¡Reformas políticas ya!
Alejandro Micco
Profesor Departamento de Economía Universidad de Chile
Diario El Mercurio, Sábado 15 de Octubre de 2011
La efervescencia social muestra con fuerza el cambio que vive Chile. ¿Es ésta orquestada por unos pocos? ¡Sin duda que no! Sólo basta haber ido a una marcha para darse cuenta que es un fenómeno transversal.
¿Es una muestra contra el gobierno de derecha? Sólo en parte. Quizás el gobierno "empresario" lo ha catalizado, pero es un descontento más profundo. Una crítica a nuestra sociedad desigual, sin duda, tanto material como de la forma que se reparte el poder. Un fuerte cuestionamiento a cómo estamos representados, y cómo podemos participar y defendernos.
Siempre ha existido desigualdad, pero hoy la percepción de manipulación del proceso de Castilla, HidroAysén, las diferencias en la calidad de la educación, La Polar, la elusión tributaria de quienes ganan más, ya no son tolerables.
¿Es esta situación fruto de la mayor escolarización de los jóvenes a diferencia de antes? ¿Es que después de la dictadura, la Concertación, que tenía arraigo con la ciudadanía, no avanzó lo suficiente en justicia y la gente se cansó de esperar? La respuesta es incierta; sin embargo, sí hay certeza de que miles de chilenos de Arica a Punta Arenas muestran su descontento, si quieren ser escuchados, y tener una sociedad más justa e igualitaria.
El Gobierno, el Congreso, los partidos, quienes participamos en los gobiernos pasados, parecemos no saber qué hacer. El Gobierno, débil políticamente, parece creer que abriendo la billetera fiscal manejará esta situación. Los partidos en el Congreso asienten y doblan la apuesta, aunque esto no ha funcionado. Los gastos y las promesas de mayores recursos para educación no parecen tener efecto. Seguir este camino no sólo parece no responder a lo que quiere Chile, sino que terminará traspasando los recursos fiscales a quien tenga un mayor poder de presión. Hasta ahora el tema de educación sin duda es una prioridad, ¡bien por eso!
Pero ¿por qué el debate se da principalmente en la educación terciaria y no en la educación parvularia donde existe la mayor falta de cobertura y desigualdad?
Un Gobierno y Congreso débiles, partidos políticos sin credibilidad son un cóctel peligroso no sólo para nuestra democracia, escenario perfecto para un caudillo, sino también para nuestro desarrollo. Sin estas instituciones legitimadas, ¿quién puede mediar entre las demandas múltiples y los recursos tanto institucionales como económicos escasos? Sin estas instituciones, ¿quién puede decir creíblemente que no podemos hacer todo hoy en educación superior porque no tenemos las instituciones para un buen uso de los recursos y existen demandas igual o más importantes en educación parvularia? Lo anterior inclusive con la necesaria mayor carga tributaria.
Los movimientos sociales rompen el equilibrio cuando quienes sustentan el poder impiden avanzar hacia una sociedad más justa, pues les significa perder influencia. Pero no suplen el papel de las instituciones democráticas, pues surgen por demandas específicas y, por ende, difícilmente pueden equilibrar las demandas múltiples de la sociedad, y en particular de quienes tienen menos capacidad de expresarse. Asimismo, no tienen la continuidad para velar por la implementación de los cambios, ni para priorizar temporalmente las distintas demandas.
Chile requiere relegitimar sus instituciones y no queda más que hacer reformas políticas que signifiquen a quienes ostentan el poder ceder parte de él. No es fácil, pero para ser creíble se debe ceder poder. Inscripción automática, modificación del binominal, transparencia en los procesos internos de los partidos, en su financiamiento, primarias vinculantes, cota a la reelección. Muchas de estas medidas requieren ley, pero otras simplemente voluntad. ¿No ganaría legitimidad el Congreso si voluntariamente los parlamentarios se autoimpusieran un tope de reelección?
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