"La capucha es el rostro del pueblo" II
La impunidad en la Universidad de Chile o es consentida o fruto de la incompetencia. Estamos ante un cuadro de autoridades ?rehenes? en parte por su alianza-cazabobos con el movimiento estudiantil, en parte por presión de activistas radicalizados, académicos y dirigentes estudiantiles.
por Alfredo Jocelyn-Holt - Diario La Tercera 20/10/2012
PROCLAMA EL LIENZO gigante en el frontis de la Casa Central: “La Universidad de Chile unida en el fortalecimiento de la educación pública…”, bla bla bla. ¿Existirá tal convicción? ¿O no será que quienes pontifican esloganes urbi et orbi, al igual que los que pasan santiguándose el pecho, sólo atinan a hacer actos de fe?
El día 4 de octubre, jóvenes encapuchados atacan salvajemente a un profesor, casi lo matan (lo que contábamos la semana pasada) y medio mundo en esa facultad del campus Gómez Millas hace sendas declaraciones, todos indignados. Pero, ¿qué tanto? Quienes abiertamente apoyan lo que le pasó al profesor siguen con la capucha puesta. El mural de la “mujer-metralleta” (pagado con platas de la facultad) sigue ahí; también el espantapájaros encapuchado que “guarda” (¿lo “abona”?) el “huerto” frente al mural, instalado por un grupo de estudiantes veganos. Conversando con otro profesor de Filosofía y Humanidades, calculamos que la violencia y “toma territorial” en Gómez Millas lleva 15 años, y la escalada violentista última (cuando aparecen los encapuchados) data de la quema de libros de la biblioteca el 2006. Ahí también el repudio fue universal y no pasó nada.
El viernes antepasado, en asamblea de claustro en la facultad, ante la solicitud de varias profesoras de que se tomen medidas efectivas de seguridad, la vicedecana, quien antes descartara sin investigar que estudiantes estuviesen involucrados en la quema de un bus del Transantiago (octubre 2011), les responde que habría que quizá “pedirles” a los estudiantes que mudaran la vestimenta, el “look” del espantapájaros, pero no había que volverse “histéricas”, ofreciendo de paso “asistencia psicológica” a las profesoras. A su vez, en carta a La Tercera, en respuesta a mi columna, la decana señala, no sin cierta angustia: “Entendemos que será también la institución la que deberá apoyar a nuestras unidades académicas, iniciando con urgencia un proceso de normalización de nuestra convivencia universitaria”.
Si apunta a la Casa Central, veamos: el rector no se pronuncia (anda en Australia y Singapur). El repudio de la rectora (S) sólo se informa vía UChile.online, cuatro días después del ataque al profesor. El Senado Universitario, máxima autoridad colegiada, hace llegar su condena, por igual medio, nueve días después del atentado (el sábado pasado). Ya antes el récord no es mejor. El Senado Universitario sesionó en Casa Central mientras todavía el recinto estaba en toma (septiembre 2012). El rector y la actual rectora (S) visitaron a estudiantes en huelga de hambre en septiembre del 2010. Contraloría ordenó al rector que instruyera sumario por maltrato e insultos a profesores y estudiantes por otros estudiantes y académicos de Derecho, tras la toma del 2009 (apoyada por el rector); nada ha pasado en dos años de aquella disposición. Podría dar muchos otros ejemplos; escribo un libro al respecto.
La impunidad o es consentida o fruto de la incompetencia. Estamos ante un cuadro de autoridades “rehenes” en parte por su alianza-cazabobos con el movimiento estudiantil, en parte por presión de activistas radicalizados, académicos y dirigentes estudiantiles, dentro de nuestra única institución superior todavía nacional. La situación es grave, quizá hasta peor.
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