces, 
los foyers con afiches, 
los cines, los rotativos, 
cada día aparecen más abiertos 
y las iglesias con sus torres sin altura, 
sin sus plazas, con sus fachadas como chalets, 
con sus puertas tantas veces cerradas 
aparecen tan herméticas. 

No quería que esta capilla 
siguiera siendo hermética 
adentro de su potrero cercano a la entrada. 

Era necesario que estuviera 
justo en el ángulo de los caminos 
interceptando la pasada, 
tal como la iglesia de San Francisco 
hace más de un siglo cabalga 
sobre la Alameda Bernardo O’Higgins.

La situación de la capilla 
es un antiguo núcleo de instalaciones 
y construcciones que el desarrollo 
de las labores de un gran fundo 
hoy algo dividido ha ido creando 
y que tiene todo ese abandono, fealdad, 
algunas cosas nuevas que parecen viejas, 
varias cosas que en un primer momento no se ven, 
el encanto de la sombra de un árbol o de su copa al viento. 

En un núcleo agrícola 
en un paisaje que aún se prolonga más allá, 
pero que es inexplicablemente penoso de atravesar. 

No tiene vista a la cordillera. 

A pesar de que ella está ahí 
y evidentemente 
tras de un esfuerzo podemos verla. 

Esto hace que este paisaje sea muy encerrado. 

Encerrado 
y todo parece cubierto de polvo, 
ningún color verdaderamente. 

Hay algo en el paisaje santiaguino 
con su cordillera que nos lanza hacia ella. 

Podemos ir por cualquier parte 
y nada nos es penoso, 
porque tenemos los ojos puestos allá. 

Es como el mar. 

Quise al colocar el blanco cubo hermético, 
neta forma en este paisaje cerrado sin color. 

Que, este cubo, por su ubicación
en los caminos por donde pasamos 
anudara todo ese paisaje. 

Para que este paisaje, núcleo y cubo blanco 
nos retuviera en nuestro paso.

¿Qué es retener?

En Valparaíso el salir de las oficinas 
la gente se queda en las calles del centro 
algunos minutos y después se van para sus casas 
y la calle se queda vacía aparentemente iguales a las demás. 

En Santiago dura mucho más 
lo que la gente se queda. 

En Buenos Aires, más todavía. 
¿Por qué se quedan? 

Porque hay cosas abiertas. 

Sin ir más lejos, están las vitrinas. 
No para tentar. Sino para más allá de eso 
para mostrar los logros, los triunfos obtenidos 
en la gran empresa que mueve la ciudad 
que conduce lo ciudadano de la vida ciudadana. 

Vitrinas del balance. 

Mirando las vitrinas ciudadanizándose. 

Y las ciudades 
tienen sus entramados 
de las calles de la retención. 

Y cada ciudad vive en la nostalgia 
de otra ciudad que la retendría. 

Entramado de nostalgias son las ciudades.

Eso mismo la forma de la capilla. 

El blanco cubo exterior 
va a retenernos un instante 
aunque no más sea en nuestro paso.

K. UN MOTIVO REAL PARA 
LA PARTICIPACIÓN EN LA RETENCIÓN.

Así vamos a participar en la capilla. 

Participación. 

Forma que nos obliga a participar, 
forma que crea un lugar.

La iglesia siempre trae la ciudad.

¿Pero cómo vamos a retenernos 
para bien de la capilla cuando ella 
va a ser un oratorio privado 
que va a pasar la mayor parte 
de su tiempo cerrado y sólo va a ser abierto 
cuando haya función religiosa? 

A mi juicio: 
Nada de transparencia a su interior 
y puertas cerradas y no entrar. 

Nada de pórticos abiertos 
y en seguida la puerta cerrada. 

Nada de símbolos. 

Lo que se necesita es un motivo real, verdadero, 
para que al retenernos especialmente 
en virtud del blanco cubo y su espacialidad 
participemos con una jaculatoria 
o un pensamiento recordatorio. 

Porque esta capilla va a levantarse en este fundo 
en recuerdo de un familiar del dueño, recién fallecido. 

Nosotros lo primero que pensamos fue que el deudo 
podía ser enterrado en la misma iglesia. 

El Arzobispo no dio su consentimiento a ésto. 

Pero se lo dio para que levantara un oratorio privado. 

El dueño entonces puede determinar la dedicación de la capilla. 

Esta capilla estará dedicada a la Santísima Virgen, 
ella será su patrona el motivo real será entonces 
un nicho con la imagen de la Santísima Virgen. 

El nicho estará justo en el vértice de los caminos. 

Ahí el nicho cogerá esa fuerza que en el campo, 
en las ciudades construye las “animistas”, 
las ciudades prenden velas. 

Esa fuerza 
será retenida por este nicho 
e incorporada a participar 
en ese establecer la ciudad 
que una iglesia lleva consigo. 

El nicho quedará delante del blanco cubo de la capilla.

L. NACE EL ESPACIO RITUAL DEL PÓRTICO.

Entre el nicho y cubo habrá un espacio. 

Un espacio a recorrer, 
será una terraza a mayor altura que el terreno. 

¿Por qué esta terraza que hace de patio entre el nicho y la capilla?

En Buenos Aires se puede ver 
que cualquier contratiempo en el ir y venir, 
entrar o salir, encontrar o reconocer, exaspera-. 

La ciudad tiene una gran fe en su potencia 
para desarrollar su propia vida ciudadana, 
todo contratiempo es signo de pérdida 
de esa potencia que es su alegría. 

Ir y venir sin contratiempo, 
entrar y salir sin contratiempo. 

Todo sin contratiempo pero con ritual, 
ritual de los cines con todos los incidentes de la entrada. 

Por eso las iglesias de aquí, las habituales, parecen sin ritual. 

Tan sin ritual de la preparación de la salida y la llegada. 

Habrá una alta terraza en el nicho y el cubo. 

Todo lo que llegue o salga 
tendrá que pasar delante del nicho 
y atravesar esta terraza elevada 
para que no entren a ella los animales.

He medido los pasos del recorrido 
de esta terraza en el terreno mismo. 

He establecido los pasos 
que hacen nacer entre el cubo y el nicho, 
entre la luz del cubo y el retener de la imagen del nicho 
un espacio que es de la iglesia, que es de la iglesia al exterior. 

No será pues una capilla hermética. Sí al contrario. 

Prolongándose bajo los árboles 
de la entrada de unión 
con el camino a Santiago. 

Será el verdadero pórtico de la iglesia. 

Y en sus festividades 
ella podrá ver alguna vez 
la nave de una misa de campaña: 
el altar portátil se colocará 
delante del nicho: todo está previsto.

M. EL CUBO BLANCO ES CAPAZ DE ACOGER 
LAS FORMAS DE LA PIEDAD DE TODOS.

Mientras esto sucedía. 

El dueño del fundo, 

porque los dueños de fundo 
organizan y dirigen 
cuanto sucede en sus propiedades, 
había comprado muchos materiales 
que según él debían entrar en esta capilla, 
en la capilla de su fundo. 

Ya había comprado un altar románico, 
había mandado hacer los ornamentos, etc. 

Él fue el que compró la imagen para el nicho 
cuando no pudo conseguir que alguna imagen 
ya venerada pudiera ser trasladada ahí. 

Por otra parte él explicó que por el momento 
no se podía llevar el agua potable hasta la sacristía, 
habría que esperar una nueva etapa de los trabajos del fundo. 

Recogí todas estas cosas para mi obra. ¿Por qué lo hice?

Una vez en Venecia, 
delante de Santa María della Salute, 
en la góndola en el Gran Canal 
me explicaron que ella como otras iglesias 
fue levantada como acción de gracias 
a la Santísima Virgen por haber librado a la ciudad 
de una de las pestes que trían las aguas de estos canales. 

Así de la ciudad entera y su vivir 
nacieron estas hermosísimas formas. 

¿Dónde está el nacimiento?

Hoy día el nacimiento 
está en cualquier acontecimiento; 
está en esta capilla recordatorio, 
está en la planificación parroquial de la ciudad. 

No añoro edades de oro, no juzgo mi época. 

Recojo lo que hoy acaece. 

Recoge esa piedad que coloca flores y velas 
y planchas de acción de gracias en el nicho 
y que hace arreglos de novenas 
y teje manteles en el interior. 

Recoge esa piedad de todos. 

Con esa fealdad intrínseca a las cosas de todos. 

La piedad de todos en el blanco cubo de luz. 

Cubo de la situación de luz. 

Cubo de forma, por eso. 

Porque si fuera de formas, si que ellas, 
las formas de las imágenes, del altar, 
de los bancos, de los adornos 
y arreglos de las novenas. 

Sería un eterno estar preocupado 
por la desaparición de su obra. 

La piedad no puede interferir, 
modificar, desviar la luz, la luz del cubo.

N. LOS ARQUITECTOS CANTAN 
Y ABREN EL PRESENTE / 
LO QUE HOY ES, TAL CUAL ES /

Pero esta afirmación, 
aunque aparentemente sea 
sin mayor importancia, es fundamental. 

Porque dice relación 
con lo que dije al comienzo; 
unos se hincan, otros doblan una rodilla, 
otros permanecen de pie. 

Otros arreglan novenas. 

¿Por qué? 

Porque siempre que pensamos 
en la gigantesca empresa de la ciudad. 

Siempre que pensamos en la renovación. 

Siempre que pensamos 
en el nuevo mundo a construir 
pensamos en el nuevo hombre. 

Hombre concebido como nuevo 
para habitar ese mundo nuevo. 

Hombre nuevo y nuevo mundo 
apoyándose mutuamente, 
levantándose entre sí 
como los peldaños de una escalera. 

Y este hombre nuevo 
nos aparece con sus actos 
inscritos en una continuidad. 

Continuidad: 
para que todos los actos 
adquieran su unidad. 

Unidad que les dará 
los postulados 
que realizan esta gran tarea. 

Entonces 
el momento actual nos aparece 
como un momento de transición 
que se viene de un estar donde 
no hay tal continuidad en plenitud 
y se marcha a esa plenitud. 

Pero el no querer aceptar 
el que vivimos en un tiempo de transición 
que nos conducirá a una plenitud, 
cree que siempre lo del hombre 
irá acompañado de eso que no es pleno 
y que lo no pleno va tomando siempre 
diversas formas y ubicaciones, 
es aceptar al hombre de hoy, al de aquí, 
y esa es la afirmación de esta obra. 

En Achupallas se dijo: 
siempre en la ciudad, 
los hombres con traje viejo 
y sombrero nuevo 
o con traje nuevo y sombrero viejo, 
y los que andan con traje y sombrero nuevo 
quizá qué cosa tendrán de viejo.

Arquitectos cantan lo que es, 
abren el conocer lo que hoy es: El presente. 

Establecen por tanto el verdadero futuro.

O. RECOGER EL PROBLEMA DE LA CONSTRUCCIÓN: 
UN PLAN DE ASTUCIAS PARA LOGRAR LA LUZ CÚBICA.

Por eso también esta capilla 
recoge el problema de la construcción 
y al recogerlo no lo hace límite 
o indigencia para el cubo de luz.

Como ya hemos visto esta capilla está en un fundo 
muy próximo a Santiago, casi al lado. 

Sin embargo ella deberá ceñirse 
al ritmo de los dueños de fundo. 

Ya hemos visto cómo será construida 
con muchos materiales ya adquiridos: 
ladrillos, las planchas 
de fierro galvanizados de la cubierta, 
bolón, arena, ripio, madera 
para la enmaderación de techumbre, etc. 

El constructor será una empresa de Santiago. 

La obra es muy pequeña y no habitual. 

Representa muchos viajes 
que no son traslados urbanos 
sino viajes fuera de la ciudad. 

La obra, en realidad, 
no se inscribe en buena forma 
en los intereses administrativos y económicos 
de una empresa constructora, luego, 
aunque el constructor tenga la mejor voluntad, 
en la práctica hay que preverlo, 
no podrá dirigir la construcción con minucioso rigor, 
no podrá realizarla al milímetro. 

Hay luego que trazar con esto por una parte 
y con los materiales ya adquiridos todo un plan de acción. 

Un plan de astucia para lograr la luz cúbica. 

También hay que pensar que de muchas terminaciones 
no conviene en este instante definirlas en forma cerrada. 

Pues una iglesia no es una casa 
o un edificio de departamento, 
los cuales cuando son pensados y llevados a cabo 
porque tienen para sus dueños claridad, 
pues son caminos que todos los días 
se están recorriendo por casi todos, 
en cambio la iglesia es para quien la levanta 
una obra que comienza a cogerlo, 
a cogerlo más y más, 
que tiende a sobreponérsele 
tal como ya en su ubicación 
ella hizo a un lado a la entrada y sacó la terraza 
y el nicho fuera del cierro de la propiedad.

Un plan de acción: 

Obra gruesa de albañilería reforzada: labor corriente. 

La altura definitiva exterior 
se fijará en el terreno mismo 
pues hay que medirla 
al andar por los caminos. 

En seguida, cinco o seis partidas 
hechas como en la mejor obra: 
entramado metálico del cielo, 
campanario metálico, 
base metálica del nicho, 
ventanales superiores, 
puerta giratoria de entrada al cubo 
y cielo acústico. 

Después habrá que terminar 
conforme a las posibles mejoras 
que se puedan introducir 
a un presupuesto base muy ajustado. 

Vendrá entonces hacer 
diversas experiencias 
de terminaciones, 
por ejemplo: experiencias 
con la estructura metálica 
para transformarla del campanario, 
de la cruz en la entrada, etc.

Batalla por el cubo de la luz. 

Obra que no debe desarrollarse 
según el proceso habitual, 
con sus etapas tan precisadas en el tiempo, 
la proyección y la ejecución.

P. LA HISTORIA DE LA CAPILLA: 
FIDELIDAD AL OJO 
EN LOS ACTOS QUE DICTÓ LA FORMA.

Ahora cuento con todas las energías para realizar la obra. 

Realizar ese plan de astucias que ella requiere, 
astucias ya determinadas por los demás, 
astucias menores diría yo. 

Ya no desnudo. 

Porque la capilla de los Pajaritos 
propone otro tipo de continuidad 
que la que se apoya en las vistas 
y esto, considero, representa ese vadear 
que dije al comenzar este es escrito. 

Espacialidad no nacida 
de las interpenetraciones del ver, 
del espectáculo, sino del actuar, 
del venir, del ir por los caminos, 
del ser retenido, del estar en la luz del orar. 

Todo el ir, el ir de nuestro vivir, 
adquiriendo sus matices 
al ir atravesando diferentes actos.

Debo confesar que en un momento dado
mandé mis formas a un amigo. 

Recálculos con proporciones áureas le pedía. 

No abrí la respuesta. 

Fiel al ojo que me dictó y cómo me lo dictó. 

Fiel al ojo que me dictó la forma y no las formas. 

El cubo de luz y no geométrico, ni de perspectivas. 

El cubo de la retención, el cubo ciudadano. 

La iglesia de la forma de la ausencia.

Esta es pues la historia de esta capilla. 

Ella no fue levantada conforme a estos planes ni por nosotros. 

Pero, ¿cómo serán los confesionarios en este cubo de luz? 

¿Cuál será su luz, la luz de la forma 
de estas pequeñas iglesias dentro de la gran iglesia?

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