La belleza no pasa por lo lindo...‏

• 
  

La belleza no pasa por lo lindo,

decía Adolfo Couve.

Una verdadera mujer
reconstruye su mundo
con risa y llanto,
siendo lo que es,
luchando o planchando;
caminando o contemplando.

Existiendo solamente,
y ya se sabe desde Wilde
que lo natural es la más
difícil de las poses.

Y cuando lo es
uno entiende de golpe
demasiadas cosas.

Las verdaderamente bellas
no están realmente conscientes
de que lo son ni menos se percatan
de cuándo están más bellas
de lo que jamás soñaron.

La verdadera belleza
no es un asunto
de producción
ni de perfección.

Hay un punto que
son tan hermosas,
que si fueran más hermosas
-al decir del poeta Bertoni-
dejarían de encarnar
el misterio de la belleza misma.

Es un misterio
evanescente e intangible,
que aparece cuando menos
se lo espera y que se va
demasiado pronto.

Cuando las mujeres
entiendan esta lógica
que es más evidente
desde una perspectiva masculina
(cuando no es excesivamente básica,
ni menos torpe, vulgar o banal)
muchas cosas se van a solucionar
en sus locas cabezas.

Porque las mujeres bellas
-las verdaderamente hermosas-
no son las que deslumbran
con efectos calculados
y poses provocadoras,
no necesitan abusar
de los escotes
o vestirse de gala.

Pero vaya
que nos desarman los esquemas
cuando permiten que su belleza
aflore inconscientemente,
sin pretender controlar
su deslumbrante hermosura
que brota espontánea
intangible, inasible e inefable...