Diario El Mercurio, lunes 30 de julio de 2012
http://diario.elmercurio.com/2012/07/30/ciencia_y_tecnologia/mas/noticias/4DEC7700-DB18-42A0-AA38-166E8C3104E5.htm?id={4DEC7700-DB18-42A0-AA38-166E8C3104E5}
Sin tarificación vial ningún sistema de tren o de metro tendrá ni la flexibilidad ni la capacidad de transportar a tantas personas a tantos lugares tan diferentes...
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Cuando me subo al bus 405 me entretengo computando las fallas de diseño: las ruedotas que dejan un pasillo-embudo al entrar o los asientos resbalines.
Y también desde la altura observo las impaciencias de los choferes de autos en taco. (Mi bus por vías exclusivas les gana la carrera o pierde por poco.)
La semana pasada, tres autoridades de sistemas de transporte se reunieron en Santiago: la de Curitiba, en Brasil; la del Transmilenio en Bogotá, Colombia, y la del Transantiago.
Junto con los mayores expertos e investigadores del mundo conversaron en el Hotel Ritz en Santiago en una conferencia global periódica -la CASPT- que organizaron profesores de Transportes de Ingeniería UC.
Hubo conferencias magistrales. La más apasionada fue la de David Hensher, uno de los diseñadores del sistema de Sydney, Australia. Habló de Santiago, una ciudad que crece a tasas elevadas y con una inmensa cantidad de puntos de partida y puntos de llegada de los viajeros.
Ningún sistema de tren o de metro tendrá ni la flexibilidad ni la capacidad de transportar a tantas personas a tantos lugares tan diferentes, dijo. Apuró a las autoridades chilenas a cobrar por entrar a sectores de la ciudad, la tarificación vial. O si no, más gente comprará más autos, será más difícil bajarlas de la comodidad para subirlas a los buses. (Para seducir, los buses tienen que ser confiables, puntuales, seguros y suficientes.)
No sé si algún candidato municipal se arriesgue a pedir cobrar por circular en auto por su comuna. Pero yo he visto cómo funcionan las vías segregadas más la tarificación vial porque visité hace dos meses a mi hija becada en Londres.
Uno no lo puede creer, en los nudos de esa ciudad de por lo menos 7 millones de habitantes, el flujo vehicular es suave. El metro no se ve tan colapsado, los buses son bastante puntuales, el pasaje es caro, pero la gente lo valora y paga.
Los autos tienen que pagar por entrar a ciertas áreas de la ciudad y los vecinos se suben a buses o a bicicletas.
Pero ya los quiero ver en estas semanas locas. Porque habilitaron 50 kilómetros de pistas olímpicas exclusivas, para unos 1.300 vehículos que transportarán a quienes no pueden llegar atrasados. La multa por usar las vías olímpicas comienza en el equivalente a $100 mil.
Como aprovecharon las pistas del transporte público, los buses usan las pistas para automóviles.
Ya hay informes de tacos de 19 km en el total de la ciudad, atrasos universales. Justine Greening, la autoridad del transporte, sugiere no ir en auto al centro de la ciudad, donde, además, les cobrarán por entrar.
Habrá que ver cómo lo resuelven.
No se podrá calcar la solución, eso sí, habrá que inventar una chilena.
Los ingleses de América del Sur somos distintos a los londinenses. Por ejemplo, mi hija fue con miles al ensayo de la ceremonia inaugural en el estadio olímpico. Le pregunté qué tal. "No puedo contar", me dijo, "nos pidieron que guardáramos el secreto". ¡A miles de personas!
Vi en Twitter, en #savethesurprise, cómo los juramentados se animaban unos a otros a guardar su tesoro de información, a no contar. Y resultó.
Como para soñar con un #guardomiauto que agrupara a los que quieren vida amable en el tráfico de Santiago, que se pondrá peor. ¿Alguien de por ahí se arriesgará a cobrar por usar la avenida Andrés Bello en las horas punta?
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