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Dos cartas que contextualizan la tan debatida Carta Pastoral‏



Diario El Mercurio, Domingo 21 de Octubre de 2012 
Iglesia y líderes empresariales

Señor Director:
Con diversas evaluaciones, cuatro líderes empresariales se refieren a la carta pastoral "Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile" ("El Mercurio", domingo 14 de octubre, D 12-13).
Es valioso que esta carta siga animando a un diálogo franco en la sociedad civil y que "El Mercurio" contribuya a ello. Con esa misma franqueza quisiera recordar que el propósito del documento es ayudar a confrontar la actual realidad de Chile y de la Iglesia Católica con las enseñanzas del Evangelio. Apuntamos a los temas de fondo que tocan la dignidad de la persona humana, la construcción del bien común en una sociedad plural, la opción cristiana por los más pobres y vulnerables, al sentido y la finalidad de la existencia humana iluminada desde Cristo y desde una antropología consecuente.
Ir al fondo de las expresiones de malestar es lo menos que puede aportar la Iglesia a una sociedad a la que quiere servir. El texto no es un balance de lo positivo y negativo de un determinado momento histórico (o de un gobierno), sino una contribución para discernir los desafíos en un itinerario de desarrollo y crecimiento evidente -pero que también tiene límites claros-, para avanzar hacia una mayor humanización.
Precisamente los niveles de mayor riqueza, de menor pobreza y de progreso alcanzados en las últimas décadas -que la Carta en ningún momento desmerece o desacredita, como ha sido interpretado por algunos- hacen posible y por lo mismo exigible, desde un punto de vista ético y de la sostenibilidad democrática, abordar estos desafíos que se expresan en el malestar social.
Con todo, la carta pastoral reconoce también hechos positivos, que representan una gran oportunidad y "abren posibilidades insospechadas en la comunicación de los pueblos y en el progreso humano".
Cuestionar la inmoralidad en que puede incurrir un modelo político, social o económico no es un capricho de los obispos. Es un deber. Así lo muestra la abundante enseñanza social desde la encíclica "Rerum novarum" (1891) de León XIII hasta "Caritas in veritate" (2009) de Benedicto XVI, sin restarse a su deber por hacer sentir incomodados a algunos sectores. Enseñanza que no sólo cuestiona, sino que también reconoce y anuncia esperanza al ayudar a descubrir valores como la "gratuidad y el don", como elementos constitutivos de la economía y la convivencia social. Este imperativo no tiene tonalidades.
Finalmente, quien conozca esta carta pastoral descubrirá que nada está más lejos de su propósito que tapar los abusos sexuales de clérigos, el dolor de las víctimas y los escándalos derivados. Una vergonzosa realidad que nos interpela y desafía como Iglesia, a la cual estamos haciendo frente, pero que no nos amordaza para hablar de frente al país, a riesgo de que pretendan acallarnos, como ha sucedido en distintos momentos y lugares, y como parecen pretender quienes hoy imputan a la Iglesia de querer "relegitimarse".
Cristián Contreras Villarroel
Obispo Auxiliar de Santiago
Cartas 
Diario El Mercurio, Domingo 21 de Octubre de 2012 
Pastorales y pastores

Señor Director:
Alguna vez escuché un adagio chino que decía que luego de escribir una carta hay que dejarla un par de semanas en el escritorio antes de despacharla. Es justamente lo que he hecho en esta ocasión. Ello me ha permitido madurar y pulir la presente, leer entera la última carta pastoral y también las misivas que sus lectores han enviado para comentarla.
La carta pastoral de la Iglesia Católica es a mi juicio más completa y más profunda que lo que se ha informado en la prensa. Allí han aflorado sólo sus ribetes más terrenales y por ende mas polémicos, respecto de los cuales también daré mi opinión.
No obstante, no hay que dejar a un lado el llamado que ella nos hace a los chilenos a darles un sentido más trascendente a nuestras vidas, a cultivar la solidaridad y el amor al prójimo, a buscar la dignidad del trabajo y de la familia y, en fin, a que vivamos en un mundo más cercano a los valores.
Es comprensible, a mi juicio, que los pastores nos recuerden que no debemos adorar al becerro de oro que nos trae el progreso económico y el creciente bienestar que estamos viviendo en Chile. Comprendo, y acepto también, que tal circunstancia nos acarrea silenciosamente -como de contrabando- un exacerbado apego a lo material y una creciente cultura del hedonismo.
Sin embargo, con la misma franqueza debo decir que me parecen atendibles aquellos reparos que algunos de sus lectores han hecho a las -según ellos- indebidas críticas que la carta pastoral hace a la economía de mercado y a la globalización, las que serían en alguna medida responsables de un cierto "malestar existencial" que estaríamos viviendo los chilenos.
Es hasta cierto punto verdadero aquello de que la economía de mercado incuba algunos males como la desigualdad, el culto a lo material y tantos otros. Pero seamos justos y miremos también sus beneficios. Es precisamente ella la que ha que ha traído más pan, más techo, más abrigo, más trabajo y menos pobreza a Chile. Merced a ella es que estamos viviendo tiempos de bienestar que otras políticas económicas no han entregado a otros países, ni menos al Chile del pasado.
Al final, nuestros pastores y también nuestros gobernantes creo que comprenden que la economía de mercado es sólo un instrumento y no un fin. El desarrollo integral del hombre es una suerte de equilibrio entre su bienestar material y el cultivo de su alma y de sus valores. Para lograrlo, no caeré en afirmar aquello de "cada uno a lo suyo". Sin embargo, cuidemos lo que hemos logrado en lo primero y avancemos también para nunca descuidar lo último. Ambos propósitos pueden parecer difíciles, pero no me parecen incompatibles.
Fabio Valdés C.

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