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Transparencia versus intimidad


13 / Oct

Por Patricio Carvajal

Patricio Carvajal

Un comentarista de radio comenzó su programa esta semana diciendo algo así como “Tengo que hacer el ‘disclosure’ que estoy vinculado con esta empresa sobre la cual estoy comentando. Eso no más. Estoy vinculado. Todos saben”. Y siguió hablando sin dar más detalles sobre su relación con esa empresa.
 
Pienso que, a pesar de que hemos avanzado, aún no tenemos una relación sana con este tema. Sabemos que la transparencia es un valor, pero todavía no distinguimos bien hasta dónde llega. También intuimos que hay temas que son privados y no tenemos por qué divulgarlos. Pero no tenemos bien claro dónde está ese límite.
 
Es cierto que los comentaristas que hacen “disclosures” han aumentado. Pero todavía lo hacen con nerviosismo. Que pase rápido. Sin dar mucho detalle. Como pidiendo perdón o disculpas. Que tengamos que usar un término en idioma inglés para denominar el asunto es todo un síntoma.
 
Volviendo al ejemplo inicial. ¿Por qué el comentarista no dijo algo más completo y preciso como “quiero advertir que mi padre es dueño de esta empresa en un tanto%…” o que “…mi señora es hermana del principal accionista, el cual tiene un x%...”? ¿Cuál es el miedo a ser más explícitos? ¿Para qué hablar de transparencia si después nos vamos a contradecir siendo ambiguos en nuestros “disclosures”? ¿Tiene sentido?
 
Por poner otro ejemplo. Recuerdo que hace años atrás se publicaron las declaraciones de intereses de algunos parlamentarios. Algunas eran de este tipo: “Tengo intereses en la agricultura, la minería y la pesca”. Así de escuetas y ambiguas. ¿Vale la pena alabar la transparencia como un valor y hacer leyes y regulaciones para fomentarla, para luego llegar a este nivel tan básico (e inservible)?
 
Pienso que el problema no es tan simple. La privacidad y la protección de la intimidad también son un valor. ¿Por qué tienen todos que saber los vínculos personales? ¿Con quién uno está casado? ¿De quién es hermano? ¿Qué bienes tiene? ¿Qué hace uno con su dinero? Tiempo atrás la reserva era vista como un bien. “Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda”, se decía. Yo concuerdo con eso. Pero parece que a la vista de los delitos y engaños que la reserva mal usada permite y provoca, ese nivel de sigilo ya no sirve. Es para peor.
 
En fin, para mí es un tema no resuelto. Difícil. Probablemente con el tiempo iremos afinando la puntería. Pero mientras no encontremos la solución que no deje lugar a dudas, si hay que optar entre la transparencia y la muchas veces legítima protección de la intimidad, yo voto por la primera, aunque haya que sacrificar la segunda. Me parece que entre uno y otro bien, hoy por hoy es más importante contar con transparencia.

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