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Cada uno seguía afirmando su construcción teórica: El inconsciente es personal (Freud) o colectivo, arquetípico (Jung). Y nada ha cambiado...‏



Cine "Un Método Peligroso"
Un freudiano y un junguiano juzgan la película de Cronenberg

El filme de David Cronenberg muestra las relaciones entre Sigmud Freud y Carl Gustav Jung, cruzadas por la paciente Sabina Spielrein, a principios del siglo XX. Invitamos a un prominente freudiano y a otro junguiano, a analizar la cinta, comentando sus aciertos y ahondando en las materias en que la película resulta más débil.  

María Soledad Ramírez R. 
Diario El Mercurio, Artes y Letras, domingo 29 de julio de 2012

Carl Gustav Jung está en los albores de su carrera como psiquiatra, en 1904, cuando empieza a tratar a una joven que sufre de un cuadro de histeria, llamada Sabina Spielrein. Admirado por los avances realizados en la materia por el doctor Sigmund Freud, C.G. Jung le escribe contándole de su paciente, los métodos utilizados en su tratamiento y su evolución. La relación entre ambos doctores crece en correspondencia, visitas mutuas (a partir de 1907), y discusiones sobre la psique. En paralelo, Sabina, ya en franca mejoría, inicia una relación sentimental con su doctor, Jung. Ocho años después, finaliza la historia con Sabina convertida en psiquiatra, alejada de Jung y éste, en oposición a Freud.
En pocas palabras, este es el triángulo que muestra la película "Un método peligroso", de David Cronenberg, actualmente en cartelera, basada en los hechos ocurridos entre 1904 y 1913, en los orígenes del psicoanálisis. Ampliamente comentada por la crítica y discutida en el mundo de la psiquiatría, el registro que hace de la relación entre Freud y Jung; la influencia que tuvo sobre ellos la historia de Sabina Spielrien, y el posterior distanciamiento entre ambos la convierten en una cinta atractiva tanto para el público experto como el lego.
"La película es interesante, porque tiene la historia de ella, que es muy bonita; la de Jung y su desarrollo teórico; plantea la discrepancia con Freud; muestra el surgimiento del psicoanálisis; las primeras discusiones políticas-institucionales. La película muestra un semillero desde donde surgieron la teoría psicoanalítica freudiana y la teoría junguiana", señala Gonzalo López, presidente de FLAPSIP (Federación Latinoamericana de Sociedades de Psicoterapia Psicoanalítica y Psicoanális), es decir un freudiano de tomo y lomo. Algo con lo que su contraparte, la analista junguiana Claudia Grez, Presidenta del Grupo Desarrollo C.G. Jung de Chile, concuerda.
No serán los únicos puntos en común en esta conversación. Coinciden en que la cinta no refleja en toda su magnitud la profundidad de la ruptura entre Freud y Jung, más relacionada con temas institucionales (de cómo organizar la nueva disciplina) y teóricos, que con la propia Sabina y su relación amorosa con Jung y, posteriormente, profesional con Freud. "El tema de la pulsión es un tema teórico de base. Aparece en la película el viaje de Freud con Jung a Estados Unidos. En la vida real ellos hicieron una charla en la universidad en la que Freud planteaba el origen sexual de la neurosis y la idea de la pulsión como energía sexual que había que diferenciarla, primero, de la pulsión de conservación y segundo, de la pulsión de muerte. Jung se quedó un tiempo más en el país y cambió el discurso; planteó una energía indiferenciada. Pero para Freud era absolutamente central la idea de la sexualidad y no la idea de la energía psíquica. Esto produjo un distanciamiento teórico profundo. Efectivamente, como lo muestra la película, fue un momento de quiebre cuando Freud le dice a Jung que no le va a contar sus sueños porque perdería su autoridad. Después de esto, la tensión entre ambos fue mucho peor de lo que la cinta muestra", explica López.
Las discrepancias también hacían eco en la propia biografía de los involucrados. A un Freud de 48 años, de origen judío, se anteponía un Jung de 29, protestante y de buena posición económica. Como explica Gonzalo López: "aparece en la película, no sé si con la intensidad que tuvo, que este era un movimiento judío, todos los que participaban lo eran. Y Jung iba a ser quien los pusiera en la Europa más aria, dentro de las ciencias, por lo tanto, era muy importante su lugar, él iba a rescatar al psicoanálisis del 'gueto judío'. Jung tenía real importancia para Freud, por lo tanto, el nivel de desilusión, de desencanto fue muy potente".
El impacto en Jung del quiebre con Freud también se observa en el tema de la institucionalidad. "Si algo nos ha quedado difícil de armar a los junguianos es la institucionalidad, que con Freud partió inmediatamente porque él se irguió como un patriarca y tenía un círculo de hierro. Pero eso era lo que a Jung no le convencía. Fue tan traumático, que no quería seguidores, discípulos. Recién la asociación se formó en su cumpleaños número 80", cuenta Claudia Grez.
Experimentando con el método
La película muestra escenas de terapia entre Jung y Sabina en contraposición a los métodos tradicionales (electroshock, baños en tinas de agua fría). "Lo que refleja muy bien la cinta es que, efectivamente, Jung iba probando, intentando su propio método; le envía a Freud su sistema de asociación de palabras, que a este le interesa mucho, pero no lo toma. Le interesa porque lo convence aún más de la asociación libre, es decir, dejar hablar al paciente, la 'cura por la palabra'; pero no había una técnica definida, no se había desarrollado todavía el psicoanálisis freudiano como lo conocemos hoy", señala el terapeuta López.
Y quizás esto explicaría lo "peligroso" del método. "Es cierto que la tensión histórica está bien reflejada, pero en realidad es el método lo que se toca a fondo, el tema de las transferencias y las contra transferencias, y eso a mí me gustó mucho", comenta Grez. "La película parte con una Sabina desquiciada y termina con ella más sensata. Pero eso tiene que ver con el método, que a su vez, lo vuelve peligroso. Porque ella enferma a su terapeuta (Jung). Al final, él le habla del sanador herido. Y eso ilustra lo peligroso del método para el terapeuta", agrega.
"Y para la pareja, también", acota López. "Que el paciente golpeé con sus dolores en los dolores del analista, en sus puntos débiles, también es bastante complicado. Entonces, es un método peligroso porque compromete mucho a las dos personas. En esa época todavía no se exigía a los terapeutas que se hicieran su propio análisis, en cambio hoy es absolutamente necesario", señala, recordando que en el periodo que narra la película los códigos de ética aun no se establecían.
Gonzalo López le reconoce a la cinta salir del chiste del analista dormido escuchando a su paciente o la imagen construida en las cintas de Woody Allen. "Humaniza muy bien el trabajo del psicoanalista y lo riesgoso que es esta práctica, con las pasiones a que uno se tiene que enfrentar". Y en el caso de C.G. Jung, señala Grez, lo ha puesto en un primer plano, "porque él ha sido un desaparecido de las escuelas de psicología. Piensa que en Chile recién iniciamos una presencia más sistemática solo hace 10 años".
Ambos concuerdan en que hoy la presencia de las ideas de Freud es mayor que las de Jung, en términos generales. "Esa es justamente la advertencia que la hacía Freud a Jung: 'no te vayas por estos caminos del misticismo, te vas a salir del circuito científico y así nadie te va a creer'. Él lo tomó porque le parecía más interesante, pero Freud tenía toda la razón", reconoce Grez.
-Gonzalo López: "aunque Freud tenía un problema. Pensaba que el psicoanálisis tenía un carácter científico, y temía mucho que el lenguaje se pareciera, siquiera sospechosamente, a un lenguaje medio místico. Pero el psicoanálisis siempre ha estado en el borde y nunca fue, ni ha sido ni es una ciencia por derecho propio, reconocida por todos. No es de las ciencias duras...
-Claudia Grez: "pero como teoría acerca del origen de la patología, sí es reconocida. La teoría sexual, la represión, eso, como cuerpo teórico, es fundamental para la comprensión de la patología y ha validado la teoría psicoanalítica. Lo que siempre ha estado en un territorio más sospechoso, es la práctica".
Cien años después, esa discusión inicial pervive. Como lo señalan ambos entrevistados, el encuentro inicial entre Freud y Jung fue fascinante, estaban encantados el uno con el otro. La conversación fluía hasta que llegaban a un punto en donde cada uno seguía afirmando su construcción teórica: el inconsciente es personal (Freud) o colectivo, arquetípico (Jung). Y nada ha cambiado.

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