Vittorio di Girolamo C.
Diario El Mercurio, Domingo 01 de Julio de 2012
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2012/07/01/territorio-sociedad-y-arquitec.asp
Señor Director:
Señor Director:
Hace años, la "Sala Matta" del Museo Nacional de Bellas Artes fue ocupada por la muestra "Habitar Chile", en la cual los estudiantes de arquitectura de nuestras universidades expusieron sus proyectos de asentamientos humanos en los ambientes más diversos de la geografía chilena.
Con ello, todos esos jóvenes afirmaron -y enseñaron- que el destino de un pueblo consiste en conocer y en amar su propio territorio, y en saber habitarlo.
Ninguno de esos proyectos fue asumido por las autoridades políticas como realidad posible, necesaria y urgente.
Fueron calificados como ejercicios de profesionales futuros. Oí a algunos visitantes declarar, generosamente, y con sonrisas: "a esa edad uno es romántico".
Es así como se suele descartar, a veces con soberbia, a los anuncios, tal vez profecías, de realidades superiores destinadas a ser vividas por comunidades privadas de su destino de habitar en el suelo patrio.
No. Esos proyectos de hospitales, caletas de pescadores, poblaciones ecológicas, comunidades escolares, minipuertos, centros deportivos, comunidades agrícolas, y más y más espacios habitados dijeron al público: "habitemos juntos, ahora, como debemos hacerlo".
Comparo aquellos llamados "ejercicios" con la "pobre" arquitectura que se construye, llamada por los productores con títulos heráldicos como el de las zonas urbanas de la metrópolis norteamericana.
Maestros y discípulos de la muy noble acción humana de la arquitectura: miren a los niños, a sus madres, a sus padres, cómo viven pobres y solos en medio de los escombros de la más dura realidad.
Un rascacielos es infinitamente menos valioso que un hogar familiar, que una plaza con el ocio compartido, que una orilla oceánica segura, que una fábrica acogedora.
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