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Actualidad: Hora de parlamentar



Nunca, desde la ocupación de la Araucanía a fines del siglo XIX, ha vuelto el Estado chileno a parlamentar en serio con los mapuches. ¿Será un gobierno de derecha quien dé este paso histórico? El ADI Ercilla bien podría ser un avance.
Por Pedro Cayuqueo, periodista, autor del libro Sólo por ser Indios11/10/2012

© Presidencia
Pocos lo sospechan, pero desde la Colonia, si algo primó en las relaciones entre españoles y mapuches fue la alta diplomacia. Tras la cruenta guerra inicial, ambos bandos concordaron en que la guerra debía dar paso al entendimiento. Con el arribo de las Paces (Quillén, 6 de enero de 1641), llegaron los Parlamentos, casi una veintena a lo largo de tres siglos. Koyaqtu, les llamaron los mapuches; el “acto de ponerse de acuerdo”. Y con los Parlamentos, el comercio, el cruce cultural y el mestizaje.
Koyaqtu o Parlamento. Un arte que los antiguos mapuches cultivaron por  siglos. El último fue con los chilenos ya independizados, bajo el gobierno de Ramón Freire. Fue en Tapihue, en 1825, y tenía la finalidad de acordar el estatuto que regularía las relaciones entre la naciente república y los mapuches. Allí se reafirmó, entre otras cosas, la frontera del río Biobío. Pero duraría poco. Pasó a ser letra muerta tras la Ocupación Militar de La Araucanía (1861-1883) y el confinamiento de los mapuches a “reducciones”. Son las actuales “comunidades”, cuál de todas más hacinada y empobrecida.
Cuento esto para graficar dos cosas. Primero, que fue un país lo que el pueblo mapuche perdió frente al Estado chileno. Algo de razón tienen, por tanto, los activistas más radicales, aquellos que hablan de territorio y autodeterminación. Segundo, que desde entonces nunca el Estado chileno ha vuelto a parlamentar en serio con los mapuches. Qué decir de los últimos 20 años. Jamás lo hizo la Concertación, que dividió cuanto pudo, encarceló otro tanto, casi siempre desde el cálculo político menor. He allí la gran oportunidad de la actual administración. Cambiar el paradigma desde el cual se aborda el mal llamado “conflicto mapuche”. Un buen ejercicio lo constituye el ADI Ercilla. Y es que pasar de la lógica de los calabozos a la del diálogo político no puede sino significar un avance. Potenciar el ADI es hoy tarea del gobierno. Y no lo logrará dividiendo entre “mapuches buenos” y “mapuches malos”. Dialogar con los actuales presos en huelga de hambre -ya lo hizo y muy bien con la CAM el 2010-, desmilitarizar la zona de Ercilla, poner el tema “tierras” en el primer punto de la agenda de trabajo, son medidas urgentes y necesarias.

Bien llevada, el ADI Ercilla puede constituir la antesala de un reto político de marca mayor. Esto es, la búsqueda de una salida “parlamentada” al conflicto. Pasar, en definitiva, del “enfoque pobreza-seguridad pública” al “enfoque derechos-profundización democrática”. Están allí los modelos canadiense y neozelandés, años luz del paternalismo indigenista criollo y su tratamiento de los mapuches como “incapaces”. Y están allí los lonkos con su memoria viva y una predisposición absoluta a parlamentar. ¿Será un gobierno de derecha quien dé este paso histórico? Quién sabe. La Concertación se farreó su oportunidad. Lo decía  mi fallecido abuelo Alberto, parafraseando a Deng Xiaoping; no importa mucho el color del gato; lo importante es que cace ratones. Sabio el viejo.

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