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El origen de la vida por JORGE PEÑA VIAL



Director Instituto de Filosofía
Universidad de los Andes 
Diario El Mercurio, Miércoles 03 de Octubre de 2012 
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/10/03/el-origen-de-la-vida-2.asp



Señor Director:
En el interesante intercambio de cartas en torno a la evolución, creo que se ha incurrido en una confusión entre el plano metafísico y el proveniente de las ciencias naturales.
La clave para el análisis realizado por Tomás de Aquino acerca de la noción de creación reside en la distinción que hace entre creación y cambio, o como decía a menudo: creatio non est mutatio (la creación no es un cambio).
El tema de las ciencias naturales es el mundo de las cosas que cambian. Cada vez que hay un cambio, debe existir algo que se transforma. Crear es ser la causa radical de toda la realidad, de todo cuanto existe. Causar enteramente la existencia de algo no es producir un cambio en algo. Como escribe Tomás en una de sus últimas obras, Sobre las substancias separadas : "Por encima del modo de convertirse mediante el cual algo llega a ser mediante el cambio o el movimiento, debe existir un modo de convertirse u origen de las cosas sin mutación ni movimiento algunos mediante el influjo del ser ( per influentiam essendi )". ( De substantiis separatis c.9, N° 49).
La creación no es exclusivamente cierto evento distante; es el causar continuo y total de la existencia de todo cuanto es. En un sentido fundamental, la creación no es realmente un evento en absoluto. Esta comprensión de la creación como dependencia metafísica no es desafiada por especulaciones cosmológicas de nuestros días relativas al Big Bang.
La creación no es un movimiento: es una emergencia absoluta. Un surgimiento originario. Por eso no es un "acontecimiento" que se dé en el tiempo. Para que haya tiempo tiene que haber un movimiento: un "antes" y un "después". Y eso es lo que no hay en la creación. Propiamente hablando, la creación no es un hecho. Esto no quiere decir que no sea real, sino que no es un evento que sucedió en algún momento y después dejó de acontecer.
No se puede entender la creación como una especie de inicial "arrojamiento" a la existencia de las cosas, que después continuarían siendo, abandonadas a su suerte, por una especie de inercia ontológica. No. La creación es algo mucho más profundo y real que un hecho. La creación es el origen, no el comienzo. Es la situación estable de dependencia de las criaturas respecto a su hacedor. Es la condición metafísica de lo creado, en cuanto a que es mantenido en el ser por la causa originaria. Por eso la creación es tan real y actual hoy como en el primer día del Génesis.
No se puede demostrar físicamente que el Big Bang no estuviese precedido por una situación cósmica previa. Como ha señalado Stanley Jaki: La ciencia física o la cosmología científica son absolutamente impotentes para mostrar que cualquier estado de las interacciones materiales no es reductible a un estado previo, aunque sea hipotético. "Si la ciencia es impotente en esta cuestión puramente científica, lo es aún más con respecto a un problema mucho más profundo, de naturaleza muy diferente, a saber, que un estado físico dado pueda deber su existencia a un acto directamente creativo, que trajo ese estado físico al ser desde la nada".
En la medida en que son hipótesis científicas, las teorías evolucionistas no pueden afirmar ni negar nada respecto a la creación del mundo, por la fundamental razón de que se mueven en un plano objetivo diverso. La cuestión de la evolución concierne a los mecanismos de cambio del mundo físico y, más en concreto, de los organismos biológicos. Se ocupa del devenir del mundo, no de su ser. De esto último trata la metafísica, la cual nos advierte justamente que la creación no es un evento que pudiera ser registrado por medio de la experiencia sensible.
La evolución sólo entra en conflicto con la creación cuando se formula desde un evolucionismo radical, desde un transformismo universal, que no es una teoría científica sino una ideología materialista. Pero también cabe la postura opuesta también errónea, la "creacionista" a ultranza, según la cual el carácter creado del cosmos excluiría toda evolución. Se trata de una posición que tampoco es metafísicamente sostenible. También en ella se confunde el plano del ser con el del devenir. De ningún modo se puede considerar como no científica la noción de una creación evolutiva.

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