¿De quién estamos hablando?
por S.G. (editado de una columna mercurial)
Viernes 27 de Julio de 2012
No hay indicios claros, por ahora,
de que la administración técnica
sea capaz de realinear
el magro paso de este elenco
de los últimos años.
Es cierto.
El proceso
-si se le puede llamar
de alguna manera-
que encabeza el nuevo director
recién está naciendo
y hacer apuestas altas
es peligroso e injusto.
Pero eludir señales
que ya se han revelado
también parece un despropósito.
El gran problema
en los últimos años
no ha sido,
como muchos creen,
el compromiso colectivo
de los protagonistas
para llevar a terreno una idea táctica.
Las experiencias anterior
intentaron plasmar idearios diversos,
aun cuando en algunos de ellos
no había convencimiento mayor.
El tema es que pocas veces
hubo capacidad individual
y esencialmente colectiva
para que esos conceptos
pudiesen establecerse
de la mejor forma,
puesto que el plantel
se fue rediseñando
bajo propuestas diversas
de acuerdo con la voz cantante.
Hoy pasa más o menos lo mismo.
El actual estratega se encontró
con un equipo de trabajo heterogéneo
en cuanto a las opciones,
lo que no significa que sea variado.
Al contrario, es claramente entrópico,
con desequilibrios evidentes
que han obligado al director
incluso a variar sus convicciones tácticas
con el fin de hacer calzar las piezas diversas
en una suerte de esquema indefinido.
El resultado hasta ahora,
tal como sucedió
en el pasado reciente,
es que la institución
no ha logrado hacer al plantel
cuajar como equipo.
La falta de convicción real
en la búsqueda de una identidad,
la tensión que provoca
no sentir estar haciendo
lo que realmente se sabe,
la evidente insatisfacción del conductor
de no sentirse interpretado en la acción
achata cualquier intento
por salir del estado mínimo
de supervivencia que se exhibe.
Y eso se nota, y mucho,
cuando se ve operar al conjunto.
Si bien el estratega puede exhibir
como un avance pequeño
el mayor compromiso
y afiatamiento defensivo
que tiene este cuadro
respecto de los anteriores,
no hay pasos adelante
en la conformación
de una idea general,
en la creación de oportunidades
ni menos en la definición de ellas.
Sigue siendo este plantel un equipo autista,
desencajado y profundamente débil y permeable
incluso ante rivales con propuestas básicas,
simplemente porque no tiene
cómo equipararlas con las propias.
La conformación del equipo
que logró el director de acuerdo
con parte de sus necesidades
debería ser el punto de partida de un remezón.
Debería. Porque nadie puede saber
si aquí pasará lo que debería pasar.
De momento, todo se sigue
escribiendo en modo potencial.
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