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'Chile sólo me dio la oportunidad de irme...' (o el increíble reverso del 'Si vas para Chile')‏



Las 2 vidas de Carol  

La chilena Carol Hullin, doctora en Informática Médica con posdoctorado en Inteligencia Artificial, es la líder de la División de Informática en Salud del Banco Mundial. Pero antes fue otra persona: fue Carola Lucay, una joven agredida de La Legua que huyó a Australia buscando un futuro.
Por Nicolás Alonso | nicolas.alonso@quepasa.cl.Revista Qué Pasa 25/07/2012
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© José Miguel Méndez
Carol Hullin se baja del auto y, sin más preámbulos, camina hacia la casa que no ha visitado en décadas. Es un elemento extraño en el paisaje. Una mujer de 45 años, que habla fuerte y en un spanglish australiano, circulando despreocupadamente por plena Legua Emergencia. Por  calles en que a esa hora sólo circulan carabineros.
-Ya llegamos, aquí es -dice.
La casa es muy humilde, y adentro la espera su tía. Es una de las varias casas de La Legua donde pasó su niñez, por lejos la época menos feliz de su vida. Ese tiempo enterrado en que aún se llamaba Carola Lucay, se ganaba unos pesos vendiendo golosinas en las micros y muchas veces no podía ir a la escuela por los moretones que le dejaba su padre o porque la molestaban por no tener zapatos.
-¡Que estás aseñorada, Carola! -le dice la Kena, una vecina de toda la vida, que vigila qué pasa en la calle.
“Mi vida es como un cuento”, dice Carol Hullin, doctora en Informática Médica de la Universidad de Melbourne y posdoctorada en Inteligencia Artificial. “Dentro de ese cuento yo soy la doctora Carol Hullin, pero en realidad es mi álter ego. Y está bien que así sea”.

La legüina del banco mundial

Una semana antes de ese encuentro, la doctora Hullin no está en Chile. Está en Bolivia, y es la enviada del Banco Mundial para mejorar el sistema sanitario del país altiplánico. Allí se reúne con 150 doctores locales y con el gobernador de La Paz. Y comienza a evaluar todo.
De eso se trata su trabajo. Como líder de la División de Informática Médica del Banco Mundial, tiene que recorrer países subdesarrollados evaluando y gestionando proyectos para mejorar el acceso a la salud, a través del uso de nuevas tecnologías. En África, por ejemplo, ha dotado en varios países a comunidades en condiciones de vida precarias con celulares, con sistemas integrados para recibir telemedicina y contacto con médicos ambulantes. Lo mismo ha hecho en naciones de Asia. En Kazajistán y República Dominicana se legislaron varias de sus recomendaciones para mejorar sus redes de atención médica. Hoy, entre otros proyectos, está digitalizando el sistema de salud de la isla de Dominica, en el Caribe. Normalmente se reúne con los ministros de Salud y de Hacienda de los distintos países y realiza informes detallados sobre las necesidades digitales. Entonces, el Banco Mundial decide si invierte dinero en ellos.
“La tecnología es la única solución médica para los sectores vulnerables”, dice. “Es lo más barato y eficiente. Porque es muy difícil darle a un hombre pobre seguros sociales y esperar que éste los ocupe para cuidarse. En cambio, si tú lo empoderas con un mecanismo práctico, que le permite autocuidarse, empiezas a ver resultados”.
La informática en salud, que tiene como objetivo paliar problemas médicos con nuevas tecnologías, ha emergido en los últimos años como una disciplina en alza a nivel mundial para mejorar el acceso a la salud, abaratar los costos y disminuir el error humano en clínicas y hospitales. En ese ámbito, la chilena  es una experta mundial. El doctor estadounidense William Hammond, probablemente el científico más importante en el área de la informática médica en el planeta, la define así: “Ella es reconocida en la comunidad internacional como una líder en informática médica. Su nivel de expertise es del más alto rango, el nivel apropiado para influenciar a gobiernos y organizaciones. Carol está generando liderazgo en informática médica en el hemisferio sur”.Para su puesto, Carol fue elegida entre 356 expertos de todo el mundo. Desde hace dos años escribe la estrategia mundial del Banco en el área, y por su oficina en Washington D.C. pasan desde funcionarios de la OMS, hasta Barack Obama. También Michelle Bachelet. Pero su trabajo mayormente es en terreno, por lo que casi siempre está de viaje. A los congresos asiste como representante del Banco Mundial y presidenta para Latinoamérica y el Caribe de la Asociación Internacional de Informática Médica (IMIA), el organismo que vela por el desarrollo de la especialidad en todo el planeta. “Mi expertise está en analizar cómo una cierta tecnología puede impactar el cerebro de las personas. Por eso estudié Inteligencia Artificial”, dice la doctora Hullin.
¿Cómo una joven criada en La Legua, que sacó 383 puntos en la PAA, estudió auxiliar de enfermería en ENAC y a los 21 años atendía un almacén en la Villa Angelmó de San Bernardo llegó a transformarse en una autoridad mundial en esa sofisticada área? Ésa fue la pregunta que se hizo, atónito, el doctor Jorge González, primer impulsor de la telemedicina en Chile y director de la Escuela de Salud de Duoc UC, cuando conoció a Carol Hullin.
Entonces ella le habló de la vida de Carola Lucay.

La mediagua y el ventanal

El encuentro ocurre a principios de 2006. La doctora Carol Hullin, entonces asesora del gobierno australiano, visita el país para monitorear el plan de informatización de la salud chilena. La idea es reemplazar el papelerío de clínicas y hospitales por archivos digitales, e interconectar las instituciones. Le pregunta al ministro de Salud, Pedro García, adónde están formando el material humano. Éste le contesta que sólo hay un doctor, Jorge González, que lo está haciendo por su cuenta.
Un rato después ya está conversando con él, y se entera que en 2004 fundó en Duoc UC el único programa de pregrado en Informática Biomédica que existe en el mundo -en otros países existe sólo como posgrado-. El doctor le habla, en inglés, de lo importante que sería utilizar a sus alumnos, un 60% de los primeros dos quintiles, para impulsar el proceso. “Disculpe”, lo interrumpe Carol, en castellano. “Yo soy chilena, nací en La Legua”. El doctor, desencajado, revisa su currículum y llega hasta donde dice “Auxiliar de enfermería. ENAC”. Luego le responde: “Usted es un ícono para nuestros alumnos. Usted les va a demostrar que sólo el cielo es el límite”.
Pocos días después Carol Hullin dio una charla para el alumnado, en donde contó su vida. La primera diapositiva mostró una mediagua, igual a la que ella habitaba compartiendo cama con sus dos hermanos en La Legua, tratando de aislarse del mundo de drogas y alcohol que siempre la rodeó. Les contó que siempre le dijeron “la burra”, porque le costaba mucho aprender. También que en el liceo la maltrataban por ir con chalas hechas de neumáticos. Les relató su peregrinaje como allegada en distintas poblaciones, trabajando para darle dinero a su padre borracho. Y también lo más importante de su vida: que un quiste en el pecho la llevó al Hospital Parroquial de San Bernardo, y que el cariño que recibió de las enfermeras había decidido su futuro.
Lo que escucharon después los alumnos fue cómo una mujer que tenía todo para fracasar en la vida se había transformado en la intelectual que tenían enfrente. Una historia en que un día le ponen un cuchillo en el cuello en San Bernardo y ella se harta de absolutamente todo y se va sin hablar una palabra de inglés a Australia, a la casa de un tío, que al poco tiempo la echa a la calle. Pero su vida ya había comenzado de nuevo. Viviendo con una profesora, estudiando el doble que sus compañeras, volvió a la universidad para titularse de enfermera. Y por su esfuerzo ganó un año de investigación, y luego una beca para un doctorado en la Universidad de Melbourne. Y después, por graduarse entre las diez mejores, la becaron para un posdoctorado. Para terminar, Carol Hullin -el nombre que adoptó en Australia al casarse con su primer esposo- confiesa que tardó cinco años en dejar la costumbre de robar, y que después de transformarse en asesora del gobierno australiano, acá estaba, parada frente a ellos.
Entonces la diapositiva de la mediagua cambia. Los alumnos ven la ciudad de Melbourne, retratada desde el ventanal de su propia oficina.

El espejo hullin

Hace un par de meses, Carol Hullin regresó a Chile, esta vez para quedarse. Los motivos son varios: los personales, las ganas de reencontrarse con su pasado, y el hecho de haberse vuelto a casar con un vecino de su infancia, a quien ayudó a terminar el colegio. Los profesionales: es la nueva líder de internacionalización del Duoc UC, trabajo que compatibilizará con sus misiones del Banco Mundial. En ese puesto, ya ha capacitado a más de cien personas, y acaba de lograr la acreditación de la carrera con la Asociación Internacional de Informática Médica.
“Ella para nosotros es un lujo absoluto, una levadura para el tema en el país y un espejo en el cual nos miramos, porque creemos que tiene que haber otras Carol Hullin entre nuestros alumnos”, dice el doctor Jorge González.
Dentro de los primeros proyectos que tienen en carpeta está la intervención digital del sistema carcelario en Chile, con el objetivo de mejorar las condiciones de sanidad de los reclusos, y están estudiando la posibilidad de entrar a La Legua y a un sector rural de la Región del Biobío, con sistemas de celulares con telemedicina y capacitación. La meta a largo plazo es impulsar la agenda digital chilena para terminar de informatizar todos los recintos médicos del país. Además, están coordinando el envío de estudiantes a Dominica, Kazajistán, África y Dubái.
Antes de despedirse, Carol Hullin se detiene a hablar de Chile. Y es dura. Lo define como un país que invierte dinero sin sentido en su agenda digital, pero no entiende qué necesita, y que termina con computadores tirados. También dice que es un país sin responsabilidad social, y que ella sueña con algún día cambiar las reglas del juego. “Yo soy un producto australiano. Australia invirtió en mí, me pagó becas, me fomentó”, dice. “Australia me amó. Chile no me dio nada, sólo la oportunidad de irme”.

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