por el padre Felipe Berríos S.J.
Diario El Mercurio, Revista Sábado, 1˚ de Octubre de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/10/01/el_sabado/el_sabado/noticias/07E1567E-9D06-46E9-B8DA-AA74F7746BC1.htm?id={07E1567E-9D06-46E9-B8DA-AA74F7746BC1}
"Quiero agradecer a todas los chilenos que han colaborado comprando
una cabra para una familia y algunos espontáneamente haciendo campañas
para ello. Les puedo decir que con sus donaciones hasta la fecha se
han juntado 102.772,95 dólares y eso equivale más o menos a unas 2.569
cabras".
Chile, desde el último terremoto y tsunami, se ha visto especialmente
golpeado por catástrofes naturales y accidentes que han conmovido a
todos. También ha habido una creciente agitación social que ha
convulsionado al país. Tal vez la más profunda es la de los jóvenes
que pujan por un país mejor. Pero especialmente dolorosas para Chile
han sido las súbitas pérdidas de vidas humanas, que nos hacen darnos
cuenta de que, a pesar de las diferencias, somos una comunidad donde
nadie sobra y todos son necesarios. Podemos decir que el dolor enseña,
une y nos hace mirar al otro como hermano.
Mirando más allá de Chile, es difícil no quedar golpeado al ver las
noticias de las víctimas de la hambruna en Somalia. Especialmente
conmovedora son las imágenes de los niños que son los más indefensos
ante el hambre. Es cierto que una agresiva sequía ha acelerado y
masificado el problema. Pero también sabemos que sus causas más
profundas son anteriores a la falta de lluvias. Lamentablemente el
hambre actúa en forma silenciosa y se deja ver a los ojos del mundo
sólo en situaciones extremas, como hoy en Somalia, donde el rostro del
hambre ya no se puede ocultar y es tema para los medios de
comunicación.
Para quienes están en Somalia, no es el momento para detenerse a
pensar en las causas, la urgencia sólo los obliga a usar todos los
medios, todo el saber, para evitar más muertes por hambre y epidemias.
Pero quienes no estamos físicamente en el lugar, podemos conmovernos y
ayudar, aunque también debemos reflexionar. Una de las reflexiones que
podemos hacer es pensar que a la gente que vive en la pobreza no se le
ayuda "regalando". El "regalo" hace más pobre y dependiente al
necesitado, los hace más frágiles y vulnerables y los humilla. Y a
quienes damos, el regalo mañosamente tranquiliza la conciencia que
siempre es bueno que esté inquieta ante la injusticia. Por eso que es
importante que la ayuda no sea "asistencialista" ni tampoco un
"negocio" sino que sea real, es decir; que involucre al ayudado que lo
haga "socio" no "beneficiado", lo dignifique, potencie sus
organizaciones y que sea una herramienta para su autosustentación. Y
para quien ayuda, su aporte debe ser gratuito e implicar un compromiso
que no sea puntual sino que también un cambio en sus actitudes que
promuevan la igualdad de oportunidades y la inclusión.
No quiero "aprovecharme" de lo que sucede en Somalia, sería mezquino.
Pero obviamente el trabajo en que ahora estoy involucrado está
relacionado con lo que allí sucede. Pues apunta a evitar estas
catástrofes y va en la línea opuesta al "regalo". Básicamente el
programa consiste en que luego de cumplir los requisitos exigidos, se
reparten cabras a familias en situación de extrema pobreza que ellos
"pagarán" con la primera cría que nazca, ésta cría se les entrega a
otros bajo el mismo sistema, y así la cadena solidaria crece. Es un
programa que comienza a atacar de raíz el problema del hambre, de la
pobreza y la marginalidad antes de que sea irreversible. Programas así
nos ayudan de cualquier manera, lo hacen con la participación de la
misma gente siendo sustentables en el tiempo. Éste no es el único
programa ni está aislado, él es parte de una red de acciones similares
todas tendiente a solucionar el problema alimentario sin hacer
dependiente a la gente, sino más bien empoderándolos, para que ellos
mismos sean los gestores de la solución a sus problemas.
Más del 90% de las personas en Burundi come una vez al día, y mal.
Ellos están a la merced de la hambruna si hay sequía o si se atrasan
las lluvias. Además, la falta de tierra, el agotamiento del suelo, los
primitivos métodos de cultivo y el fuerte crecimiento demográfico
hacen que el tema alimentario sea una carrera urgente contra el
tiempo.
Por esto que quiero agradecer a todos los chilenos que han colaborado
comprando una cabra para una familia y algunos espontáneamente
haciendo campañas para ello. Les puedo decir que con sus donaciones
hasta la fecha se han juntado 102.772,95 dólares y eso equivale más o
menos a unas 2.569 cabras. Estas son cifras globales, pues el valor
del animal varía según el precio de mercado, el lugar en que se compra
y entrega, y si es macho o hembra.
Hemos comprado animales de raza mejorada, principalmente de Uganda. A
pesar de lo engorroso de la contabilidad, pues algunos animales en el
proceso mueren, otros nacen, algunos se reproducen más rápido (por
partos gemelares), etc., podemos decir que en los tres años que lleva
el programa se han repartido hasta la fecha 19.163 cabras y 2.137
machos cabríos (con un 10% de mortandad). Y últimamente, por la ayuda
recibida de ustedes más otros fondos, se han comprado 2.400 cabras y
640 machos cabríos, y en diciembre compraremos 1.860 cabras y 260
machos cabríos (en promedio, una cabra cuesta 40 dólares y un macho
cabrío 220 dólares). Esa cantidad de animales equivale más o menos a
unas 23 mil familias socias iniciales del programa que con el "pago"
que hacen devolviendo la primera cría y su posterior entrega a otra
familia aumenta exponencialmente la cifra de los 23 mil socios
iniciales.
Comprenderán que aquí se vive en una cultura de la informalidad, por
lo que no es fácil hacer reportes periódicos como estamos
acostumbrados a hacerlos en Chile. Les pido confianza. La cuenta que
hemos puesto a disposición para las donaciones lleva por nombre "Orden
Compañía de Jesús Felipe Berríos-África". El motivo de ello es que las
transferencias bancarias acá son más faciles y seguras al amparo de
una congregación religiosa, como también esa es la misma razón por la
cual la granja escuela para apoyo del programa alimentario que
construimos en Kibimba, está a nombre de la diócesis de la zona y no
de una fundación particular.
El programa de las cabras no lo inventé yo, es un programa que lleva
ya tres años realizándose con mucho éxito y que con la ayuda recibida
de ustedes nos ha permitido expandirlo. La cabra tiene muchas
cualidades, es de fácil adaptación y alimentación, se reproduce
rápidamente, no requiere mayores cuidados y sus excrementos son un
excelente abono natural. Pero también es un animal culturalmente
aceptado. No pasa lo mismo con otros animales que tal vez tienen más
cualidades, pero que son asociados a la brujería o son rechazados
culturalmente, como sucede, por ejemplo, con las ovejas.
Agradezco a revista "Sábado" de El Mercurio, a todo su equipo y a
Paula Escobar quien me entrevistó, pues me permitieron dar a conocer
mi trabajo. Por eso es que por este medio vuelvo a agradecerle a tanta
gente la confianza que una vez más me han demostrado y su generosidad
para ayudar a quienes literalmente no tienen nada. Esto me compromete
aún más seguir trabajando por ellos.
CLASE DEL 70 SGC
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Carta desde Burundi
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