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Se buscan Honorables por Joaquín García Huidobro



Diario El Mercurio, Domingo 01 de Julio de 2012
http://blogs.elmercurio.com/reportajes/2012/07/01/se-buscan-honorables.asp

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Una vez más, la polémica rodea al Honorable Senador Girardi. Esta vez se lo acusa de haber extorsionado a ex ministros de la Concertación para que designen en cargos públicos a personas cercanas a él.
El debate ha caldeado los ánimos. "No se aportan pruebas", dicen sus defensores. "¿Qué quieren? Esas cosas no se hacen por escritura pública", responden sus críticos. Es una palabra contra la otra: de un lado, el senador PPD, que, como siempre, dice que no ha hecho nada. De otro, las voces de Andrés Velasco, Pedro García, Mariana Aylwin y otros que se presentan como víctimas o testigos de sus métodos poco ortodoxos.
El caso del senador Girardi nos pone delante de un viejo problema: ¿cómo desterrar las malas prácticas políticas, esas que tanto contribuyen al desprestigio de la actividad? Hay mucho que hacer en la materia, pero lo primero es no olvidar un hecho elemental: en una democracia, la forma más efectiva de enterrar esos malos comportamientos se encuentra en las urnas (electorales, por supuesto).
Podemos discutir hasta el infinito si aquí, como también en el asunto de los dineros del Congreso mal utilizados (2005), o en los casos Novoa (2003) y Publicam (2006), o en los problemas con Carabineros (2008), el Senador infringió la ley o no. Pero si alguien logra destronarlo en la próxima elección senatorial, el tema quedará resuelto. De paso, el país recuperará a un pediatra lleno de entusiasmo, que además es experto en enfermedades respiratorias, habilidad especialmente necesaria en esta temporada invernal.
Ahora bien, ¿encontraremos bastante gente capaz que esté dispuesta a dedicarse a la actividad política, una tarea que, si se ejerce bien, puede ser un tanto ingrata? En el caso de la elección senatorial de la zona Poniente, la DC parece tener un muy buen candidato, Alberto Undurraga, capaz de vencer al imbatible senador Girardi, pero Chile necesita muchos más políticos destacados si queremos que las cosas mejoren.
El panorama no es terrible porque todavía tenemos un nivel ético y cultural aceptable en ambas Cámaras, pero la única manera de evitar que cunda el deterioro es mejorar lo que existe.
En estos dos años de Gobierno, se ha producido una masiva incorporación de gente joven al servicio público. En ocasiones han sido un poco arrogantes y muy inexpertos, pero suelen ser males transitorios. Pasado el entusiasmo inicial, muchos han vuelto a la actividad privada, pero otros han perseverado, y cabe que en el futuro tengamos una interesante renovación. También en la Concertación hay signos alentadores en la materia.
Si no conseguimos que la mejor gente se dedique al servicio público lo pagaremos muy caro. El caso argentino es muy ilustrativo de lo que pasa cuando un país tiene los mejores académicos, periodistas, escritores, deportistas, artistas, y los peores políticos.
Revertir esa situación, una vez que se produce, es casi imposible: a ninguna persona decente le interesa que su nombre esté asociado a una actividad cuasidelictiva. "Vi cosas que no me gustaron", dijo Carlos Reutemann, un buen político, al rechazar la candidatura presidencial argentina. Gracias a esa negativa llegaron los Kirchner. Viene a la mente la advertencia de Sócrates: "El mayor de los castigos es ser gobernado por alguien peor, cuando uno no se presta a gobernar".
No sólo el país paga el costo cuando las personas capaces se alejan del servicio público. Si la política no funciona, tampoco es posible ejercer bien la ciencia, el arte o los negocios.
La tarea de instaurar buenas prácticas políticas, con todo, no se satisface con la incorporación de gente valiosa al servicio público. Es necesario denunciar esas y otras conductas inapropiadas. Lo inadecuado aquí no es proponer nombres para un cargo, que eso podemos hacerlo todos los chilenos, sino el chantaje, si lo hubo.
Muchos se alegran de que el ex ministro Velasco y otros como él hayan hablado, pero todos nos damos cuenta de que ha sido un poco tarde. Además, si hubo delito de extorsión era su deber, como funcionario público, denunciarlo.
¿Por qué no hablaron antes? Porque pensaban que el bien de la Concertación, que para ellos coincidía con el bien del país, exigía mantener ocultas esas irregularidades. Se equivocaron.
¿Cuánto daña esta polémica a la Concertación? En la medida en que muestre capacidad de aprender podría salir fortalecida. El problema es más bien del Sr. Velasco, que debe convencernos de que también él quiere hacer las cosas mejor que antes.

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