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Antonia Santa María - todo sobre mi padre

 
Es la protagonista de la película "Pérez" y además su productora. Allí interpreta a una joven que confronta a su disfuncional papá por haber estado ausente durante años. En esta entrevista, la actriz analiza la paternidad en Chile, elabora su propia tipología de padres y confiesa cómo es el suyo, lo que heredó de él y cómo la ha marcado en sus decisiones personales: desde el hombre que encontró como pareja, pasando por los valores en los que cree, hasta la forma en que ejerce su profesión. "La cantidad de gente que tiene rollos con su padre es impactante", asegura.   

Por Natalia Núñez.
Diario El Mercurio, Revista Ya, martes 9 de octubre de 2012
El padre de Antonia Santa María en la vida real es el abogado Juan Pedro Santa María Pérez, 65 años, director jurídico del Banco Santander. Pérez es el segundo apellido del progenitor de esta actriz. Y ella, el jueves 18 de octubre llegará a la pantalla grande protagonizando la película "Pérez". El título de la cinta es sólo un alcance de nombre respecto a su padre. La película cuenta la historia de un disfuncional, irresponsable, liberal, relajado, desfachatado e inmaduro padre que se reencuentra con su hija Roma en su casa de veraneo, después de haberla abandonado; después de haber transcurrido años sin tener ninguna noticia de ella y haberse perdido su infancia y conflictos de adolescencia. Pero Pérez (interpretado por Luis Gnecco), con todos sus defectos dibujados en la ficción, quiere interactuar con su hija como si nada hubiera pasado. Es un personaje diametralmente opuesto a Juan Pedro Santa María.
Juan Pedro Santa María es nieto del ex Presidente Domingo Santa María. Un hombre que toda la vida se apegó a la tradición, a la rutina de hacer un trabajo por 35 años. Ama el campo, fuma puros los fines de semana, adora la literatura, juega tenis, anda a caballo y almuerza en el Club de la Unión. Un hombre que a los 13 años tuvo que hacerse cargo de su familia y asumir -además de su rol de hijo-, también como papá de sus hermanos y compañero de su mamá cuando su propio padre murió. Se diría que el Pérez de la cinta, el padre cinematográfico de Antonia Santa María, y Juan Pedro Santa María Pérez, su verdadero padre, son como el agua y el aceite.
-Mi papá fue muy presente, pero más en lo intelectual. No cambió un pañal en su vida y si fuera padre ahora tampoco los cambiaría y te lo va a decir: "No lo voy a hacer nunca". Pero si lo ves como abuelo, es lo más guaguatero del mundo. Yo creo que con nosotros -son cuatro hermanos- era muy cariñoso y bueno para jugar, porque además es muy lúdico. También es artista, siempre nos inculcó el arte, la cultura, la lectura. Tiene un humor maravilloso, una ironía horrible.
Antonia no puede resistirse a reír cuando recuerda a su padre. Revisa las postales que tiene de él en su memoria y todas retratan a un hombre muy seguro de sí mismo, muy preocupado por su familia, amante de la naturaleza, de los asados hechos por su señora, de la siesta con música clásica, incapaz de arreglar un enchufe cuando se estropean.
Es jueves 20 de septiembre en la mañana, la mitad de Santiago sigue instalado en la playa, como si los feriados patrios no hubieran sido suficientes, y esta actriz de 30 años escucha las preguntas sobre su padre con cierta cautela. Mientras toma un café cortado, revisa su celular de vez en cuando y acomoda las mangas de su chaleco beige con flores multicolores. Escarba en su propia historia para desmenuzar la paternidad en Chile, su relación con Juan Pedro Santa María, su padre, y su rol en "Pérez", donde no sólo es protagonista en lo actoral, sino también en lo ejecutivo: Antonia es productora de la cinta y, además, el director es su pareja, Álvaro Viguera, quien ganó el premio a Mejor Director de la Competencia Nacional en el pasado Sanfic.
-Esto es pura autogestión. Tiene que ver con tener llegada con la gente y uno saber vender el cuento. Obviamente, cuando el proyecto es personal es mucho más fácil ofrecerlo. No me ha tocado ser productora de proyectos de otros donde no estoy. Entonces, todavía soy una productora bien egoísta, produzco para actuar yo. En un proyecto ajeno no lo he hecho y quizás podría costarme más. Pero nadie mejor que yo va a poder venderlo: yo sé por qué queremos hacerlo como grupo.
Fueron 11 días de rodaje en una casa que arrendaron en Laguna Verde. La película está basada en una obra de teatro, donde Antonia también actuó. Después de cada función, cuando entraban a su camarín varias jóvenes del público que se sentían identificadas con Roma, el papel que interpretaba Antonia -una chica herida, dañada, con mucha rabia y resentimiento hacia su papá, que pelea toda la película con él-, se dio cuenta del real peso que estaba teniendo la temática de este montaje.
-La cantidad de gente que tiene rollos con su padre es impactante. En ese camarín me di cuenta de las Romas que hay dando vueltas en este país. Me pasó también con algo tan concreto como con amigas mías. Hasta mi hermana (Constanza Santa María) llegaba a llorar y mi papá era como: "¿Tenemos algún problema que no hemos resuelto?". Vio la película en Sanfic y lloraba de nuevo. Pero yo creo que tenía más que ver con la emoción de vernos a nosotros que con otra cosa. Porque lloraba como si se fuera a acabar el mundo. Yo soy menos reflexiva, más práctica, estaba haciendo mi obra nomás. Recién ahí me cayó la teja de lo que estábamos hablando y de cómo representábamos a la gente y sus historias con los papás.
Dada la repercusión preliminar de la obra y el filme, harán diferentes avant-premiéres en colegios como el Santiago College y el Alcántara, en La Florida, para generar debate sobre el tema y los conflictos no resueltos de los adolescentes con sus papás.
Tipología de padres
Cuando Antonia anunció que quería entrar a estudiar Teatro en medio de una comida familiar, realizada a comienzos de los años 2000, su padre le lanzó una frase que hasta hoy ella mantiene grabada a fuego y la sigue como un mandamiento.
-Siempre sé una actriz seria. No te quiero ver en la farándula.
La declaración fue potente. Más para la joven Antonia, cuyo primer papel en televisión fue la popular, elogiada y exitosa Sharon Jeanette en la teleserie "Brujas", la más chica del clan de los "Sa-Sa". En esa época la invitaban a cuanto matinal existía, a programas de concurso y estelares. Siempre dijo que no. Severa. Aunque fuera su propia jefa la que le pidiera dejarse llevar por la coyuntura e ir a estos espacios, mantuvo su negativa de manera drástica.
-No tengo por qué bailarle reggaetón a nadie. Yo no estudié Teatro para eso.
Antonia concuerda en que no hay nada más "engrupido" que un estudiante de Teatro en sus primeros años. Fue precisamente durante esa etapa que tuvo uno de los debates más fuertes con su padre. No por el consejo que le dio de mantenerse al margen de la farándula. Antonia está agradecida de esa advertencia. El desencuentro fue por los orígenes de Antonia. Ella, criada en una familia tradicional, con historia, que toda su vida fue al Colegio Apoquindo, se sentía un poco fuera de lugar respecto de sus compañeros de universidad. Por un instante, quiso no llevar a cuestas el apellido "Santa María" y tener uno más común y corriente.
-Me acuerdo que tenía un gran tema, que es terrible y me arrepiento, que era que en la escuela me sobraba el apellido. Recuerdo haberle dicho a mi papá: "Qué ganas de no ser Santa María".
-¿De qué manera le marcó su papá para convertirse en la persona que es hoy?
-Ufff... terriblemente. Más de lo que uno quisiera. A ver. Mi papá es cero Pérez, es todo lo contrario a él. A pesar de que uno nunca tiene el padre perfecto y que uno siempre le va a cobrar cosas. Ahora, no necesariamente debes tener un padre ausente para identificarte con esta película. La relación padre-hija de por sí, aunque tu papá sea increíble o tengas un complejo de Electra potente, es compleja siempre. Siempre te va a dar para analizarla, para reflexionar. Jamás nadie te va a decir: "Yo amo a mi papá tal como es". Siempre hay algo. No sé por qué.
A sus 30 años, Antonia Santa María se siente capacitada para confeccionar su propia tipología de padres. Según lo que ve en su entorno, en su pareja, en su familia, en sus amigos, en el extranjero.
-Tengo un cuñado holandés (Sander, marido de Constanza Santa María) y veo cómo es como papá: 50/50 con mi hermana, no hay diferencia. Él es así sin ningún esfuerzo. No es como que se haya tenido que proponer ser así. El problema es que las mujeres acá somos machistas. Al hombre le dimos, o le dieron, ciertos roles en relación a la "caza del jabalí", mientras la mujer está criando. Pero eso está cambiando. Cada vez somos más los que creemos en la cosa compartida y en que el jabalí no lo cazan los hombres nomás, sino que lo cazamos los dos y, por lo tanto, somos los dos los que criamos también.
En ese contexto, Antonia visualiza que, al menos en Chile, la sociedad, la gente, hace una diferencia brutal cuando, como se muestra en la película "Pérez", es el padre el que abandona a un hijo y no la madre.
-Cuando es la madre quien lo hace, es considerada una loca. Que lo haga el padre, es normal. Un papá que se comporte así uno lo considera poca cosa, pero no un loco, no un tipo raro. Una madre que hace eso está deschavetada y se tiene que haber ido a una secta porque, de lo contrario, no hay razón que justifique eso. Pero, con el hombre, la explicación suele ser: "No quiso reconocer nunca al hijo, porque fue una canita al aire". Lo que me impacta es que este fenómeno debería tener que ver con un circuito socioeconómico, pero no: es súper transversal, aunque en algunos lugares está más oculto.
-Si tuviera que hacer una tipología de papás, ¿cuál sería?
-Veo el papá tipo "Pérez", que es el típico padre que las amigas envidian porque es más simpático, más cercano, más bueno para la talla, con el que puedes decir garabatos, fumar, tomar la primera piscola. Es el "papá-amigo" que, en el fondo, uno como hija no es lo que busca. Encuentro que eso es bien común.
-¿Uno como hija busca disciplina?
-Sí, claro. Exactamente. También una segunda categoría, que son los hombres como mi padre, que son todo lo contrario a Pérez. Él es muy amigo de la disciplina. No era con él con quien mis amigas querían hacer una parrilla, no la hicieron y no la van a hacer. Y si la hago, él dirá: "Yo me voy a dormir. Pásenlo bien, la casa es de ustedes".
Otra categoría que establece Antonia es el "papá-femenino". Lo ve en sus propios hermanos mayores: ambos crían, ambos tienen los roles cambiados.
-Su cuñado también es así.
-Mi cuñado, mi marido. En el fondo, tienen esa cualidad: los veo súper femeninos. Siempre me han atraído los hombres que tienen el lado femenino desarrollado, que no tienen ningún pudor en ser sensibles.
Las similitudes del padre en la pareja
-No me parece. Pero como a ustedes no les importa lo que yo piense...
Fue lo que dijo Juan Pedro Santa María cuando Antonia, la menor de sus hijas, le comunicó que se iría de viaje de vacaciones con su pololo. Ella se fue igual.
-Lo respeto intelectualmente.
Fue lo que dijo Juan Pedro Santa María cuando Antonia ya llevaba un tiempo con el mismo pololo y su papá le daba su aprobación. Como el hombre había mostrado conocimientos y un pensamiento elaborado, tenía visto bueno.
-Me doy por enterado.
Fue lo que dijo Juan Pedro Santa María cuando Antonia le comunicó que se iría a vivir junto al actor Álvaro Viguera sin haberse casado previamente.
Viguera, por cierto, es el mismo pololo de las vacaciones "sin consentimiento". Lo curioso del asunto es que a Viguera, a sus 33 años, le ha dado por fumar puros, se ha puesto muy serio, formal y tradicional.
Desde que Antonia empezó su relación con él han pasado ya siete años y la actriz nota que su pareja, "su marido" como le dice ella, cada vez está más parecido a su padre en la manera de ser y de pensar. Sin darse mucho cuenta, encontró a un hombre que comparte muchos rasgos con su papá. Precisamente, en la película "Pérez", la pareja de este disfuncional hombre es Marion (Natalia Grez), una chica joven, que podría ser su hija, y que busca en su pololo una figura paternal.
-¿Qué opina de que haya mujeres que busquen papás en lugar de pareja?
-Yo supongo que es natural. Por algo se da tanto. Insisto: a veces uno no queriéndolo termina encontrando algo similar. Cuando uno está buscando o tratando de encontrar a su padre, eso me parece más enfermo. Pero me parece lindo también cuando uno no está buscándolo que se dé. Finalmente, los hombres también buscan mujeres que sean parecidas a sus madres. A mí me da risa: la mujer de mi hermano mayor, ponte tú, podría ser hija de mi mamá: ¡Hasta se parece físicamente!.
Álvaro Viguera, la pareja de Antonia, tiene un hijo, Santiago, de una relación anterior. El pequeño tiene ocho años y la actriz está encantada con cómo es él como padre: lúdico, presente, sensible, comprometido con todo lo que significa la crianza y sus etapas.
-Yo le digo a Álvaro que cuando tengamos hijos yo no voy a ser la que juegue. "Tú jugarás. Yo le enseñaré". Tenemos los roles cambiados. Para mí jugar con un niño es lo más aburrido que puede existir.
-Habrá que ver cómo será cuando tenga sus hijos.
-Vamos a ver. ¿Pero me entiendes? En el fondo, yo soy súper hombre. El concepto de hombre que yo tengo es de mi padre y por eso te digo que nos marcó tanto, seamos hombre o mujer. No es que mis hermanos hayan salido así y las mujeres de otra forma. No. A todos nos caló fuerte.
-¿Cómo es Álvaro como padre?
-Es moderno. Hablando de los tipos de papá, es el padre moderno-femenino. Me gusta que se ocupe de todo, o sea, en el fondo que no haya diferencia de roles. Hay semanas en que me toca más pega y es él quien cocina en la casa, se hace cargo de la casa y sin mucho alarde. Uno va adaptándose. Es tremendamente cariñoso y generoso con su hijo, conmigo, con su madre, que es lo que uno igual termina buscando: un papá, un hombre que es muy de su casa, y de su familia por sobre todo. Yo soy mucho así, me eduqué así, me transmitieron eso y, aunque sea muy distinta a mi papá, finalmente los valores de Álvaro son los mismos. Creo que eso es súper importante en una pareja el compartir valores para poder criar después. Me imagino que es ahí donde surge el primer conflicto, cuando el otro piensa distinto.
-¿Qué valores imprime su pareja en su hijo?
-La libertad, pero también la responsabilidad, el deber, el juego. Yo soy súper poco lúdica, entonces me encanta que eso lo tenga él.
-Su papá era poco lúdico.
-Mi papá...
Antonia hace una pausa y piensa un rato largo. Le cuesta recordar momentos de pleno juego con su padre. Sí rememora escenas donde él le enseñaba inglés o se bañaba en el mar de la playa de Algarrobo con ella. También cuenta que su papá tuvo una incursión como animador de televisión: antes de que Antonio Vodanovic se hiciera cargo de un programa estudiantil de Canal 13, Juan Pedro Santa María era el dueño del micrófono. La actriz continúa su retrato paterno:
-Es raro porque él es súper lúdico, súper guaguatero. Yo creo que de chica jugaba conmigo porque lo veo ahora con sus nietos en cuatro patas.
-¿Tiene alguna deuda con su papá?
-Sí, regalonearlo más. Pero también es mutuo. O sea, no es que el cariño uno no lo sienta, sino que lo expresa de diferentes formas. Hay gente que está todo el rato con el papá y después, en términos concretos, nada. Yo sé, y se lo digo siempre, no voy a dejar que a ellos les pase nada ni que estén abandonados. Es decir, sé que me voy a encargar de ambos hasta el último día. En ese sentido, espero no tener que deberles nada, no tener deudas. A veces uno puede ser más cariñoso, más de piel. Lo que pasa es que yo no soy así, lo heredé, me criaron así. Entonces, no soy así ni con los niños. Pero claro, debería abrazarlo más, decirle más veces que lo quiero.

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